Durante la noche del domingo, el presidente de LaLiga, Javier Tebas, compareció públicamente en el programa nocturno de Onda Cero. Allí, Raúl Granados le preguntó por el control económico de la patronal del fútbol y los casos ocurridos en Segunda División en la temporada que acaba, el Reus y el Córdoba. Tebas dejó claro que el de los tarraconenses y los cordobeses eran «dos casos distintos». El primero, porque «dijo que iba a inyectar un dinero que luego no inyectó en agosto». Sobre el segundo se extendió más. «Nosotros tenemos un control económico, pero si el que llega al club, que tiene tres millones y se los lleva... Nosotros no firmamos los cheques del pago», explicó en principio Tebas, para extenderse posteriormente más. «El problema del Córdoba viene de la temporada anterior -2017/18, la de la salvación-. Si un director deportivo tiene que salvar al club y por hacerlo tiene que cobrar un millón y medio de euros y vacía el club, eso penaliza la tesorería del club para el año siguiente», desveló. El presidente de LaLiga defendió que «nosotros no podemos decir que el club no sale a competir», pero lógicamente «el Córdoba fue penalizado absolutamente en su tesorería, porque el año anterior su director deportivo de entonces, que era Luis Oliver, pues facturó unas cantidades importantes, salió, pero eso le penalizó -al club- en su tesorería y en su masa salarial».

Hay que recalcar de las palabras del presidente de la patronal ese «millón y medio de euros» por salvar al equipo del descenso y la «facturación de unas cantidades importantes» a la entidad blanquiverde para entender, al menos en parte, lo ocurrido el pasado verano.

Con quien vino de la mano al Córdoba y quien le despidió a mediados de julio, Jesús León, reconoció ese parecido de la entidad blanquiverde con el Reus hace apenas unos días y admitió que «no se comunicó bien», a lo que habría que añadir que no se reconoció en su momento. Quizá el coste de imagen hubiera sido un buen peaje para que todos tomaran conciencia de la situación de emergencia. En cualquier caso, nunca se sabrá qué pudo ocurrir.

Lo que sí se sabe es lo que ocurrió. Entre otras cosas, porque los protagonistas y los hechos encajan. Rafa Berges intentó traer a Javi Varas y LaLiga dijo que no. También tuvo cerrado, un mes después del primer intento fallido, a Nacho Gil. El Valencia aceptaba que el Córdoba pagara el mínimo interprofesional, pero LaLiga también dijo que no. En su lugar llegó un hombre de la agencia de representación del director general del club que, a la sazón, se identificaba como un hombre de LaLiga, con contactos en ella o colaborador de la misma. A saber. Berges declaró que para él, lo que había ocurrido esta temporada fue «un descenso encubierto de LaLiga», una frase que en su contenido y en su espíritu encaja perfectamente con lo declarado por Tebas el pasado domingo por la noche. El ya exdirector deportivo, además del nombre de Javi Varas, también señaló que la patronal llegó incluso a obligarle a inscribir a Luis Muñoz con ficha de profesional. No era una cuestión menor, ya que solo se le permitían al Córdoba 18 fichas de profesionales. No solo ocurrió en verano, también en invierno. Berges tenía, por ejemplo, a Derik Osede, que terminó recalando en el Numancia. LaLiga alegó que tampoco se creía que el central, que había jugado en el Bolton, llegara al Córdoba por ese dinero mínimo. En su lugar llegó Chus Herrero, casualmente, integrante de la misma agencia de representación que De las Cuevas. También se cerró el acuerdo, además de con Bodiger, con Abdullah, que debía ser su acompañante en la medular. Llegó Flaño. Y, para rematar, el Córdoba tenía un acuerdo cerrado con Federico Macheda, delantero del Novara, ahora en el Panathinaikos, recibiendo la misma respuesta del contacto del Córdoba con LaLiga, Alfredo García Amado: no se creían el sueldo-ficha del futbolista. En su lugar llegó José Ángel Carrillo, el último integrante de la prestigiosa cuadra de Vigueras. Evidentemente, el origen de todos los males se centra en aquella salvación o, más bien, en el modo de conseguirla y las consecuencias posteriores que había que pagar. Pero si los males ya eran importantes, las decisiones tomadas durante el verano y, sobre todo, en el mercado invernal, dieron la puntilla a este Córdoba. Al menos, aparentemente y según se deduce de lo que unos y otros van manifestando progresivamente.

Muy diferente a todo esto es el ruido interesado que algunos han intentado generar en los últimos meses, incluyendo un acuerdo a tres bandas que, si no estuviera escrito, negro sobre blanco y a modo de memorándum o plan de actuación, cualquiera calificaría de quimera resacosa tras una dura noche en la Cata del Vino. Pero existe. En cualquier caso, y salvo sorpresa, también todo esto quedará en pasado.

Pero en lo ocurrido durante esta campaña empiezan a salir declaraciones, datos y hechos para ir dejando atrás filias y fobias. Sobre todo para poder entender mejor todo lo que ha pasado y que ha dejado demasiados cadáveres en el camino.

En las próximas semanas seguirán apareciendo más y más piezas del rompecabezas. Quizás no podamos hacernos con todas, pero sí con las suficientes para poder entender mejor no solo lo que ha ocurrido, sino cómo y por qué, y lo más importante: si el Córdoba, además de las consecuencias deportivas señaladas por el propio Berges tiene también consecuencias económicas. Contraponer datos a filias y fobias.