El Córdoba continúa asomado al abismo del descenso, a un solo punto de los puestos fatídicos y con un ejército de lesiones que recuerda a The Walking Dead. Por el encabezamiento, se podría pensar que se iban a realizar cábalas sobre los puntos necesarios para lograr la permanencia. ¿Cuarenta y seis? ¿Cuarenta y siete? No parece, en principio, que haya que llegar a los 50. Pero mejor no hacer divagaciones sobre un equipo al que parece que le costará llegar incluso a 40.

No es gratuita la afirmación. Luis Miguel Carrión lleva 14 jornadas al mando de la nave cordobesista. Un tercio de Liga en el que ha sufrido ocho derrotas (más del doble de lo jugado), tres empates y cuatro victorias. De estas últimas, dos en el tiempo de descuento ante el Alcorcón y el Zaragoza. Esos 15 puntos en 14 jornadas hacen una proyección de 45 puntos en una temporada completa.

Alguien, al ver el resultado de la gestión veraniega, olvidó de repente hablar de objetivo, ya que éste se lo ponía al Córdoba «el mundo del fútbol». Pero en El Arcángel se padece una sordera selectiva. Porque la Segunda, sin excepción, asegura que el Córdoba debe luchar por volver a Primera «porque hace poco estuvo ahí». O quizás sea que no son los oídos los que se tienen cerrados.

Ello entronca con la confección de la plantilla y la inversión en la misma. Y también, por supuesto, con la gestión que se ha hecho de ella o cómo se ha intervenido. Pero comenzando por lo primero, es decir, por el dinero, y a pesar del objetivo puesto por «el mundo del fútbol», el Córdoba invirtió el 25% de sus ingresos en la confección del plantel. Nadie en Segunda invirtió menos porcentualmente.

El siguiente paso a éste es una pregunta que tendrá pronta respuesta. Y no es otro que el de la deuda de la entidad blanquiverde, aquella que desde el propio club se aseguró públicamente que estaba «capitalizada» primero y «amortizada» después. «Deuda cero». Pero ese debate, al igual que otros que se intentan evitar desde el mismo sitio, va a regresar pronto. La realidad es que nunca se fue.

Más que nada, porque llama la atención la manera en la que se han gestionado esta temporada los contratiempos, cambios de rumbo y volantazos que ha dado la entidad blanquiverde.

Cuando se decidió sustituir al técnico del primer equipo hubo más de un candidato a sustituirle. Pero en el último momento, su relevo ya estaba en la casa: el técnico del filial. Nada de aventuras económicas, digo, deportivas. Porque se apostaba por el catalán fervientemente, ya que iba a ser «mejor que Jémez». Para nada influyó en la decisión la eliminación del gasto extra que supondría una nueva contratación.

Para el filial, una vez promocionado Carrión, se podía pensar también en otro técnico que aportara experiencia en la categoría. Pues no. Entró primero Carlos Losada, hasta entonces en el juvenil y, cuando los números no fueron buenos (no por él, precisamente), pensaron algunos ingenuos que sí, que al menos en el filial sí llegaría por fin alguien experimentado, de fuera. Tampoco. Nueva promoción y otro golpe de suerte, ya que las nóminas continuaban siendo exactamente las mismas. Jorge Romero no podía ser inscrito, pero haciendo números y sumando jornadas salía una multa federativa de no más de nueve mil euros. Que no se pagan al momento, obviamente, sino en la liquidación anual.

Por si fuera poco, había que quemar también a uno de los últimos escudos: el director deportivo. Emilio Vega, con su cuota de responsabilidad que nadie -salvo sus incondicionales- pretende borrar, terminó su segunda etapa como se adivinaba que iba a ocurrir ya cuando llegó en el verano del 2015. Pero había que trabajar en la próxima temporada (¿cuándo se ha hecho eso?) y anunciar su sustituto bajo el pomposo enunciado de «nuevo proyecto deportivo»: Álex Gómez que, curiosamente, también estaba en la casa.

Así, cuatro cambios que no han supuesto ningún sobrecoste a una «economía saneada». Por lo que la salvación del Córdoba, si se produce, será la más barata de la historia. Eso sí, en caso de descenso, será el más caro. Aunque me temo que no todos lo pagarán. O sí.