Existe un gran damnificado de toda la operación de ingeniería financiera del Córdoba que ha finalizado en un gran fiasco: Sebas Moyano. En los albores de la operación, el jugador tenía 16 años (por lo tanto, menor de edad) y el hombre fuerte en el club en materia deportiva era Salva Sánchez, que después del descenso a Segunda pasó a un plano más discreto, aunque aún mantiene cierta relación con los González.

La imposibilidad hasta ahora de saber a quién pertenecían los derechos del jugador hizo que el propio club actuara en lo deportivo. De ser la gran perla de la cantera blanquiverde, debutando con el primer equipo a las órdenes de Pablo Villa en la temporada 2013/14 ha pasado a ser suplente en el filial, en el que juega cuando es estrictamente necesario.

Este periódico ha hablado durante las últimas semanas con el entorno del jugador, desde compañeros que fueron de equipo hasta los entrenadores que tuvo al mando en los diferentes equipos blanquiverdes en los que ha actuado. La respuesta general cuando se les preguntó el motivo de que no fuera titular en el filial y no actuara en el primer equipo fue que «era orden del club», que intentaba evitar así «crear un futbolista para otros», sabedor de que había perdido el control sobre él. El futbolista cumple contrato el próximo 30 de junio, por lo que desde el 1 de enero próximo puede negociar oficialmente con el club que estime conveniente su agencia, Bahía. Este periódico pudo saber que al menos dos equipos de Segunda han preguntado por él. Sebas Moyano, por fin, ve la luz al final del largo túnel en el que le introdujo el club a través de una operación desastrosa.