Dos veteranos aficionados sonrientes en El Arcángel. Qué más se puede pedir en estos tiempos raros. Hay muchos que están dispuestos a pagar por vivir momentos así. El personal no se abona porque le metan en el lote una suscripción al canal Footters -la televisión del fútbol modesto- y un polo exclusivo de la marca Givova «valorado en 45 euros», según resaltaron los rectores de un Córdoba CF que lanzó su campaña de abonados más singular de todos los tiempos. No se sabe cuándo comenzará la competición en Segunda B, cómo se jugará ni quiénes serán los adversarios. Hay quienes le siguen dando vueltas aún a la macabra idea de un porvenir en una división abisal, aún más lejos del mapa profesional de lo que está el club en este turbio momento actual de marañas de intereses, zancadillas judiciales y venganzas tribales.

Los pilotos de Infinity mantienen las riendas para que el camino no se desvíe de lo normal. Y lo normal en estas fechas es presentar una campaña de abonos. Así que lo hicieron: precios algo más altos, tele, polo y un objetivo. «Si no subimos no será una desilusión, sino un fracaso», expresó Javier González Calvo, brazo ejecutor del grupo inversor de Baréin en el Córdoba CF.

Pase lo que pase, volveremos a abrazarnos. Eso dice el lema de la campaña. A quien se le haya ocurrido sabe de qué va el asunto. No hay ningún fichaje para exhibir en los carteles ni una seductora categoría que estrenar. Lo de volver a enamorar a su gente después de decepcionarla es un ejercicio en el que el Córdoba se ha especializado últimamente. Le salva que sus fieles lo son en un grado superlativo: pasan del lamento a la entrega sin término medio. Las primeras reacciones a la campaña estuvieron salpicadas de quejas, pero... ¡qué más da! Cuando llegue el momento van a estar. Con polo de Givova o con la camiseta Umbro de los noventa. En Madrid o en San Fernando. Es probable que haya presión para que algunos términos de la campaña -la obligatoriedad del canal televisivo, principalmente, para familias con varios carnés- se retoquen. No sería la primera vez.

El Córdoba CF necesita respaldo social, ahora más que nunca. Para retornar a la escena principal del fútbol debe primero resolver sus problemas domésticos, que no son pocos y que pasan finalmente por su curación como entidad. Pero no le puede faltar su gente. Su existencia no tiene sentido si le faltan los actores principales, los que están en las gradas por motivos que escapan a la razón. La gente que paga un abono de Segunda B de un equipo como el Córdoba se merece el mayor de los respetos. Porque la Segunda B duele y daña orgullos y bolsillos. Hay que salir de ella como sea y lo antes posible.

No será sencillo ni agradable, pueden tenerlo por seguro, pero no hay nada que motive más al cordobesista que coleccionar malos ratos previo pago de su importe. Así puede luego contarlos y decir que estuvo allí, con su carné y su bufanda, aguantando lo indecible con la doliente hermandad blanquiverde.

Ser del Córdoba no está pagado, pero sí cobrado. Y ya verán como al final van a ser diez mil... Pase lo que pase.