No es un tópico aquello de que un descenso es una devaluación para todos. Para los que trabajamos alrededor de un equipo no es lo mismo hablar del Osasuna, próximo rival del Córdoba y que está ya en Primera División, que -con todos los respetos- del Atlético Sanluqueño, la Balona o el Jumilla. Para el espectador, que no el aficionado, tampoco es lo mismo, porque vender un Córdoba-Deportivo de la Coruña dista mucho de poder hacerlo con la misma expectación que un Córdoba-San Fernando. Continuando con todo lo que rodea a un club de capital de provincia, es entendible que hasta los negocios, desde los más cercanos al propio estadio hasta los de la ciudad -solo hay que ver el paso fantasma por Primera- también se ven afectados negativamente con la pérdida de categoría. Para el aficionado, además de todo lo anterior, hay que sumar el dolor y hasta la afrenta que supone ver a su equipo, a su club, peleando con otras entidades, en una división que entienden -con bastante razón- que no es la que corresponde.

En definitiva, un descenso afecta a muchas personas, más allá de sentimientos.

También debería afectar a los profesionales que actúan en el césped. Pero ahí existen peculiaridades que son doblemente injustas. Doblemente porque a la teórica devaluación del propio futbolista, que en algún caso no se producirá desmerecidamente, se une la fase final del campeonato en el que se produce ese descenso. Vamos, lo que le está ocurriendo al Córdoba. Y ahí ocurren cosas que son, cuanto menos, extrañas y, por supuesto, tristes, muy tristes. Empiezan a desaparecer jugadores cedidos y a tomar protagonismo otros que nunca han estado en el campo, que lo han hecho de manera intermitente o que nunca han tomado el timón del barco, que no han respondido en ningún momento a la responsabilidad y mando que tanto su ficha como su experiencia acreditaban. Jugadores que han pasado sin pena ni gloria sobre el verde y sus grandes highlights de la temporada se resumen en una story o mensaje en redes sociales o en un canal de whatsapp. No es patrimonio solo de Córdoba, por desgracia, pero últimamente aparecen más seguidores de determinados jugadores que del propio club, que se anteponen los intereses de un profesional a los de la propia entidad. Y así luce el pelo. Al Córdoba, a los profesionales y a otros clubs que están inmersos en esas espirales en las que todo el mundo está por encima del escudo. Se ve que, cíclicamente, hace falta un reinicio.

El Córdoba, este nuevo Córdoba de las últimas semanas de convocatorias extrañas, de alineaciones aún más raras y de decisiones como mínimo sospechosas, dejó su portería a cero casi cuatro meses después. Y lo hizo gracias a la actuación brillante de un portero que llevaba meses sin estar en la portería de su equipo, al perder la titularidad tras «lo de Almendralejo» y algún partido posterior. Arrancó un punto ante un rival, el Rayo Majadahonda, que se jugaba la vida y actuó así: poniendo toda la carne en el asador, no dando un balón por partido, generando ocasiones... Pero los majariegos no encontraron el camino al gol y sí a Carlos Abad y al palo. También estrelló un balón en el poste Andrés Martín, uno de los pocos supervivientes de la etapa dura de este Córdoba. La de las jornadas de plomo en la que nadie quería coger el timón, asumir responsabilidad, cerrar el vestuario, arrancar el compromiso de los compañeros y resolver el problema deportivo para que los otros problemas fueran más sencillos de arreglar. Entonces no hubo nadie. Hoy, en realidad, tampoco lo hay. Pero al menos sí juegan al fútbol. O lo intentan.

Al final, el Córdoba metió en un lío al Rayo Majadahonda -que pelea la salvación con el Tenerife y el Lugo, principalmente- al sacar con esfuerzo un punto del Cerro del Espino. Esfuerzo porque terminó con diez y Andrés Martín lesionado. Un empate a cero, unas gafitas, para que el que quiera lo vea mejor. Y tome nota.

Ficha técnica:

Rayo Majadahonda: Cantero; Luso (Héctor Hernández, min.66), Verdés, Morillas; Óscar, Verza, Enzo (Manu Del Moral, min.46) (Dani Romera, min.60), Carcelén, Benito; Fede Varela y Ruibal.

Córdoba: Abad; Fernández (Álex Menéndez, min.77), Chus Herrero, Flaño, Loureiro; Álex Vallejo, De las Cuevas (Bodiger, min.46); Alfaro, Javi Lara, Quim Araujo (Piovaccari, min.70); y Andrés Martín.

Árbitro: David Pérez Pallas (Comité gallego). Amonestó a De las Cuevas (min.19), Verdés (min.35), Carlos Abad (min.82), Bodiger (min.93). Expulsó por doble amarilla a Loureiro (min.23 y min.78).

Incidencias: encuentro correspondiente a la jornada cuarenta de Segunda División disputado en el estadio Cerro del Espino ante 3.512 espectadores. Durante el descanso los equipos campeones de la escuela del Rayo Majadahonda dieron una vuelta de honor al terreno de juego.