No ha sido el Córdoba un club que apueste por construir equipos desde atrás en los últimos años. Y eso se ha visto reflejado en el rendimiento sobre el juego en el campo. Posiblemente, lo más grave de esa política se centre en que en su tercera temporada consecutiva en Segunda, la entidad blanquiverde debe reconstruir, prácticamente en su totalidad, la primera línea del equipo.

A pesar de que desde el club se lanzan los primeros mensajes centrados en el mediocampo y en la delantera, hay que recordar que el Córdoba ha encajado en las dos últimas temporadas la friolera de 104 goles, a 52 por campaña. En la 2015/16 fue el sexto equipo más goleado de la categoría y sólo le salvó la explosión goleadora de Florin Andone, acompañado de hombres como Fidel Chaves y Xisco Jiménez.

En la campaña que acaba de finalizar, la cifra de goles recibidos ha sido idéntica, lo que ha convertido al conjunto de Carrión en el cuarto equipo más goleado del campeonato. Pero esta vez, sin la aparición estelar de un delantero goleador, sólo ha dado para salvarse del descenso a Segunda B en la penúltima jornada liguera.

Hace dos temporadas, el Córdoba partió con la defensa más corta de toda Segunda División, con tan sólo cinco jugadores específicos para cuatro puestos. En la campaña que acaba de finalizar, ya de inicio se adivinaba que el equipo podía tener problemas defensivos de nuevo, como así se comprobó posteriormente. Problemas que se agudizaron con las lesiones de Deivid y de Cisma. Por el canario no vino nadie, mientras que por el sevillano, a pesar de tener en la plantilla a otro lateral zurdo, se tuvo que firmar a otro, Bíttolo.

Aunque con todos los contratiempos que han castigado esa zona, tanto por planificación como por otros imponderables, parece que la zaga seguirá siendo la asignatura pendiente salvo que el club se tome en serio reforzar esa zona.

En la actualidad tiene sólo a cinco jugadores con contrato: Antoñito, Caro, Bijimine, Deivid y Cisma. Este último se encuentra lesionado y hasta el otoño, con suerte, no estará a disposición de Carrión, mientras que el caso de Jonathan Bijimine parece encauzado desde hace meses a una salida del jugador después del incidente que protagonizó en febrero, con accidente de tráfico incluido. Solo fue la gota que colmaba el vaso, ya que los asuntos extradeportivos ya rondaban al franco-congoleño en los meses anteriores, lo que ha derivado en un deseo por parte del club de darle salida después de no intervenir ni un minuto desde aquel incidente.

Por lo tanto, el Córdoba actual tiene tan sólo tres defensas para el inicio de la próxima competición liguera: Antoñito, Caro y Deivid. Sobre el último hay que confiar que durante el verano y la pretemporada vuelva al nivel del inicio de Liga o de la temporada pasada, mientras que Caro ha rendido mucho mejor como central que como lateral. Precisamente, en ese lateral derecho, el club debería buscar una alternativa a Antoñito, tanto por el perfil que ofrece el ex del Albacete como por la irregularidad mostrada por éste durante la última Liga. En el centro de la defensa, contando con Caro y Deivid, habría que traer, al menos, a un central más con categoría suficiente para ser titular y que eleve el nivel actual, mientras que por la izquierda podría cerrarse con la renovación de Bíttolo, esperar la recuperación de Cisma en esos primeros meses de Liga y, mientras tanto, que la alternativa al argentino hasta el mercado de enero -en caso de ser necesario- sea Mena, ya que el propio Carrión avisó de que entrenaría con el primer equipo, señal inequívoca de que, en caso de ser necesario, tirará del jugador del filial. Ese tercer central, que sería el primero, se convertiría en muy importante, ya que el cuarto en la lista tendría que ser Luso Delgado. Abaratar costes y dedicar el poco dinero que se invierte en otras zonas. Pero la defensa, en cualquier caso, seguirá siendo una asignatura pendiente.