Las razones para una derrota resultan en ocasiones demasiado evidentes. Pero la del Córdoba, el pasado domingo en Almendralejo, resaltan los problemas del conjunto blanquiverde que se añadieron a los coyunturales e individuales. Evidentemente, las dos acciones de Carlos Abad en la primera parte resultaron determinantes, no ya solo para el devenir del encuentro, sino también para el ánimo y el sostén psicológico del conjunto blanquiverde. El Extremadura, en esos primeros 45 minutos, disparó en cuatro ocasiones entre los tres palos, logrando dos goles, contando el del primer gol como disparo a puerta, obviamente. En la segunda mitad, el conjunto local realizó su primer disparo entre los tres palos en el minuto 82 y realizó otros dos ya en el descuento, que se tradujeron en el último gol azulgrana. Una debilidad defensiva especialmente dolorosa, ya que el Extremadura, tras la salida de Enric Gallego, solo había logrado dos goles en siete encuentros, mientras que al Córdoba le endosó tres. Está claro que el portero blanquiverde fue determinante en el resultado, pero también es bueno resaltar que el Extremadura le puso un punto más de intensidad al encuentro que, aunque no se tradujo claramente en ocasiones, sí dejó en evidencia un mal cordobesista a lo largo de la toda la temporada: la falta de trabajo sin balón, principalmente por dentro. El protagonismo alcanzado por José Antonio Reyes, fuera de forma según la opinión generalizada, recalca aún más esa ausencia de capacidad de trabajo táctico sin balón, la pelea por la recuperación o la nula influencia del Córdoba si pretende anular el juego del adversario. Así, el conjunto blanquiverde está condenado a estar a merced de lo que haga el contrincante en la mayoría de las jornadas, tal y como ha ocurrido en la mayoría de los encuentros ligueros.

En el Francisco de la Hera, el Córdoba tuvo un primer problema táctico. Navarro intentó desplegar al equipo en un 1-4-2-3-1 con Bodiguer y Carbonell en el doble pivote, Andrés Martín y Jaime Romero por las bandas, Miguel de las Cuevas en la media punta y Carrillo en el ataque. El Extremadura, por su parte, calcó aparente el esquema, pero con muchos más matices. Mosquera hizo acompañar a Fausto Tienza con Zarfino, una doble pareja netamente defensiva y con capacidad física, metió en banda izquierda a Nando a pierna cambiada y a Olabe -más acostumbrado a actuar de interior- por la banda izquierda, aunque jugando más hacia dentro y dando salida a la incorporación de Álex Díez. También en teoría dejó a José Antonio Reyes como mediapunta y, claramente, a Ortuño en punta. El de Utrera se movió con absoluta libertad y, de hecho, se le vio en pocas ocasiones en la zona de influencia de la media punta. Por el contrario, el problema para el doble pivote blanquiverde vino tanto por la incorporación de los laterales azulgranas como, sobre todo, la ocupación de espacios por dentro de Olabe y de Zarfino. Al exblanquiverde se le vio tocar mucho balón, arrancando en bastantes ocasiones desde su propio campo sin que apenas se le molestarse, lo que le dio la oportunidad de buscar a Nando, a sus laterales en campo contrario e incluso a sus interiores. Pero incluso él, un futbolista al que le sobra calidad, no rehuyó su compromiso para con el equipo. Según los datos aportados por la plataforma Wyscout, Reyes disputó 18 duelos en terreno propio, de los que ganó 10. Su par en el Córdoba, Miguel de las Cuevas, peleó 14 (cuatro menos), de los que ganó siete (tres menos).

INFLUENCIA EN EL JUEGO / La influencia en el juego de sus respectivos equipos se comprobó a simple vista, pero las estadísticas remarcan, además, que Reyes dio 47 pases, de los que 33 fueron con éxito. Por su parte, De las Cuevas aportó 23 pases a su equipo, la mitad, de los que 19 finalizaron con éxito. En el total de balones jugados, Reyes acaparó 52 (solo le superó en su equipo el central Pardo, con 55), mientras que De las Cuevas tuvo 28, siendo el segundo jugador del Córdoba que menos balones jugó, ya que solo Jaime Romero mostró una estadística inferior, con 25 balones. Finalmente, Reyes recuperó siete balones en campo contrario, mientras que De las Cuevas recuperó cinco. Además, Reyes mantuvo seis duelos con Carbonell, cinco con Bodiger y otros cinco con Andrés Martín. De las Cuevas, cuatro con Tienza, tres con Zarfino y dos con Olabe. Prácticamente la mitad contra los hombres que juegan por dentro del contrincante. Finalmente, y de nuevo en faceta atacante, De las Cuevas contactó en cinco ocasiones con sus laterales (dos Loureiro y tres, Menéndez), en otras cinco con sus hombres de banda (tres con Romero y dos con Andrés Martín), mientras que nunca combinó con Carrillo. Por su parte, Reyes, contactó en 18 ocasiones con sus laterales (12 con Bastos y seis con Álex Díez), nueve con sus hombres de banda (tres con Olabe y seis con Nando) y en otras dos ocasiones con su delantero centro, Ortuño.

LOS CUATRO DE LA MEDULAR / En el global de esos cuatro hombres del centro del campo, Tienza, Zarfino, Olabe y Reyes por un lado, y Bodiger, Carbonell, De las Cuevas y Romero por el otro, el Extremadura logró 120 pases de 139 intentados (86,33%) y el Córdoba 98 de 125 (78,4%); los locales ganaron en terreno propio 34 duelos de 87 (39,08%), mientras que los blanquiverdes, 29 de 76 (38,15%), mientras que los azulgranas recuperaron 14 balones en campo contrario (la mitad, Reyes), mientras que el Córdoba recuperó 17. En balones jugados, Reyes jugó 52, como se ha explicado, Fausto 38, Olabe 35 y Zarfino 33. Por el Córdoba, Carbonell jugó 59, Bodiger 32, De las Cuevas 28 y Romero 25. Tanto en las sensaciones sobre el campo como en las estadísticas, el Córdoba reprodujo y agudizó un problema endémico durante toda la temporada: el trabjao por dentro en fase defensiva, principalmente, es un lastre que Rafa Navarro estará obligado a solucionar. Más allá de los errores individuales.