El Córdoba movió ficha y anunció ayer por la tarde la destitución de Miroslav Djukic como entrenador de la primera plantilla blanquiverde, nombró al técnico del filial, José Antonio Romero, como nuevo jefe del vestuario "de forma interina" y, a su vez, señalaba a Luis Carrión como el hombre que ha de salvar al filial cordobesista del descenso a Tercera División.

Empezó el día muy temprano en El Arcángel, con una cita en la cumbre entre el presidente, Carlos González; el vicepresidente, Javier Jiménez; el director deportivo, Pedro Cordero, y el consejero Andrés Delgado. Varios argumentos sobre la mesa y, uno de ellos, el mismo que el presidente lanzó durante la noche anterior en el programa El Larguero de la Cadena Ser, en el que reconocía que "realmente no sabemos muy bien cuál es la medida más adecuada para coger una senda de triunfos que es la que nos daría la salvación". Y del debate durante la mañana surgió la idea de intentar un último movimiento en el vestuario para intentar la reacción. Con la idea aún no del todo madurada, la cúpula blanquiverde se marchó a almorzar a un conocido restaurante de la Judería, en donde se tomó la decisión definitiva. La búsqueda de esa chispa que encendiera definitivamente el camino del Córdoba a la permanencia no se había producido con Djukic o, al menos, tras producirse ésta, se apagó muy rápidamente. Además, la suma de derrotas ha dado paso a síntomas de descomposición que han afectado también a las decisiones del hasta ayer técnico blanquiverde en forma de cambios drásticos en las alineaciones y en los sistemas. La preocupación llegó cuando se valoró que aún quedaban por delante 11 jornadas y que el final podía transmitir una imagen aún peor de la que se estaba ofreciendo, por lo que se tomó la determinación del relevo, no ya solo por el aspecto numérico, sino también para intentar transmitir una imagen de competitividad hasta el final.

Tomada la primera decisión tocaba una segunda: ¿quién podía tomar el relevo sin hipotecar el futuro inmediato? Esto es, encajar un perfil de entrenador para la situación actual del Córdoba, colista de la tabla, y que ese mismo perfil pudiera valer para una hipotética salvación o, como es más probable, para pelear el ascenso a Primera la próxima temporada. Y la decisión, desde luego, no era nada fácil. Ante la tesitura, el presidente de la entidad blanquiverde, Carlos González, optó por un hombre de la casa, José Antonio Romero, como solución (al menos interinamente) para así comprobar en las próximas semanas la respuesta del plantel y, según sea ésta, tomar una determinación definitiva.

En todo caso, en el Córdoba se valora que la obtención de la salvación es, hoy por hoy, la búsqueda de un imposible, salvo que la reacción de la propia plantilla pueda generar algún mínimo de esperanza en esas últimas jornadas. Y ese será el trabajo, al menos en estas primeras semanas, de José Antonio Romero: intentar la reacción anímica y de juego de un equipo que, por otra parte, ha marcado una clara línea descendente desde el mes de febrero después de que el último mes del 2014 y el primero del 2015 consiguiera resultados, fútbol y clasificación, ya que llegó a estar dos puntos por encima del descenso.

Más allá de que pueda servirle para obtener la salvación, en el Córdoba se buscan aquellas sensaciones de diciembre y enero y el presidente, Carlos González, ha buscado a su hombre de confianza en lo deportivo desde su llegada: José Antonio Romero es el último golpe de timón para que el Córdoba pueda mantenerse en Primera División.