A tres puntos del descenso llegó el Córdoba al Sánchez Pizjuán y con el mismo margen sobre la zona roja se marchó. Pero dieron para mucho aquellos 90 minutos. Para empezar, comprobar que la afición siempre ha respondido. 2.000 seguidores de los poco más de 4.000 espectadores que asistieron se habían desplazado desde Córdoba. Leves peticiones desde la grada a Paco Jémez, tras la derrota, de que emprendiera la marcha. Ocurriría muy poco después.

Julio Iglesias, Mario, Pablo Ruiz, Pierini, Diego Reyes, Cristian Álvarez, Endika, Katxorro, Juanlu, Asen y Arthuro comenzaron el duelo ante un filial sevillista plagado de nombres que han llegado. Varios han triunfado. Javi Varas, Óscar Ramírez, Lolo, David Prieto, Casado, Jonathan Ruiz, Pablo Sánchez, Alfaro, Perotti, Armenteros y Juanjo.

Aquel Córdoba tenía problemas clasificatorios, también a balón parado y, sobre todo, en los últimos cuartos de cada encuentro. Algo que suena terriblemente familiar. Encajó el primero a balón parado, al no poder atajar Julio Iglesias una falta, lo que fue aprovechado por Pablo Sánchez para igualar una contienda que se había desnivelado con un tanto de Arthuro. Paco Jémez reconocía en sala de prensa que «hay que intentar que el rival no esté acertado en algunas cosas, por ejemplo a balón parado». Se refirió principalmente a aquel gol de Alfaro, desde 40 metros. Un Alfaro que le dio la tarde a todo del conjunto blanquiverde y, especialmente, a Endika Bordas. Unos días después, el técnico declaraba que aquel gol de la derrota en el Sánchez Pizjuán «fue más acierto del lanzador que error de Julio», aunque todos miraron al portero blanquiverde.

Un Jémez que no terminó la temporada, pero que demostró su carácter en cada partido. Aquel día, a Teixeira Vitienes le espetó: «¡Nos están machacando a patadas, saca una tarjeta ya!». Fue amonestado, claro.