La melodía sonó armoniosa los 30 primeros minutos, se desacompasó tras el descanso y, con tantos instrumentos parecidos y altisonantes, acabó con un sangrado de oído general. El Córdoba de Curro Torres cambió su sistema el pasado sábado, ante el Albacete, del tradicionalmente usado 1-4-1-4-1 del de Ahlen a uno de tres centrales, dos carrileros, doble pivote defensivo y tres hombres de ataque, con José Ángel Carrillo de referente. Para gustos los colores en la definición de este nuevo Córdoba, que tiene en su plantilla menos extremos puros pero que debe acostumbrarse a sacar más jugo de las posibilidades de ese 3-4-3 que no sirvió para evitar la derrota ante los manchegos.

Desde el pitido inicial el equipo blanquiverde salió con ganas, decidido a aprovechar el factor anímico que siempre supone la entrada de nuevos jugadores tras una ventana de fichajes. Tres de ellos fueron titulares -Miguel Flaño, Bodiger y Carrillo- y un cuarto, Neftali, salió tras el descanso. El Córdoba no generó muchas ocasiones en la primera parte, pero logró un buen tiro a puerta, con atajada del portero Tomeu Nadal, antes de la acción de penalti provocada por Quintanilla -minuto 10-, cuyo remate en el perfil zurdo del ataque del Córdoba tocó en la mano de un defensor, y que definió bien De las Cuevas para adelantar al equipo de Curro Torres. Ya en los últimos 15 minutos de la primera parte el Albacete comenzó a carburar de centro del campo hacia adelante, y Roman Zozulia y Jeremie Bela, protagonistas tras el descanso, comenzaron a hacer sus primeras apariciones. De hecho, el delantero ucraniano anotó un gol en el minuto 26, a centro de Tejero desde la derecha, aunque la jugada fue anulada por fuera de juego.

Problemas en los carriles

Los tres goles del Albacete llevaron al Córdoba a variar el 3-4-3 inicial a un planteamiento sin efectividad

Es difícil explicar solo desde un punto de vista táctico ese enorme bajón de los blanquiverdes entre el minuto 65 al 71, cuando el 1-0 se convirtió en el 1-3 y en el fin de toda esperanza de rascar al menos un punto. Avisos de la falta de concentración había habido mucho antes, con varias acciones mal defendidas en saques de esquina del rival, que son ya una tónica demasiado habitual en este Córdoba -basta recordar los dos goles encajados de idéntica forma en Soria-. Al primer gol del Albacete, obra de Zozulia, le siguió el segundo de Bela y el tercero del propio Roman. Y todos ellos con centros desde las bandas, falta de contundencia de los laterales -Quezada y Fernández- y facilidad de remate de los arietes rivales.

Entre el segundo y la celebración del tercero, Curro Torres introdujo en el campo a dos delanteros, Neftali y Piovaccari, sentando a Quintanilla -para cambiar a un dibujo de 4-4-2 que, en realidad, fue un 4-2-4, con desconexión total entre defensores y delanteros- y a De las Cuevas, fundido desde hacía 20 minutos. El Córdoba buscó a la desesperada el gol que le metiera en el partido, pero no solo no lo consiguió, sino que evidenció que el plan a la desesperada de Curro Torres no solo no surtió efecto, sino que dejó aún más claro el terreno para el Albacete. Con solo dos mediocentros -Bodiger y Vallejo-, que además arrastraban un claro desgaste físico, la medular la controló el Alba. La entrada al campo de Jaime Romero fue anecdótica -minuto 87-, no alteró el resultado aunque, por algunos detalles, también fue sintomática.