«Lo que cuenta es estar fuera del descenso tras jugar la última jornada» ha dicho en más de una ocasión Jesús León en su círculo íntimo, intentando transmitir de esa manera tranquilidad y paciencia. Y convicción. Porque cuando compró un club lo hizo con éste en Segunda B. El Córdoba, entonces, era un equipo que temporalmente estaba en Segunda, aunque su destino parecía estar firmado. Él aseguró desde el inicio, en su primera entrevista, concedida a este periódico, que la salvación era posible. Estaba entonces a 11 puntos y con un equipo aún por construir. De hecho, ni había firmado a Sandoval, aunque era su intención, pospuesta por otras voces que apostaban entonces por el técnico que había en el banquillo.

Tendió puentes con todos, sin excepción, y pospuso los eternos debates en torno al club al final de la competición. El próximo sábado se cumplirán cuatro meses desde que compró el Córdoba, momento en el que no pocos mostraron su susceptibilidad y centraron su discurso en la buena voluntad del recién llegado. Llegó a tener al equipo a 14 puntos de la salvación y ni siquiera entonces modificó su discurso. Su salida de Vallecas, con decenas de aficionados aclamándole, dejó claro que la afición le respalda. No en vano ha dejado a tiro de piedra la permanencia. El milagro puede llegar en la antepenúltima jornada.