Alessandro Pierini, legendario capitán del Córdoba CF, se encuentra en Viareggio, en la Toscana, relativamente cerca de la zona cero de la pandemia de coronavirus en Italia, Lombardía. El que fuera central blanquiverde tiene un restaurante en su localidad natal y entrena al filial del Spezia, de la Segunda italiana, por lo que su vida ha cambiado drásticamente: “Antes salía a las 7 de la mañana y volvía a casa a las 12 de la noche o incluso a la una”, relata el transalpino, que este miércoles cumplirá su segunda semana de confinamiento junto a su pareja y las hijas de esta. Su padre, de algo menos de 70 años, vive cerca de él, aunque su hijo, también futbolista del Cosenza, está actualmente en Parma, una zona “delicada”, como él mismo reconoce.

-¿Cómo se encuentra?

-Estoy bien de salud, por suerte, porque además, por ahora, a mi familia no le ha pasado nada. Estamos un poco… Es algo irreal lo que está ocurriendo. Cuando sales a la compra parece una película. Calles vacías, no hay nadie, todos con mascarillas. Imagino que ahí pasará lo mismo. Siempre pienso que parece una película. Te parece raro porque uno nunca podía pensar en algo así. La verdad es que hace un mes, cuando empezó todo, nadie podía pensar que llegáramos a esto. Pero al final… Pues aquí estamos.

-¿Cuánto lleva de confinamiento?

-Aquí, cuando pusieron la medida, marcaron como fecha hasta el 3 de abril, pero todo el mundo tiene claro que esta semana ampliarán el plazo. Es mi idea. Creo que hasta finales de abril no dejarán salir a nadie. Aquí lo que hacen para salir a la calle es que tienes que llevar un papel y una certificación. Tienes que poner el motivo de tu salida. Si es por compra, por trabajo, etcétera. Si te paran tienes que justificar el por qué. Estás obligado a ir al supermercado más cercano, no puedes ir más lejos de tu casa. Y si es por trabajo tienes que demostrarlo claramente. Hasta hace una semana había mucha polémica por los runners, los que corrían por la calle. Ahora ya no está permitido. Ahora está permitido estar cerca de casa, sacar el perro a 200 metros, máximo, de tu casa. Ahora también te pueden multar por eso. Este sábado o este domingo tomaron una decisión más rígida sobre las fábricas, que aún estaban abiertas. Ahora está todo cerrado y solo abren las fábricas para comida, farmacia, etcétera, servicios esenciales. Aquí, en el norte, muchas familias salían. Lo de Lombardía ha sido una cosa de locos. Veo el telediario y es increíble.

-¿Cómo está su familia?

-Todos bien. Aquí, en la Toscana, cada día hay casos, pero no son muchos, por ahora en la región hay unos 2.200 casos. Pero todo el mundo está esperando a que pueda subir eso, por el efecto de lo que pasó hace dos semanas. Están todos preocupados. Dicen que esta semana será una semana clave para el centro y el sur de Italia.

-Hace dos semanas, muchos italianos del norte huyeron al centro y al sur, ¿no?

-Eso fue una locura. A nosotros, a los italianos, siempre nos critican en el mundo por no ser muy cívicos. Pero también veo que en Francia y en otros países ha pasado eso. De todas maneras, lo que pasó fue increíble. Porque en la zona de Lombardia, Emilia-Romagna, en la zona roja teóricamente, la gente no podía salir. Pero hizo un fin de semana de sol y hay gente de allí que tiene aquí su segunda casa, de verano, y aquí estaba… Todo el mundo. Parecía un día de verano. Y claro, tengo un bar-restaurante en el paseo marítimo y se trabajó muchísimo. A la gente que yo escuchaba hablar era del norte. Luego tomaron la medida de cerrar todo, pero la consecuencia la estamos pagando y espero que no empeore mucho la cosa. Sobre todo en el sur, porque en el sur tendríamos problemas de sanidad.

-Es una zona más delicada el sur.

-Son dos mundos distintos. Lo que ha pasado en Lombardía pasa en Campania o Calabria y... Allí moriría el triple de gente, porque la Lombardía, a nivel de sanidad, es de lo mejor del mundo, por organización, puestos de trabajo, médicos, etcétera. Sin embargo, el sur… Todas las regiones del sur están quebradas, todas quebradas. Justo este domingo estaba viendo unas declaraciones del presidente de Calabria diciendo que tienen 100 puestos de terapia intensiva, 100 camas de UCI. Para toda la región. Claro, mucha gente ha bajado en trenes desde el norte a su casa en el sur y por eso ahora tienen miedo de que pueda haber afectado a mucha gente de ahí.

-¿Cuánto tiempo lleva confinado usted?

-Llevo dos semanas prácticamente. Después del domingo de hace dos semanas… Los lunes el restaurante está cerrado, el martes abrimos porque la medida decía que hasta las 6 de la tarde sí se podía y después ya cerramos. Desde el miércoles, hará dos semanas pronto.

-También le afectará económicamente.

-Sí, la verdad es que va a ser un golpe muy fuerte para todo. Quitando los supermercados y farmacias, que venden mascarillas y demás, va a ser un palo muy gordo para todo. Espero que a nivel europeo, parece que han tomado decisiones importantes y que no van a poner pegas para lo que necesite cada país. Porque el problema de Italia va a ser el problema de Europa. Ahora mismo, la prioridad es la sanidad, la gente tiene que curarse. Pero después será importante, una vez termine todo, que los bares, los hoteles, los restaurantes... Será importante que estos empresarios puedan tener la oportunidad de empezar de nuevo. Si quieren que los países empiecen a producir tiene que ser así.

-¿Cómo lleva el confinamiento?

-Normalmente, salía de casa a las siete de la mañana y volvía a las doce de la noche o a la una de la madrugada. Nunca comía en casa. Todo mi tiempo se lo llevaba el restaurante y el entrenamiento del filial del Spezia, que está a media hora de Viarregio. Nunca estaba en casa y me quejaba por ello. Y ahora estoy las 24 horas en casa. Es complicado, pero hay que hacerlo. Lo que haga falta. Pero te cambia la vida totalmente.

-¿Qué le llega de España?

-Estuve hablando con dos amigos de allí de Córdoba. Este domingo fue mi cumpleaños y me felicitaron. Estoy bastante preocupado, porque en España los números son peores que los de Italia en la misma fecha de contagio. Entonces, claro, hablando con ellos, que me dicen que está todo cerrado, el ejército en la calle, que no se puede salir… No sé, no sé. Hay muchos casos. Y ahí ha llegado un poco después, por lo que hay que ir mirando la curva de contagiados, que es preocupante.

-Esto afecta a todos.

-A todos por igual. Ahora mismo es algo que afecta a todo el mundo. Y también.. No puedes pensar en eliminar el virus aquí y no hacerlo en los demás paises. El mundo es global y hay que quitarlo de todos los sitios. Es un problema global, de todos. Cuando escuchas a (Boris) Johnnson decir hace una semana… "Aquí todo el mundo se contagiará pero hay que seguir". Eso no puede ser. Hay que tomar medidas para toda Europa. En casa, en casa y en casa.

-A su hijo lo tiene en Parma.

-Allí es una zona más complicada. Él llegó allí hace dos días. Está en casa, no ve ni a su madre. Le llevan la compra. Cuando te mueves de un sitio a otro tienes que confinarte 15 días y así lo está haciendo. Es lo que no ha hecho toda la gente que se fue del norte al sur cuando cerraron Lombardía. Lo que tenían que hacer es cuarentena, pero no lo han hecho y se ha infectado mucha gente. Allí la zona es más complicada pero son más organizados que en el sur. Ahora está en casa.

-¿Qué le diría a Córdoba y al cordobesismo?

-Que estamos en el mismo barco: los italianos, los españoles, los franceses, los alemanes… Hay que tomárselo en serio. Un error cometido aquí es que se pensaba que no iba a ser tan complicado. Y creo que también lo han dicho ya en los demás países. Aquí no se cansan de decirlo: quedarnos en casa, quedarnos en casa, quedarnos en casa. Es la única forma de que todo esto pase lo antes posible. Hay que aguantar y salir solo para lo indispensable. Ya está. Cuando sales debes tomar medidas con mascarilla y demás, pero lo mejor es quedarse en casa, no salir. Les digo a los cordobesistas que se queden en casa, que volverán los tiempos de salir, de tomar un café e ir a El Arcángel, de abrazarnos por un gol. Pero si queremos que llegue lo antes posible, ahora mismo hay que ser muy responsable, muy respetuoso con las reglas que nos dan.