En el origen, el problema. El movimiento de enero de este Córdoba ha estado mediatizado por la operación Guardiola, en la que hubo muchos actores, demasiados, y también errores en el club desde el verano. «Solo me falta flagelarme», dijo Jesús León en estas páginas, no sin razón, visto que en este Córdoba se discute y debate sobre lo que se quiere ser y no sobre lo que es. Algo así nos pasó a algunos con Erik Expósito: se le vio en Primera, tenía y tiene condiciones, zurdo, buen disparo, pero la realidad se llevó por delante nuestras expectativas. En el club, en el equipo, esas expectativas deberían quedarse en el cajón para pelear con la realidad e intentar mejorarla, paso a paso.

Y posiblemente es lo que haya ejecutado Rafa Berges en estos días de enero. Precisamente, en la delantera era donde más fácil podía tenerlo el director deportivo. Primero, porque este equipo está entre los 10 más goleadores de la categoría; segundo, porque tanto Piovaccari como Andrés Martín han respondido por encima de las expectativas iniciales sobre ellos, y tercero, porque el problema de este Córdoba, desde hace años, no es realizador. Con hombres como el mismo Guardiola, Florin Andone, Xisco Jiménez o Raúl de Tomás, en las tres últimas temporadas el lastre blanquiverde llega por la trastienda. De ahí que la incorporación de José Ángel Carrillo -trabajo, garra, pelea, presión- y Neftalí Manzambi -poderío físico, polivalencia en banda- no suponga sino una mejora sobre lo que había.

Una medular a analizar

El centro del campo es la zona que más análisis necesita. Pudo llegar el club a la excelencia, con la incorporación de un mediocentro defensivo como Rafidine Abdullah en lugar de alguno de los jugadores con los que cuenta en la actualidad y que apenas han aportado (Lara, Alfaro, Quim Araújo…) No hubo forma de dar salida a ninguno, que prefirieron hacer cumplir legítimamente sus contratos aunque posiblemente a costa de perder el poco protagonismo que tiene alguno o, directamente, no disfrutarlo mínimamente, cuando se han tenido anteriormente condiciones más «ventajosas». Ahora hay más competencia, sobre todo en un aspecto, el físico, del que adolecía gravemente este Córdoba. Además, el cambio de esquema se adivina en función de las incorporaciones que se han hecho y de las que se pretendían. No se puede descartar a Luis Muñoz como pivote defensivo, pero en cualquier caso, la llegada de Bodiger y la polivalencia del malagueño, más el protagonismo que ha tenido en las últimas jornadas Blati Touré, Miguel de las Cuevas y Álvaro Aguado -cuando se recupere de su lesión-, deben dibujar una medular con más competitividad y más alejada de una calidad presupuesta pero nunca vista sobre el campo. La Segunda es, sobre todo, competir y si este Córdoba no compite y no mete intensidad se irá a Segunda B. Eso sí, con diferentes jugadores tildados como futbolistas «de calidad». Lo ideal hubiera sido tener a Abdullah para situar a Bodiger como interior y un acompañante -Blati, Aguado, De las Cuevas…- para que ese aumento en el poderío físico hubiera sido absoluto. En cualquier caso, reciclar a Luis Muñoz a un puesto en el que jugó hasta hace un par de años o tres es una alternativa y, finalmente, situar al francés como pivote también es una solución más que factible, ya que es una posición sobradamente conocida para él.

Apuesta por los carrileros

Ese cambio de paradigma ha dejado las bandas, en realidad, como estaban. Entre otras cosas, porque parece que se ha apostado por hombres en los costados que corten hacia dentro, jugadores que corran al espacio -gran dolencia del equipo hasta ahora, y también a que la ocupación de estas al estilo clásico sea responsabilidad de los carrileros. Los hombres de banda que se han marchado son dos: Jovanovic y Javi Galán, en dos operaciones que obligatoriamente, en contraposición a lo del verano con Guardiola, hay que señalar como notables. El traspaso del serbio se ha situado en 550.000 euros más otros 50.000 que perdonó de cantidades pendientes. Visto su rendimiento en el campo (seis goles en 50 encuentros y una titularidad, cuanto menos, discutida), ese ingreso es un inesperado regalo. En el caso del pacense, muchas voces criticaron al club por no traspasarlo a Las Palmas en verano por un millón de euros pagadero en varios años.

Cinco meses después de aquello y tras un rendimiento discutible como mínimo, el ingreso va a ser mayor y en muchísimo menor espacio de tiempo. Recordemos que, por ejemplo Fuentes, se marchó en su momento sin ningún tipo de ingreso para el club, y que Fernández supuso un ingreso notablemente menor que el del pacense. El puesto de Jovanovic (¿banda?, ¿falso nueve?, ¿falso segundo delantero?), visto el posible cambio de sistema, estaría amortizado, mientras que el del nivel del Javi Galán de la 2018/19 no es difícilmente superable. Entre otras cosas, porque el pacense nunca fue lateral puro y como extremo también dejó alguna duda. Al menos, por lo visto en el Córdoba, en donde sus mejores momentos los ofreció como carrilero. En su lugar llega un Álex Menéndez al que una lesión le impidió ascender hace dos años con el Girona. El gijonés, tras su paso por el Reus y por Grecia, apunta también a ser uno de esos fichajes llegados en enero que han de ser diferenciales. Con él hay que terminar por analizar la defensa, una línea legítimamente criticada y de la que han salido, además, dos jugadores que mostraron la otra la cara de la moneda, la opuesta a la que dieron hace un año. En estos cinco meses largos es justo admitir que tanto Jesús Valentín como Aythami Artiles generaron más problemas que soluciones, más inconvenientes que ventajas, y la tarjeta de presentación con la que llegan Miguel Flaño (sobre todo) y Chus Herrero dista mucho del perfil de los jugadores que se han marchado.

No solo en lo deportivo

En verano es obvio que hubo mayoría de acierto en las llegadas. El problema sobrevino en que si bien la clase baja y parte de la media del equipo respondió en Liga, la competición obliga a que sea la clase alta la que dé el paso adelante. No ocurrió y el club ha debido reinventarse una vez más: jugadores económicamente más que asequibles pero a los que se les pedirá algo que erróneamente siempre se presupone en un equipo: compromiso y responsabilidad. Y los que quieran añadirse, que lo hagan. Aún están a tiempo, porque esto o se hace entre todos o no se hace.