La mutación que debe realizar el conjunto blanquiverde ha de ser muy parecida, si no mejor, que la de la pasada campaña. Entonces, el Córdoba inició la Liga con José Luis Oltra en el banquillo. En el primer tercio liguero, los blanquiverdes sumaron 18 puntos, media prácticamente justa para la salvación, lo que les dejaba a dos puntos de los puestos de eliminatorias de ascenso y a tres puntos del descenso.

El segundo tercio fue dramático para los intereses blanquiverdes. El Córdoba fue el segundo peor equipo de la categoría en esa fase, sumando sólo 12 puntos (tres triunfos), nada menos que a 13 puntos del sexto mejor equipo en ese período, el Oviedo, con 25 puntos. Además, sumó dos puntos menos que el quinto peor equipo de la categoría, con lo que al sumar 30 puntos en la jornada 28, dejó claro que su pelea sería por no bajar. Ya con Luis Miguel Carrión en el banquillo, sumaba un solo punto más que la zona de descenso y el sexto puesto se le iba a 13 puntos en la jornada 28. Esos 25 puntos en el tercio final, logrando siete triunfos (cuatro más que en los 14 encuentros anteriores), supuso el empujón final necesario para lograr la permanencia, de manera matemática, en la penúltima jornada de Liga.

En esta temporada, el Córdoba sumó sólo 10 puntos en el primer tercio de Liga, colista, a cinco puntos de la salvación y sumando ocho puntos menos que en el mismo periodo de la temporada 2016/17. En el segundo tercio (de la jornada 15 a la 28) sumó 12 puntos, los mismos que en la misma fase de la campaña anterior, por lo que fueron esos 25 puntos de los últimos 14 partidos los que transformaron por completo el panorama del conjunto blanquiverde. Mucho tuvieron que ver en esos 25 puntos los 13 de 15 en las últimas cinco jornadas, con aquella victoria en Vallecas ante un Rayo que no se jugaba nada y un Girona que llegó a El Arcángel ya en Primera División. En todo caso, una mutación igual o mejor aún es la que necesitará el actual Córdoba para lograr la permanencia.