La situación en la tabla clasificatoria, tanto del Córdoba como del Nástic de Tarragona, no invita al optimismo, pero la igualdad en la segunda mitad de esa tabla puede invitar a la confusión. El duelo de mañana vuelve a tener aroma de final, aunque la manera de afrontarlo difiere en algunas notas.

Hay que empezar por la mirada blanquiverde. Luis Miguel Carrión no quiso ayer echar cuentas sobre los puntos necesarios para lograr la salvación. «No lo sé, porque cada año va cambiando», admitió el catalán. «Siempre se habla de los 50 puntos, pero quién te dice que no se hacen menos», para conseguir la permanencia. «Lo que sí ocurre es que los de abajo siempre aprietan y ganan puntos y eso hace que sea complicado», por lo que Carrión no quiso mirar hacia abajo en exceso y apeló a «ganar en Tarragona; es lo que tenemos que hacer, tratar de separarnos del Nástic, que es el rival del domingo y salir de esta situación». Una «nueva situación» en la que «lo primero que hay que hacer para salir es identificarla», avisó el técnico blanquiverde. «En Segunda cualquiera puede ganar a cualquiera, y eso hace que equipos históricos que estuvieron en Primera se vean metidos abajo, porque al final la clasificación te pone donde te mereces». Para salir del atolladero, Carrión apeló al espíritu del equipo ante el Alcorcón. «Es la base de todo: un equipo que se deja el alma en cada partido. Eso nos llevará a estar en una situación más desahogada. Si dejamos de hacerlo lo pasaremos bastante peor», como hace siete días, cuando «estábamos en descenso», de ahí que el preparador cordobesista recomendara «asumir dónde estás para buscar salir con la ayuda de la gente, porque solo cuesta más». Eso sí, al final no pudo evitar el discurso del optimismo y puso como ejemplo al Huesca. «Lo primero es ganar en Tarragona», deseó, recordando que posteriormente esperan Zaragoza y Numancia en El Arcángel. «Sumar los tres puntos en los dos partidos seguidos de casa y así poder seguir los pasos del Huesca», que llegó a Córdoba con tres puntos de ventaja sobre el descenso y tres semanas después la ha aumentado hasta a ocho puntos. «Llegaremos en condiciones de ganar a Tarragona y luego el objetivo es hacer un pleno. Si somos capaces de ganar el domingo se sube mucho y se recortan distancias, pero hay que empezar por Tarragona», reiteró el técnico blanquiverde.

Quizás porque el Nástic ha estado 22 jornadas en puestos de descenso, o puede que por las dificultades que ha tenido que pasar su equipo, con cuatro refuerzos invernales (incluido Emaná), Juan Merino lanzó el discurso de la desconfianza absoluta. Tanta, que reconoció en sala de prensa que «les he dicho a los jugadores que no nos podemos relajar. Tenemos que seguir al 120%», ya que “no hemos logrado aún el objetivo. Debemos tener claro cuál es el camino. Trabajar, cuidarse, ser humildes y seguir luchando». Tan centrado está el gaditano en que su plantilla no se relaje que reconoció ante la prensa que ha debido dar «un toque de atenciónn» a sus jugadores, porque no le han gustado «cosas» que han pasado esta semana. Tanto es así, que no dudó el técnico grana en afirmar que «estaba más tranquilo la semana pasada, estando en zona de descenso, que ahora. Hay que mantener la humildad», reclamó a su plantilla, a la que volvió a mandar un mensaje contundente: «Es una anécdota estar en zona de permanencia».

De hecho, esa diferencia de criterio entre el técnico y la manera que, según él, se ha tomado la plantilla la salida de los puestos peligrosos, podría tener repercusión en el once titular, ya que ayer habló sobre el terreno de juego con Achille Emaná, que podría ser uno de los damnificados por esa relajación que denunció ayer el extécnico del Betis. «No tengo ningún problema con Achille. Soy una persona sincera y lo que tengo que decir lo digo a la cara y en rueda de prensa», respondió Merino sobre la conversación con el camerunés. Esa humildad que reclama el entrenador del Nástic es fundamental, ya que «no me cabe la menor duda de que eso fue lo que hizo que el Nástic acabara en el fondo de la tabla en la primera vuelta». Por lo tanto, Merino no quiere ni oír hablar de la próxima semana ni de cuentas. Ante el Córdoba «es una final y no podemos dejar pasar la oportunidad».