La pegoletada es algo así como una fiesta hortera, con la singularidad de que todo el mundo sabe que es hortera. Vas porque tienes ganas de reírte de ti mismo, y predispuesto a bailar canciones que en tu sano juicio fulminarías de la radio. Es inexplicable lo que se produce en una pegoletada. Ves cómo ese grupo de treintañeras pide las Spice Girl y saltan con locura, y tú junto a ellas, claro.

Lamentablemente, la palabra pegoletada no está registrada en el diccionario.

La pegoletada se produce una vez al mes -más sería inhumano- y cada veinte minutos, aproximadamente, el DJ exhibe un tema potable, para que tomes aire.

Últimamente los partidos del Córdoba tienen algo de pegoletada. Primero porque uno a la semana empieza a ser demasiado. Segundo porque ya todos sabemos a lo que nos exponemos. Estamos a medio camino entre el llanto y la risa.

Justo al acabar lo de Tenerife decidí meterme en la web del periódico. «La próxima semana, el Córdoba recibe al UCAM, hoy por hoy, rival directo por la salvación», concluía la noticia del encuentro. ¿El UCAM rival directo? ¿En serio esto está pasando? ¿En serio estoy bailando esta canción de Laura Pausini?

Incredulidad. Eso es la pegoletada.

Tercera semejanza: los discursos: ¿Se han parado a analizar detenidamente las palabras de los jugadores?

- Es la ley del fútbol -se escucha en el vestuario.

- Tu cuerpo y el mío llenando el vacío, subiendo y bajando... - se canta en la pegoletada. ¿Y escucharon al nuevo presidente?

- Quiero consolidar al equipo en Primera.

- Con esta melodía, tu color, tu fantasía... Ya no puedo más, ya no puedo más -le podría responder Enrique Iglesias, momento álgido de la pegoletada.

Ay.

Un hombre me dijo que no me ilusionaba con el Córdoba. Mira que lo intento, que sigo todas las semanas aquí, en casa y fuera, pero es que me resulta más entretenido limpiar mi piso. Al menos sé que va a haber resultado.

Lo mejor es tomarlo con humor, ¿no? Ya cuando me hablan de ascenso, me río. No tanto cuando lo hacen de descenso.

Y para concluir... Lo de fichar. Mira que cuesta soltar dinero en enero. El año pasado la excusa era que íbamos primeros. Ahora los que mandan igual piensan que no da tiempo a subir, y para qué malgastar dinero por un par de puestos en la clasificación.

Los futbolistas, mientras tanto, seguirán diciendo que esto es muy largo, y en el fondo ese es el problema.

Lo único que se me ocurre para sobrellevar los 20 partidos que quedan -qué escalofrío me acaba de entrar- es tomarnos cada fin de semana como una pegoletada.

Bailemos lo que sea, lo que nos echen, por muy ridícula, hortera, dramática o surrealista que sea la situación.

Bailemos.

¡Sueño contigo!, ¿qué me has dado?