El Córdoba CF acudió ayer a la ofrenda floral a la Virgen de la Fuensanta, durante los actos de la Velá de este barrio cordobés. El presidente Jesús León, el técnico Sandoval y los cuatro capitanes -Aythami, Fernández, Alfaro y Javi Lara- visitaron a la imagen de la patrona de la ciudad, depositaron sus flores y departieron posteriormente con los feligreses, que tras la misa se acercaban a charlar con ellos, fotografiarse e incluso comentar algunos aspectos deportivos.

En el evento participó el obispo Demetrio Fernández, que ofició la misa y tras la ofrenda se quedó un rato charlando con León y Sandoval. Lo divino y lo humano se fundieron en la parroquia de la Fuensanta, con el pesimista ambiente rondando en la mente de todos. Las señoras mayores, rosario en mano, se mezclaban con chavales equipados con camisetas, calzonas y medias del Córdoba, acompañados de madres que presurosas buscaban a alguno de los jugadores para tener la instantánea deseada. Que no se escapase el trofeo.

El que más se imbuyó del ambiente religioso fue José Ramón Sandoval. El técnico del Córdoba no solo participó de la ofrenda, sino que posteriormente se dirigió a una mesilla donde una vendedora de estampitas le ofreció una imagen. Cogió una Sandoval, que por si las moscas prefiere que la Virgen esté de su parte. Ninguna ayuda está de más. La imagen de Sandoval, estampita en mano y gesto concentrado en la virgen de la Fuensanta fue el resumen gráfico de la jornada, que podemos llamar incluso de hermanamiento, en la que el Córdoba se fundió con lo sacro y a la vez popular.

Y con el entrenador como estandarte de esa mezcla, que espera sus primeros réditos esta noche. El cura de la parroquia se acercó al presidente, Jesús León, para asegurarle que con la ayuda de la Fuensanta la primera victoria está más cerca. Las sonrisas eran de cortesía pero también de amabilidad. Esta parroquia de barrio acogió ayer al Córdoba y puso la protección de la patrona para que se sume a El Arcángel San Rafael, que custodia cada domingo en la puerta del estadio.

A la salida de la iglesia paró la lluvia, que durante buena parte de la mañana regó las calles de Córdoba y que unas horas después volvió con fuerza. La tregua evidenciaba que esa alianza entre lo sagrado y lo profano se habían unido por fin. Lucía el sol. La tregua duró lo suficiente para que las madres y los niños se hartasen de acercarse a sus ídolos futbolísticos. También para que Jesús León charlase con unos y con otros, como en todo acto social. Este tipo de eventos siempre sirven para que el club se aproxime a la ciudad, a su entorno vecinal, a las calles y las casas desde donde salen cada partido miles de aficionados rumbo al estadio, con la ilusión intacta, como esta noche.