El nuevo técnico del Córdoba CF, Raúl Agné, expresa en su primera entrevista desde su llegada a El Arcángel la responsabilidad que supone llevar el barco al objetivo del ascenso. Pero antes, pretende que sus jugadores se adapten a su filosofía, que pasa por "tener el balón" pero para llevarlo al campo contrario con efectivad. "Saber qué queremos como equipo" como clave para que haya un juego con sentido y las victorias lleguen.

Además, tiene un parecer positivo de la plantilla que tiene entre manos. "El grupo me da buenas vibraciones, es un grupo comprometido. Los veteranos saben de qué va esto y ayudan a los jóvenes. Los jóvenes están con muchas ganas. En líneas generales, la percepción que tengo, a nivel deportivo, es buena".

-¿Qué tal los primeros días en la ciudad, en el club y con el equipo?

-De Córdoba ciudad solo tengo buenas referencias de varios amigos, empezando por Arnau, mi segundo, que jugó aquí, y siempre me hablaron de una ciudad fantástica. La estoy empezando a descubrir y es una ciudad preciosa. Pero hemos venido a trabajar, a entrenar y me estoy adaptando al contexto del club, para coger la realidad. Y después ver cómo están los jugadores. Estoy contento con el inicio, porque más allá del resultado del domingo, que siempre es mejor empezar con un resultado positvo, el grupo me da buenas vibraciones, es un grupo comprometido. Los veteranos saben de qué va esto y ayudan a los jóvenes. Los jóvenes están con muchas ganas. En líneas generales, la percepción que tengo, a nivel deportivo, es buena.

-Hablando del estreno. Arnau reconoció que se dejaron aconsejar con Fidel y se notó un cambio.

-La experiencia me ha dicho, porque ya he estado muchas veces en este contexto, el de empezar con la temporada iniciada, que más allá de que cada entrenador ve el fútbol a su manera y yo jamás, ya me guardaré de decir qué es mejor o peor, porque al final todo sirve, todo vale, sí que yo tengo que intentar transmitir lo que yo siento. Y en estas situaciones, lo primero que entiendo, lo que la experiencia me ha enseñado, es que lo primero que tenemos que hacer es ordenarnos como equipo. Saber qué queremos como equipo. Porque me gusta jugar mejor con balón, aunque eso requiere de más tiempo. Pero con tan poco plazo de tiempo, del jueves a domingo, la competición, necesitábamos que el equipo no se separara, que jugara junto, que pudieran tener muchas ayudas. Porque, además, el rival (San Fernando) era uno de los mejores equipos con balón de la categoría. Sabíamos que si nos separábamos y dejábamos intervalos en la zona central nos generarían peligro. Al final lo acaban haciendo por fuera, con centros y necesitábamos arroparnos y tener ayudas por fuera. También sabíamos que les generaríamos peligro. Pero sí es cierto que el nivel defensivo, el concepto -más allá de que haya partidos en los que me guste que el equipo presione más arriba, en una zona media o una zona más baja-, pero en bloque nos fuimos satisfechos. Porque el bloque entendió que, por encima de todo, solo queríamos jugar un partido. Y conseguimos que solo hubiera un partido. No queríamos que en el mismo partido hubiera muchos partidos. Y que incluso hubiera momentos de transición, porque creemos que el equipo aún no está preparado para ello.

Me gusta dominar el partido desde el balón, llegar a campo contrario y generar ocasiones

-¿Esa es la idea, tener control sobre el juego propio, pero también del partido?

-Eso es lo que yo siento. A mí me gusta dominar el partido desde el balón, pero entiendo que no domina los partidos el que tiene el balón, sino el que tiene las ocasiones. Por ejemplo, hoy miraba estadísticas del partido del otro día. Tuvimos un 60-40% bajo de balón, en cambio tuvimos seis ocasiones claras de gol y ellos, un tiro a portería. La sensación de peligro era nuestra, no era suya. Esto es como cuando juega el Atlético de Madrid, lo domino, pero el peligro lo tiene él. La clave es ser capaces de alternar eso con tener más posibilidades de ataque con balón, de generar más con balón, de llegar al campo contrario con balón, sumar más pases… Pero por encima de todo, que el balón lo queremos para generar ocasiones. No para tener la pelota. Lo que es evidente es que si un rival te espera, tendrás que sumar más pases. Y si un rival te viene a buscar, pues igual con menos pases puedes hacer más ocasiones de gol.

-¿Eso supone un reto, hay que implicar a jugadores más técnicos en el trabajo sin balón?

-Creo que en un equipo los buenos jugadores siempre tienen cabida. Al final es la famosa balanza. Me acuerdo que en el Girona tenía a Jandro, que era un jugador espléndido, de los mejores que he entrenado. Y defensivamente, le costaba. Un día hablé con él y le dije: "Mira Jandro, podemos hacer dos cosas. Enfadarme yo porque no defiendes y enfadarte tú conmigo porque te hago defender o me tienes que hacer 10-15 asistencias de gol y ocho o diez goles desde tu posición. Y defensivamente solo quiero que en las zonas en las que tú estés, que el balón no pase. Ya está. Y llegamos a un acuerdo". ¿Qué quiero decir con esto? Que al final tú puedes llegar a acuerdos con futbolistas. Pero si en la otra punta te dan. Lo que no puede ser es que, pensando yo que todo el mundo tiene las mismas obligaciones y los mismos derechos, dentro de ese guion ocho jugadores jueguen a una cosa y dos a otra. Entonces no nos llevaremos bien. Otra cosa es cómo yo me adapto al futbolista, que es mi obligación como entrenador. Ver sus virtudes y decir: "si yo no te quiero quitar ni que restes tu potencial, pero quiero que te adaptes a un marco colectivo que estamos exigiendo a todo el mundo". El fútbol es un juego colectivo, pero yo creo que es individual. Porque detrás de cada futbolista hay una persona y tienes que ver su naturaleza. Porque si un jugador es de correr por la banda, por ejemplo, por mucho que tú te empeñes a que entre por dentro a dar juego te va a costar. Porque su naturaleza es de jugar de extremo. Por lo que hay que buscar esos equilibrios de sacarle el máximo a cada uno y, con el mismo fin colectivo, ver cómo entiendo yo el juego. Porque yo quiero que ellos lo sientan. Al final, el tiempo me ha dicho que la clave de un entrenador es que ellos (los jugadores) te sientan. Tú puedes decir misa. Tú puedes saber o querer. Pero si ellos no lo interiorizan y hacen suyo eso que tú quieres, el equipo difícilmente va a fluir. Lo más importante es llegar a conseguir eso. Y eso se logra con unos hábitos, generando una intención futbolística, que todo el mundo se sienta importante, que desde el central puede entender que es importante en la salida de balón, que puede dar un pase de gol, que el delantero debe entender que la primera defensa tiene que hacerla él para orientar el juego a ciertas zonas… Al final es un juego colectivo, pero las decisiones son individualidades.

Detrás de cada futbolista hay una persona, es un juego colectivo con decisiones individuales

-¿Y si no por el nivel de calidad, es más difícil convencer a un futbolista más veterano que a otro más jóven?

-Es que ahí está la clave de los entrenadores. Veteranos y jóvenes tienen sus virtudes y sus defectos. El fútbol es como la vida. Uno, cuando es joven, lo que no puede ser es un chico temeroso, que no sea atrevido. Yo prefiero que sea descarado. Porque para poner el freno de mano siempre estamos a tiempo. El más maduro será más conservador, en general, como la sociedad, como somos las personas. Yo de joven era revolucionario y ahora, que soy padre de familia, soy más conservador. En el fútbol pasa lo mismo. Al joven hay que ir con las riendas "sooo, sooo", pero dejándole, que se desboque, porque se tiene que desbocar. Y al mejor, pues al contrario, por el exceso de responsabilidad. "Acuérdate de cuando eras joven, que también puedes rendir todavía". Encontrar ese equilibrio de insolencia, pero bien entendida. Donde haya una responsabilidad, pero al final es un juego en el que no hay un manual. Yo te oriento, te ayudo, pero tus condiciones las tienes que explotar tú. ¿Quieres tirar un caño? Vale, pero tíralo en el área contraria, no me lo tires en nuestra área. Sé insolente donde puedes ser insolente y sé responsable donde debes ser responsable. Nunca he creído en el DNI. Porque al final son personas a las que tienes que gestionar.