Nació en “una ciudad que tiene 60.000 habitantes. La echo de menos, porque son ya varios años fuera de casa. Salí a los 19 años, ya son muchos. Pero voy en verano; estas Navidades fui a Sabadell, pero cuando tengo una o dos semanas vuelvo a casa a ver a los amigos, los primos, la familia”. Su carrera, más o menos en serio, empezó en el juvenil del Inter, el equipo Primavera. Luego pasó a la Sampdoria y jugó en Champions, en el Steaua. “Me vieron en un partido, jugaba en el Grosseto, jugábamos en casa ante el Sassuolo, que era el líder de Segunda; el entrenador era Di Francesco, entrenador de la Roma, y metí dos goles. Estaba el director deportivo del Steaua, me contó que iban a ver a Pavoletti (que ahora está en el Cagliari), que jugó también en la selección. Fueron a verle a él y me ficharon a mí. Cosas del fútbol. Después de jugar en Champions con el Steaua me fichó el Eibar y no sé, por suerte o no sé por qué”. Su llegada al fútbol español también tuvo su dosis de suerte o de casualidad. “Estaba concentrado con la Sampdoria y fui al Torneo Carranza. Era suplente porque ficharon a Eder, a Barghessio, era la final ante el Atlético de Madrid y a los 10 o 20 minutos se lesiona Barghesio, se gira el entrenador y me dice: ‘Entra’. Y yo: ‘¿Yo?’. E hice un buen partido. Sabía que había ojeadores del Eibar y ahí empezó todo”.

-El verano cogió el coche y se plantó aquí tras la llamada de Berges.

-Circunstancias del fútbol, normal. Dije a la prensa que volvía con ilusión porque aquí la gente me tenía cariño, pero quería demostrar lo que en la etapa anterior no pude demostrar. Creo que la cosa, personalmente, está saliendo muy bien, aunque los resultados me gustarían que fueran diferentes.

-¿Qué es lo que más ha fallado en esta temporada?

-Buff... Muchas cosas. Normal. Creo que, pensando en todo, la planificación empezó con retraso y eso es normal que afecte muchísimo en el vestuario y también fuera. Era normal que llegara esa negatividad y esa negatividad te lleva a hacerlo y a pensarlo todo en negativo. Lo que afectaba mucho era que no se podía fichar. Los resultados empezaron mal, encajando muchísimos goles desde la primera jornada y eso te lleva a pensar en negativo. Cuando las cosas empiezan mal no es un buen camino para llegar bien. Culpables somos todos, los primeros, los jugadores, porque al final entre todos somos los que entramos en el campo. Pero desde el inicio la cosa no salió bien.

-El jugador intenta aislarse de esa negatividad pero también llega al vestuario.

-Es lógico. Cuando estás ahí, abajo de la tabla, jornada a jornada y no tienes fuerza para levantarte rápido, al final pasa. Los equipos que estaban abajo y arriba al inicio de temporada son casi los mismos. No son diferentes. Los de arriba se quedaron arriba o están ahí. Como he dicho, la cosa es más mental, una cosa de toda la vida: cuando las cosas empiezan mal o tienes fuerza para levantarte rápido o te cuesta muchísimo. Y al revés: si las cosas te salen bien al inicio te quedas ahí arriba. Y son equipos normalitos. Porque el Mallorca viene de la Segunda B, comenzó bien, con entusiasmo y se quedó arriba. El Rayo Majadahonda se quedó a mediatabla. El Extremadura empezó abajo y ahí ha estado y ahora intenta salir. Los que empezaron mal estamos ahí todos.

-El equipo es muy frágil mentalmente.

-El aspecto mental es fundamental en todo. Cuando llegué al inicio, por las circunstancias de Sandoval y de que la mayoría logró la permanencia, parecía que se tenía que jugar así, que en cada partido tenías que ganar como fuera en el minuto 10 o en el minuto 1. Y creo que nos afectaba muchísimo. Porque los primeros partidos eran un correcalles. Para arriba, para abajo, un 3-3, un 2-4 y eran partidos que desde el inicio de temporada debíamos gestionarlos de manera diferente. Y no pensar en el pasado, de tener que ganarlos como sea. Creo que el aspecto mental empezó ya ahí a ser muy complicado. Teníamos que tener más cabeza. Hacer las cosas normal, a defender mejor y después ir creciendo. Y nosotros creo que empezamos al revés, pensando que en los primeros partidos había que ganar como sea. Y el fútbol no es así.

-¿Eso generó mucha ansiedad?

-Sí, mucha ansiedad. Hasta que no encajabas el primer gol no reaccionabas. O al inicio, cuando metías un gol no eras capaz de mantenerlo y te empataban o remontaban. Luego pasó al contrario, entrábamos al campo casi muertos y cuando nos metían un gol reaccionábamos. Creo que toda la temporada ha sido una montaña rusa.

-¿Fue duro para usted lo que ocurrió en Granada?

-No. Era una cosa que creo que era normal. Luego hablé con Sandoval y no había ningún problema. El cabreo normal por ser sustituido así, pero son cosas que pueden pasar en el campo. Pero personalmente no me lo tomé en serio, porque son errores o lo que sea que el entrenador siempre hace algo por el bien del equipo, por el bien de todos. No creo que un entrenador se pegue un tiro al pie. Lo mismo que un jugador. Cada jugador intenta al entrar en el campo dar todo por el equipo y sobre todo para él. Porque al final, un jugador, si es egoísta, lo es para él pero también para el equipo. Si el delantero quiere meter gol es igual que para un portero fallar lo menos posible. Es una cosa personal de cada uno cuando entra al campo. En ningún sitio, sobre todo en este grupo, hay nadie que salga al campo diciendo que quiere perder o jugar mal por esto o por lo otro. No lo he visto nunca, tampoco aquí. Pongo la mano en el fuego por este grupo.

-¿Esperaba un año tan bueno en lo personal?

-Son estadísticas que hacen bien. Me duele por las circunstancias, por todos los resultados que podían haber sido mejores. Seguro que igual no estábamos salvados, pero al menos cinco o siete puntos más podíamos tener, tranquilamente.

-¿Esta plantilla es mejor de lo que refleja la clasificación?

-Es mucho mejor de lo que se ve en el campo. Pero como he dicho son circunstancias. Me acuerdo que cuando descendí con el Grosseto, llegué en enero, lo hice en una circunstancia como aquí esta temporada, llegando jugadores en enero como Flaño o Carrillo, pero ya ves que el barco está malito. Teníamos un equipazo. Donatti, que está en el Mainz y otros jugadores que han jugado en la Serie A. Era un equipazo, pero en este momento, en este equipo, así, todos rendimos mal. Lo que pasa en esta plantilla es algo parecido: somos buenos jugadores, pero este año, aquí, las cosas han salido mal. Punto.

-¿Esa ansiedad de la que hablábamos era dentro, pero también desde fuera? ¿Se percibía?

-Eso se nota. Como dije antes, todo empezó con muchas operaciones de enero, del verano pasado, cuando el problema de no poder fichar porque no había ingresos. Ahí empezó todo. Y luego en enero con la venta de Guardiola, de Galán, se solucionó algo, pero creo que era demasiado tarde. Todo lo que afecta alrededor, aunque en el vestuario hablemos de otras cosas, pues es normal que te afecte. Ya en enero la cosa estaba muy negativa. No viene nadie, estamos descendidos, etcétera. Son cosas que pasan.

-¿Y de aquí al final?

-De aquí al final dar la cara. Creo que ningún jugador quiere entrar al campo queriendo perder, sino para demostrar lo que no ha podido demostrar hasta ahora. Se ha visto en Oviedo. Es normal que en un partido clave, como era Extremadura o ante el Lugo, no sé, no fuimos capaces de seguir sumando o de hacer un partido como hicimos en Cádiz o contra el Mallorca. Luego vas a Elche y, no sé, son cosas inexplicables. Los entrenadores que han pasado, si hubieran tenido la solución, ya la habrían hecho. Todo fue mal desde el inicio y ahora está en nuestro poder luchar y dar la cara.

-En esas ‘finales’ el equipo no respondió.

-No ha podido competir. No lo entiendo. Contra el Lugo era extraño. Se vio un equipo extraño. No es que no quisiera luchar, porque sí lo había hecho una semana antes; no sé qué cambió una semana después. Son situaciones, circunstancias. En este momento creo que nadie puede explicarlo. No es normal que en Oviedo pierdas en diez minutos 2-0 y el equipo empieza a reaccionar. Lo de menos es cuando entré yo, porque antes ya había habido alguna ocasión. Es inexplicable. Ante el Extremadura en casa fue igual. Me expulsan, vamos dos goles abajo, empatamos, remontamos de dos goles en cinco minutos. Son cosas inexplicables. Pero es verdad que luego, en los partidos clave, siempre hemos fallado.

-¿Cuál es su planteamiento tras el descenso? ¿Seguiría?

-No lo sé. Es complicado hablar en estos momentos de estas cosas. Tampoco quiero hablar. Soy consciente de todo lo que está pasando, lo que puede pasar y creo que ahora mismo no es momento de hablar de eso. De aquí al final faltan seis partidos y de aquí a entonces pueden cambiar muchas cosas. Para bien y para mal. Hasta la última jornada puede pasar de todo.