Era una cuestión de dinero, por supuesto, pero también la resiliencia jugaba un enorme papel. Básicamente, porque la otra parte ya había demostrado a lo largo de seis años y medio no dar su brazo a torcer ante nada ni ante nadie. Bueno, sí, ante el dinero, precisamente.

Jesús León llegó a la notaría madrileña, en Serrano 1, a las 13.11 horas. Ya llevaban allí bastante tiempo antes Carlos González, su hijo Alejandro, Andrés Delgado e Iván Zaldúa. También los abogados del montoreño, que tuvieron una semana maratoniana culminada con la jornada de ayer.

A las 13.25 el notario lee algunas de las cláusulas de la escritura de compraventa a los que han de firmarla. Andrés Delgado sale de un despacho contiguo para hablar por el móvil, apenas un minuto, a las 13.37. Vuelve a entrar. Durante una hora no se oye nada, no pasa nada aparentemente. A las 14.25, casi una hora después, aparece uno de los abogados de León hablando por teléfono. Solicita una documentación que se necesita de manera urgente, por lo que le aseguran que estará en el correo electrónico en minutos. A las 14.40 entra en el despacho Carlos González y pregunta «cómo va la cosa». Solo ocho minutos después de entrar, González y León salen del despacho y hablan durante unos minutos. Deciden bajar a la puerta de la calle, fumar un cigarro -con más ganas alguno que acaba de volver al vicio- y charlan con la prensa. Sobre todo González. Raja de un medio de comunicación cordobés. Pone muy bien a otro. Ninguno de los presentes le tiene muy en cuenta y le coloca una sonrisa de compromiso. Es el canto del cisne de quien no le importa estar enfrentado con todo el mundo hasta el último segundo. A las 15.55 entran todos, de nuevo, al despacho principal, en donde les espera el notario, que les toma los datos a los firmantes. Se cierra la puerta. Los últimos 10 minutos de tensión se viven en Córdoba. Los mensajes no paran preguntando si la operación está hecha o no. «Se va a levantar otra vez y esta vez se va a llevar dos millones», escribe un amigo con sorna. León barrunta una operación campo lleno en El Arcángel.

No hay sorpresa. A las 16.03 se abre la puerta. Desde ese momento, Jesús León es el nuevo propietario del Córdoba CF. Abajo, en la puerta, y para que la prensa lo pueda ver e inmortalizar, Carlos González le da un abrazo al nuevo presidente de la entidad blanquiverde. Algunos creen haber visto un gesto de emoción en el hombre que ya es historia en el Córdoba, en donde solo quiso sostenerse sobre los resultados deportivos. Nunca entendió al Córdoba. Difícil que entienda lo que significa un club. Pero, como siempre, volvió a protagonizar una nueva jornada agotadora.