Para un cuerpo débil el más mínimo virus se convierte en una devastadora enfermedad. Este Córdoba no termina de arrancar. Parecía que sí, que tras los dos empates lejos de El Arcángel y la goleada a Las Palmas, el equipo de Curro Torres podía empezar el 2019 contra rivales directos dando el último pequeño golpe para, al menos, meterse en la pelea por la permanencia con una leve sonrisa, con un punto de optimismo con el que afrontar el mes de febrero y con la relativa seguridad de que los que debían dar el paso adelante lo daban. Pero en lugar de terminar de arrancar el frío motor lo que parece que se ha conseguido ha sido ahogarlo, inutilizarlo.

Tras lo ocurrido en Tarragona, muy mediatizado por un error individual, el conjunto blanquiverde recibía a un Rayo Majadahonda que lleva casi dos meses sin ganar y en El Arcángel lo mereció, tanto por su primera parte como por la recta final de la segunda. En ese primer acto, los majariegos tuvieron la posesión, también sumaron llegadas y solo les penalizó algo que llevan sufriendo durante toda la campaña: necesitan una docena de llegadas para hacer un gol. Tuvo más criterio, más balón y más fútbol que el Córdoba en los primeros 45 minutos (tener más fútbol que los blanquiverdes tampoco fue un mérito excesivo) y de ahí que se marchara al descanso con ventaja en el marcador tras una jugada en la que de nuevo las ayudas en defensa brillaron por su ausencia, lo que aprovechó Iza Carcelén para anotar en el segundo palo un gol que hacía justicia a lo visto en el terreno de juego. No cambió en exceso el panorama en el segundo acto, salvo por la aparición de Piovaccari, que volvió a fabricarse un gol tras un saque de puerta de Carlos Abad. Y a pesar de que la mañana fue gris y gélida en clave blanquiverde, en ese minuto 65 parecía que, a pesar de todo, el Córdoba era capaz de obrar el milagro. No pudo ser porque en apenas diez minutos Aythami vio dos cartulinas amarillas, por lo que el milagro se limitaba -y no era poco, visto lo visto- a salvar un puntito. Así está el Córdoba en este arranque del 2019, apuntando a una involución de octubre del 2018 que, más que preocupar, asusta.

Hace semanas se reclamaba desde aquí, si no mayor responsabilidad, al menos un puntito de ella. No deja de sorprender que lo único destacable sobre el césped de El Arcángel lo firmaran ayer Carlos Abad, Luis Muñoz, Blati Touré y Piovaccari, cuatro jugadores que están en el mínimo federativo. Tampoco deja de sorprender que otro que está en el mínimo en el lateral derecho haya desbancado en el puesto a un compañero con una ficha muy superior. El problema estructural de este Córdoba arranca desde el nefasto verano, con lo que se da la paradoja de que conviven jugadores con una ficha de mucho peso que apenas han sido protagonistas a lo largo de esta temporada con otros que, con ese mínimo, son los que intentan tirar del carro. La clase media y baja es la que curra, mientras que a la clase alta se le sigue esperando para su colaboración. Tan real como la vida misma. E igual de doloroso, por injusto.

Lo que transformó el panorama en otro aún más gris y gélido fueron las decisiones de Curro Torres. No fue el día del técnico blanquiverde. No parecía buena idea, de inicio, que un jugador que ha estado la semana más centrado en plantear su futuro en medios de fuera de la ciudad que en el partido saliera de inicio, máxime cuando hay alternativas fiables. Tampoco, que un delantero que no ha aportado nada, a pesar de las oportunidades, lo haga ahora a dos semanas de cerrarse el mercado invernal de fichajes. Pero más allá del once, sorprendió desagradablemente que no se le pusiera remedio a la superioridad en el centro del campo del adversario, que solo remitió cuando este anotó su gol. Es cierto que, en el colmo de la mala suerte, Álvaro Aguado notó un pinchazo en los primeros minutos del partido y aguantó, callado, todo ese primer acto mermado físicamente, pero obviamente es algo que se debió corregir antes, mucho antes del descanso. De ahí que, sin capacidad de presión suficiente en la medular y con el drama secular que vive este equipo en las bandas, no solo en esta temporada, el Córdoba estuvo constantemente jugando con fuego durante 90 minutos. El único que puso algo de criterio de mediocampo hacia adelante fue Blati Touré, que en esporádicas ocasiones logró dar algo de salida al equipo. Y, lógicamente, ese gol de Piovaccari que debía hacer pensar al cuerpo técnico: saque de puerta de Carlos Abad como asistencia para que el transalpino, más solo que Marco, volviera a buscarse la vida como él. La suerte para este Córdoba está en la propia Liga, en la que seguirá estando a un partido o un poco más de distancia a finales de enero, incluso en febrero. Pero esa es la oportunidad que están dando los equipos como el Rayo Majadahonda, al que se enfrentó ayer y que mereció llevarse mayor premio de El Arcángel, un estadio completamente frío y al que el conjunto blanquiverde nunca tuvo capacidad de calentar mínimamente.

- Ficha técnica:

1 - Córdoba: Carlos Abad; Loureiro, Luis Muñoz, Aythami, Javi Galán; Álex Vallejo, Blati Touré, Jovanovic (Álex Quintanillla, m.77), Aguado (Alfaro, m.46); Jaime Romero y Erik Expósito (Piovaccari, m.55).

1 - Rayo Majadahonda: Ander; Verdés, Luso, Galán, Óscar Valentín; Isaac Carcelén, Fede Varela, Verza (Enzo, m.77), Varela (Benito, m.19); Toni Martínez (Aitor García, m.60) y Aitor Ruibal.

Goles: 0-1, M.37: Iza. 1-1, M.63: Piovaccari.

Árbitro: Arcediano Monescillo (Comité Castellano Manchego). Expulsó al cordobesista Aythami en el minuto 71 por doble amonestación. Además, enseñó tarjeta amarilla al local Luis Muñoz y al visitante Óscar.

Incidencias: Partido de la vigésima primera jornada de LaLiga 1/2/3, disputado en el estadio El Arcángel ante 10.651 espectadores.