El fútbol son datos y sensaciones. Cerebro y corazón. Análisis y anhelo. No siempre pueden ir de la mano. De hecho, cuando no lo hacen también generan preocupación o esperanza. Un equipo puede no transmitir buenas sensaciones y sumar puntos (léase, el Córdoba de Oltra de la 15/16) y, por el contrario, mostrar buen juego o hacer las cosas bien y no conseguir puntos, victorias o el objetivo, como aquel equipo del 2005. Lo ideal, lógicamente, es que las sensaciones que transmita un equipo sean buenas y que éste vaya sumando puntos y victorias conforme a lo que muestra. En el caso contrario, sensaciones y números pobres, se abre la puerta a la preocupación.

De vez en cuando hay que recordar algo que es de perogrullo, una obviedad, porque con tanto mensaje intersemanal interesado y tanta zarandaja se puede llegar a perder la perspectiva y, alguno, hasta el oremus. El Granada llevaba 206 días sin lograr un triunfo. Seis meses sin festejar una victoria. Esta temporada en Los Cármenes, por ejemplo, no pasó del empate a cero ante el Albacete. Al Córdoba, ayer, le hizo tres goles y pudo endosarle una goleada si Kieszek no está acertado en el penalti que detuvo ante Adrián Ramos en el minuto 58, o el larguero no repele un golpe franco directo de Álex Martínez en el minuto 34, por no recordar otras oportunidades hasta el minuto 80, en el que desconectó descaradamente.

El Córdoba vuelve a ser el equipo más goleado de Segunda y terminará la jornada, al menos, en el podio de tan dudoso honor. 11 goles en seis encuentros de Liga, y 17 goles en los ocho partidos oficiales jugados esta temporada si se cuenta la Copa. Si se dice que los equipos se construyen desde atrás, ya se puede afirmar que a este Córdoba han empezado a construirlo desde el tejado y las ventanas olvidando por completo los cimientos. Por lo tanto, y al igual que en temporadas anteriores, el vaivén está asegurado. La pregunta es obligada. Aún sin cimientos como entonces, ¿los materiales son mejores que en esas dos anteriores temporadas o son peores? Ahora mismo, en la sexta jornada, este equipo transmite tener los mismos cimientos (pocos) y peores materiales, sobre todo si se tira de memoria y se recuerda, precisamente, aquella 2015/16 con la doble efe (triple, más bien), más Xisco y otros.

Pero más allá de los preocupantes datos, las sensaciones no ayudan a mirar esos números con desconfianza, como diciendo «ya, pero el equipo es más que esos números». Qué va. Al contrario. Durante 80 minutos, el Córdoba en Los Cármenes tuvo una llegada con cierta claridad: un disparo cruzado y raso de Javi Galán que detuvo abajo Javi Varas.

El Granada se subió a la efervescencia de Machís, al que el Córdoba no supo parar y se entretuvo en anotar el primer gol en el minuto 9, marcar otro más y generar el tercero. Ese primero lo enchufó tras un centro desde la derecha de Víctor Díaz. No funcionaba el Córdoba en la conducción ni en la conexión con el balón y Carrión, al menos, decidió que había que intentar que el Granada no estuviera cómodo. Movió a Guardiola a la derecha y metió a Alfaro por dentro. En esos 10 últimos minutos del primer tiempo el Córdoba logró transmitir la sensación de que el duelo se igualaba, a pesar de ese balón al larguero de Álex Martínez.

Pero nada más salir de vestuarios, de nuevo Machís hizo de las suyas. En una carrera de fuera hacia dentro, casi sin oposición, lanzó un disparo cruzado desde la corona del área, ajustado al poste, que cerraba el partido. Carrión hizo el carrusel de cambios y Oltra metió al equipo un pasito atrás para salir al contragolpe. En uno de ellos, provocado por un error de Josema, llegaría el penalti de Kieszek a Adrián Ramos. El delantero nazarí lanzó la pena máxima y el polaco le adivinó la atención. En los siguientes 20 minutos no ocurrió absolutamente nada, lo cual habla bien del Granada y no tanto del Córdoba. Sólo una opción de Pedro en el área pequeña blanquiverde y un disparo desviadísimo de Aguza.

En el 82 volvió a aparecer Machís con una jugada calcada a la del segundo gol, metiéndose entre Joao Afonso y Caballero y saliendo con el balón controlado. Kieszek logró detener el disparo a una mano, pero el rechazo lo empujó Joselu a placer. La goleada parecía estar servida, pero Guardiola (de lo poco salvable ante los nazaríes) enchufó un centro de Jaime Romero para insuflar algo de honor a este Córdoba, que empujó en esos 10 minutos finales para intentar maquillar aún más el resultado. Tuvo una doble oportunidad Jona Mejía, pero se topó con Javi Varas, ya en el descuento.

Salvo esos 10 últimos minutos en los que además de la condición física («equipo Oltra») estaba la psicológica de saberse ganador, el Granada se mostró demasiado superior al Córdoba. En esos 80 minutos, entre las defensas de unos y otros hubo notables diferencias. También en el centro del campo: convenció mucho más la pareja Montoro-Baena (a pesar de su lentitud) que la formada por Edu Ramos y Aguza. En las bandas, Machís y Pedro generaron mucho más peligro y trabajo que los hombres de banda blanquiverdes, mientras que en las parejas de ataque sí que hubo cierta igualdad. La diferencia, que los locales tuvieron muchas más oportunidades a lo largo del encuentro que los visitantes, a los que apenas se vio en esos 10 minutos finales. Si no llega a ser por ese tramo final, el sonrojo cordobesista hubiera sido, de nuevo, de un nivel importante.