Rubén de la Barrera (La Coruña, 1985), es un entrenador con las inquietudes y la ambición propia de un joven que quiere alcanzar lo máximo. Y es que, a sus 32 años, es el técnico más novel de todo el fútbol profesional español. No en vano, a sus 19 años decidió colgar las botas para pasarse a los banquillos y tras tres años en el Ural, el Arteixo y el Montañeros --todos ellos de Tercera--, le llevaron a conseguir el título nacional a sus 23 años. Más tarde pasó a dirigir al zamorano Villaralbo, también de Tercrera, y desde allí dio el salto a la Segunda B gracias a la oportunidad que le brindó el Guijuelo en la 2013/14.

El coruñés dejó una profunda huella en el club salamantino, que compitió por primera vez en un play-off de ascenso a Segunda División --cayó apeado por un Leganés que dos temporadas después ascendió a Primera--. Además, dos campañas más tarde, en la 2015/16, lo clasificó para la Copa del Rey, en la que alcanzaron los dieciseisavos de final enfrentándose al Atlético de Madrid. Uno de los jugadores que estuvo bajo las órdenes de este técnico precoz fue el cordobés Antonio Pino, quien le recuerda como un entrenador «muy metódico y con el balón como protagonista; por ello, trajo a muchos jugadores de gran calidad y el pelotazo estaba totalmente prohibido».

En lo que respecta al trato presonal en el vestuario, Pino lo define como «un hombre muy cordial, que nos trató muy bien y aprendimos muchísimo de él a pesar de que estuviera 24 horas hablando de fútbol; la figura de Guardiola era un referente para él», insiste el delantero cordobés del Guijuelo, quien también añade que «era muy joven, más que muchos veteranos del equipo y le gustaba mucho hacer bromas y disfrutar del momento». Tenía la alegría propia de su juventud, pero dentro del campo mostraba su carácter en cada día de trabajo. «Sus entrenamientos eran cortos pero intensos, pero sobre todo tenía sus ideas muy claras y nos las transmitía perfectamente a nosotros; nos impregnamos rápidamente de su forma de jugar y por eso cuajamos grandes temporadas».

Por otro lado, en Guijuelo también lo recuerdan por su vestuario. «Algunas veces su ropa llamaba un poco la atención, por ejemplo llevaba polos apretados al estar delgado; en definitiva, le gustaba captar la atención en todos los sentidos para rebajar la presión de sus jugadores».

SU GRAN ÉXITO

Tras un brillante paso por el Guijuelo, a De la Barrera le llamó la Cultural Leonesa y se embarcó en el proyecto catarí de Aspire Academy. Y con su misma filosofía de juego, el conjunto leonés regresó a Segunda División tras 42 años de espera. De aquel éxito fue también partícipe el defensa de Algallarín Fran Regalón. Actualmente en el Racing de Santander, el jugador cordobés recuerda como «Rubén me ayudó muchísimo a entender su juego y todo fue muy fácil». Lo recuerda cómo «un entrenador muy joven que rompía con el prototipo de técnico clásico y cuando lo conocí, me llamó mucho su forma de vestir pues iba muy a la moda». Dicho éxito se festejó por todo lo alto y además de aquel recuerdo, Regalón también memoriza «la chaqueta rosa que se puso durante los eliminatorias; de hecho, mucha gente se la compró en León después y también gran parte del cuerpo técnico».

"En el ‘play-off’ se puso una chaqueta rosa y mucha gente se la compró después"FRAN REGALÓN, jugador del Racing de Santander

Regalón llegó al Reino de León en marzo tras rescindir contrato con el Numancia y «fue un periodo intenso y así lo pudimos comprobar en cada partido, pues se mostraba muy enérgico y ejecutaba cambios de manera constante ya que quería que todos estuviéramos en un estado de concentración máximo pues faltaban ocho partidos para conseguir la meta del play-off». Había un objetivo importante en juego y fue «una vez conseguido el ascenso cuando se vino a comer con nosotros pues estábamos todos relajados y durante la fiesta quiso mantenerse en un segundo plano», insiste Fran Regalón.

Con la ambición por bandera, De la Barrera afronta su primera temporada en la división de plata con el dinamismo y el espíritu propio de un joven que no pone techo a su trayectoria. Todos los aficionados que acudan mañana a El Arcángel darán fe de ello.