FECHA: 13 de junio de 1963.

LUGAR: Estadio Santiago Bernabéu.

PARTIDO: España - Escocia (2-6, amistoso de preparación para el Campeonato de Europa 1964).

LA SITUACIÓN

Faltaba todavía un año para que España acogiera como anfitriona el Campeonato de Europa de Selecciones Nacionales. Poca broma. Había que demostrar al mundo que en este país se sabían hacer las cosas bien. Y el fútbol, tanto ayer como hoy, es una cortina perfecta para ocultar otros asuntos. Pónganse en situación. Año 1963. Santiago Bernabéu, con el Generalísimo Franco en el palco de honor y el graderío lleno de banderas españolas. El rival, Escocia, se presentaba como un oponente accesible en un amistoso en el que la selección -obviamente, a nadie se le ocurría en esos tiempos llamarla La Roja- se las prometía felices. En ese escenario se sitúa nuestra historia. La increíble historia de José Mingorance.

El Córdoba CF había despachado su primera temporada en Primera y logró el propósito de la permanencia con la sobresaliente contribución de un central de 25 años que llegó desde el Granada. José Mingorance Chimeno (Castro de Sanabria, Zamora, 1938) recibió la llamada de una selección absoluta que dirigía el cordobés José Villalonga.

¿QUÉ OCURRIÓ?

La alineación inicial en el España-Escocia la formaban Vicente, Mingorance, Reija, Koldo Aguirre, Rivilla, Glaría, Amancio, Adelardo, Veloso, Guillot y Lapetra. Escocia traía en sus filas a Dennis Law, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, y varios escuderos de buen nivel. En España sí había talento. O eso se creía. Rivilla, Lapetra, Amancio, Adelardo… Gente con galones. Y un llamativo debutante: Mingorance, del Córdoba. El chaval sonreía en las fotos iniciales del partido. Seguramente visualizaba una noche plácida, con una buena victoria que le abriera las puertas a nuevas convocatorias. Quizá un lugar en el Europeo del año siguiente. Quién sabe. Todo podía pasar. Para bien… o para mal.

El arranque fue de fábula. Adelardo adelantó a España en el minuto 8. El público agitaba las banderas. Pero, de repente, todo comenzó a torcerse. Gol de Law (15'). Gol de Gibbson (16'). Gol de McLintock (19'). Gol de Wilson (34'). Aquello era un despropósito. La salida inesperada del guion acrecentó los problemas.

Pepe Villalonga sacó del campo a Mingorance en el minuto 35. Con el marcador señalando un irritante 1-4, el técnico metió en el centro de la zaga al madridista Zoco, pero aquello no tenía remedio. En el descanso retiró al portero, el madridista Vicente Train, para colocar bajo los palos al vasco Carmelo Cedrún. Nada. El resultado final, 2-6, figura como la derrota más contundente jamás encajada por la selección en suelo español. Y allí, en el epicentro del desastre, durante poco más de media hora de pesadilla, estuvo el único cordobesista que ha sido internacional. Debut y despedida.

¿QUÉ PASÓ DESPUÉS?

Una mala tarde la tiene cualquiera. Mingorance la padeció en el momento más inoportuno. Aquel episodio le dejó señalado y jamás volvió a vestir la camiseta de la selección. Tampoco regresaron a ninguna lista Vicente Train y Carmelo Cedrún, los dos porteros que aquella funesta jornada se pusieron bajo los palos en un escenario en el que, paradojas de la vida, España conseguiría unos meses después el título de campeona de la Eurocopa 1964 ante Rusia. De ese éxito estuvo viviendo hasta que 44 años después Iker Casillas levantara el mismo título en Viena, en la Eurocopa 2008.

¿Y Mingorance? Quienes le vieron jugar en la década de los 60 no lo dudan: “El mejor defensa que jamás haya tenido el Córdoba”. Al zaguero zamorano también le idolatran en Granada -ciudad en la que se afincó tras su retirada-, donde su nombre adquiere tintes heroicos. Allí, en Los Cármenes, debutó en la máxima categoría a los 21 años. Estuvo dos cursos en la capital nazarí, tres en el Córdoba y cuatro más en el Español, todos ellos en Primera División, antes de retornar al Córdoba para despedirse, ya en Segunda, con 33 años. Antes de decir adiós, colaboró en el último ascenso de los cordobesistas a la máxima categoría.

Por cierto, con Mingorance como eje de la retaguardia, el Córdoba consiguió en la temporada 1964-65 un récord inigualable: sólo encajó dos goles en los quince partidos que disputó en casa. Un promedio de 0’13. Uno se lo marcó en propia puerta Ricardo Costa y el otro lo firmó Alfredo Di Stéfano, por entonces en el Espanyol. El conjunto blanquiverde no perdió ni un solo partido en El Arcángel. Fue quinto, la mejor posición de siempre en el club. Y el jefe de aquella retaguardia inigualable se llamaba Mingorance.