Se acabó. Ocho meses después de su último gol, Federico Piovaccari rompió ayer en Algeciras la tremenda sequía que arrastraba y que, en cierto modo, hipotecaba las opciones ofensivas del Córdoba CF. Fue el tercero de los cuatro tantos del equipo blanquiverde, que se desmelenó en el Nuevo Mirador con una lluvia de goles para noquear al cuadro gaditano.

Muchos pensaron que el primer tanto del partido también fue obra del veterano ariete italiano. En realidad, Piovaccari remató casi en el área pequeña un centro desde la izquierda pero el guardameta Guille Vallejo salvó bien la papeleta. Aunque, con muy mala suerte, el rechace tocó en un zaguero rojiblanco y acabó introduciéndose en las mallas de la meta local.

De todos modos, Piovaccari tuvo una nueva opción y, en esta ocasión, la aprovechó. Tras un sensacional pase de Mario Ortiz, el italiano le ganó al carrera a los dos centrales algeciristas y luego batió en el mano a mano al arquero rojiblanco. Por fin, pensaría. Ocho meses después, con un traspaso, un parón por la pandemia y tres amistosos entre medias. Pero se acabó la sequía.

El anterior, en un Barakaldo-Rayo de Copa

El 12 de enero de este 2020 Piovaccari marcó el segundo de los dos goles del Rayo de Vallecano en el campo del Barakaldo. Era la segunda ronda de la Copa del Rey y el cuadro franjirrojo se clasificaba tras vencer a domicilio al equipo vasco. Aunque en aquel momento disfrutaba de su primer tanto como rayista, no podía sospechar de que sería también el último. No habría más celebraciones en Vallecas ni a domicilio con el Rayo. Apenas disputó dos partidos como suplente antes de marcharse rumbo al Córdoba CF.

Último gol de Piovaccari antes del partido en Algeciras, en un Barakaldo-Rayo. / YOUTUBE RAYO VALLECANO

En la que era (y es) su tercera etapa en el club de El Arcángel, Piovaccari afrontó el reto de bajar de nuevo al fútbol no profesional con 36 años de edad. Experiencia le sobra y se tomó con ilusión una nueva aventura de blanquiverde. Y la afición, encantada. El jugador transalpino tiene algo que no puede explicarse en términos puramente futbolísticos que le hace conectar a las mil maravillas con el cordobesismo. Ese algo le ha servido para ganarse a la parroquia blanquiverde que, además, guardaba el buen recuerdo de su anterior temporada, antes de marcharse a Vallecas, en la que había sido el pichichi del equipo.

Piovaccari recibe la felicitación de la mascota del equipo tras forzar el gol en propia de Robles ante el Sevilla Atlético / ARCHIVO/FRANCISCO GONZÁLEZ

Así las cosas tanto Pío como el club y la grada se las prometían muy felices. Pero nada más lejos de la realidad. La pandemia del coronavirus solo le dejó disputar seis partidos. Bajo la dirección de Raúl Agné completó todos los minutos en juego de los choques ante Yeclano, Badajoz, Sevilla Atlético, Cádiz B, Algeciras y Cartagena.

En el partido que más cerca estuvo de anotar fue ante el filial hispalense en El Arcángel. En un saque de esquina forcejeó con Álex Robles y fue el zaguero sevillista el que acabó marcándose en propia puerta. En algunas fichas y crónicas apareció el nombre de Piovaccari como autor del gol, aunque en realidad ni siquiera tocó la pelota. Aquel encuentro dejó para el recuerdo una tijereta de Iván Navarro para cerrar la remontada y el último recuerdo de Robles en El Arcángel. Meses después ficharía por el Córdoba CF y, en tres semanas, debutará en el coliseo ribereño con la zamarra blanquiverde.

Piovaccari recibe la felicitación de sus compañeros tras su gol, ayer, en Algeciras. / CCF

Poco después, la pandemia dejó a Piovaccari con la sequía en la mente. Pólvora mojada. Una racha nefasta. Lo peor que puede ocurrirle a un delantero. Pero un jugador con su experiencia, que ha jugado en multitud de equipos, no se arruga ante la adversidad. Por eso, cuando se temió que, de nuevo, un defensa desafortunado le quitase un nuevo gol que parecía llevar su firma, galopó entre centrales, quebró al portero y puso el 1-3. Este sí es mío, pensaría. Se acabó la sequía. Ha vuelto Piovaccari.