El Córdoba parece empeñado en romper cánones, obviar tiempos y olvidar etapas en lo que a planteamientos se refiere. De ahí que, una y otra vez, en las tres últimas temporadas, el fútbol le recuerde, con la misma tozudez con la que desde El Arcángel emplean para cambiar lo que nadie ha conseguido (porque es imposible), que mucho de lo que hay ya está inventado. Mucho o todo. Sólo entregándose a la excepción o a lo inesperado se puede afirmar que no hay correlación entre inversión y éxito deportivo. Habría que añadir planificación, profesionalización y conocimiento. Por lo tanto, no es de extrañar que más de una temporada de las últimas haya que calificarla como milagrosa.

El objetivo marcado el pasado verano, que no podía ser otro que el del ascenso, sólo aguantó un par de meses, los primeros. La plantilla hizo aguas en todo lo previsible y que ha de ser evitado por los profesionales: descompensación, lesiones y sanciones. Para colmo, la inversión en la misma no entraba entre las 10 más altas de Segunda y, por si hubiera dudas, la entidad blanquiverde fue la que menos invirtió en la primera plantilla de toda la categoría: sólo un 25,13% del presupuesto.

Esa tormenta perfecta, creada precisamente desde el núcleo duro del club, se llevó por delante a uno de sus mayores defensores: José Luis Oltra. El valenciano fue más «hombre de club» que nunca, aunque no le valió cuando las cosas vinieron mal dadas. Ya atisbó algo de ello en la temporada anterior, cuando él mismo, junto a Emilio Vega, logró convencer a la propiedad de la destitución del técnico, ya decidida unos días antes.

Las acciones de dicha propiedad se repiten cíclicamente. Algo muy parecido ha pasado con Luis Miguel Carrión.

El catalán tomó el mando de la nave tras la derrota en casa ante el Getafe (1-3) de la jornada 16. Inicialmente, iba a ser una solución temporal. Con el cambio en la presidencia, se barruntó contratar a Sergi Barjuan, pero Carrión rompió en su primer mes el guión previsto, al ganar en Reus y en Oviedo y lograr la eliminación de la Copa del Málaga. Lo que iba a ser cuestión de semanas, pasó de repente y a causa de unas pocas semanas a ser «la decisión en firme para toda la temporada». Al igual que en la campaña 2015/16, el mercado invernal no iba a ser brillante, precisamente. A pesar de las carencias del equipo, el Córdoba se reforzó con dos jugadores, Javi Lara y Mariano Bíttolo, ya que Sergio Aguza llegó por la marcha de Borja Domínguez.

CARRIÓN ‘NUNCA MAIS’ / Evidentemente, la remontada no llegaría nunca y lo que se atisbaba desde el verano y se cumplía a partir de finales de octubre, no hizo sino confirmarse el resto de la temporada: el objetivo del Córdoba, por más que el club marcara uno irreal en verano, no iba a ser otro que el de la salvación. Y ésta no se lograría fácilmente.

En ese espacio desde enero, Carrión ha escuchado de todo en el club. Desde que no iba a continuar «la próxima semana» hasta que continuaría en el cargo en caso de lograr la permanencia. Obviamente, del mismo interlocutor, copiando actuaciones del pasado. Asegurar que el catalán será el entrenador de la próxima temporada tiene los mismos visos de ser cierto que declarar lo contrario.

Sus detractores señalan su falta de experiencia, algo evidente, que a su juicio ha influido a la hora de perder puntos. Ha utilizado todos los esquemas tácticos posibles: desde el 1-4-2-3-1, al 1-4-4-1-1, pasando por el 1-4-1-4-1 y hasta el 1-5-3-2. Carrión ha intentado siempre todo con tal de pelear por hacer reaccionar a un equipo que, también hay que recordarlo, no pasaba precisamente por un buen momento físico durante gran parte del campeonato. El trimestre entre enero y marzo era, simplemente, dantesco en ese aspecto.

También sus más críticos señalan que, entre esos vaivenes, llegó a jugar un partido, en Getafe, sin delantero, mientras que paradójicamente, ha confiado en algunos hombres (Pedro Ríos, por ejemplo) más allá de lo que mostraban en el campo. Sólo en los últimos encuentros, en el caso del jerezano, se ha decidido a sentarlo en favor de otro jugador que hasta ese momento estaba desaparecido: Alfaro.

Obviamente, también recuerdan los más contrarios al catalán aquellos bandazos a su llegada, confiando en los más jóvenes y sentando en el banquillo a profesionales. Algunos de ellos, incluso, se quedaron algún encuentro en la grada. Posteriormente, una vez pasada la efervescencia de los primeros buenos resultados, tuvo que ir reclamando a los veteranos, de nuevo, para que remontaran una situación que llevó al equipo a meterse en puestos de descenso. Finalmente, esa imagen al exterior del técnico blanquiverde como «hombre de club», a semejanza de Oltra, tampoco le ha hecho ningún bien y es motivo de afiladas críticas por una buena parte de la afición.

CARRIÓN, ¿POR QUÉ NO? / Pero aunque sean minoría, aparentemente, Luis Miguel Carrión también tiene sus defensores. Al menos, los que justifican todo lo que ha tenido que hacer para tirar con el barco hacia delante y lograr la salvación, esa que según la propiedad le daría la continuidad en el cargo, lo que ha generado el debate, realmente ficticio.

El catalán ha sumado 33 puntos en 25 encuentros. Su ritmo de puntación anda, incluso, algo por encima del límite salarial deportivo de este Córdoba, que está en el 12º lugar. En esos 25 partidos, su Córdoba es el octavo más goleado (30) y el sexto menos goleador (24). En su Liga particular, el Córdoba estaría siete puntos por encima de los puestos de descenso y ocho por debajo de las eliminatorias de ascenso.

Uno de los hombres llegados en enero, Javi Lara, lo hizo en gran medida por la intermediación e insistencia del propio técnico blanquiverde y mientras que Oltra apenas contó con Javi Galán (a pesar de alabarlo) y con Piovaccari, él sí fue más valiente a la hora de disponer del pacense y del italiano. Una ventaja clara para su continuidad, aunque imposible de desdeñar por la actuación del club, es la económica. Otro argumento que emplean sus pocos defensores es que ha sabido adaptarse a lo que tenía casi en cada semana, en función de lesiones, bajas formas, sanciones, etcétera, en la plantilla, lo que denota -aseguran- una capacidad de aprendizaje y de abandonar dogmas irrenunciables. Como en cualquier debate, cabe casi cualquier opinión. Aunque el verdadero, sea con Carrión o sin él será: ¿Cuál será el objetivo? ¿Y la inversión? ¿A qué se quiere que juegue este Córdoba? Más que nada, para que la afición no se encuentre a mitad de campaña, como ocurrió en ésta, con la pregunta: ¿Objetivo? ¿Qué objetivo?