Blati Touré dijo ayer adiós al Córdoba. El centrocampista, internacional por Burkina Faso, ha sido un claro ejemplo esta temporada de inadaptación al equipo y a la ciudad, principalmente por un carácter bastante extraño.

El jugador estaba citado por Burkina Faso para un encuentro internacional y debía viajar el próximo sábado para incorporarse a su selección, de ahí que, en principio, se perdiera el último encuentro de Liga, en Riazor. Sin embargo, Rafa Navarro le echó la cruz definitiva después del encuentro en el Martínez Valero, lo que provocó que el futbolista protagonizara, a partir de ese instante, algunas escenas de tensión en varios entrenamientos. Al menos tres jugadores han tenido encontronazos con él en los últimos meses y, según pudo constatar este periódico, apenas mantenía relación con un par de compañeros. Es significativo que tras llegar en enero, Bodiger fuera casi el único con el que se le veía hablar en los entrenamientos y con el que se le podía ver fuera de ellos. Pero en estos últimos meses ni siquiera parecía tener tratos con el francés. Ayer, Blati Touré comunicó al club que le había surgido un problema familiar y, dado que el entrenador no cuenta con él y que el sábado debe viajar para incorporarse con su selección comunicó a la entidad blanquiverde que se marchaba.

El de Blati Touré ha sido uno de los casos más llamativos de esta temporada. El futbolista debutó en el encuentro de Copa, ante el Nástic, y llamó la atención por su influencia en el juego del equipo, mostrándose como un jugador que podía ser muy válido para el conjunto blanquiverde ante la difícil temporada que se le avecinaba. Sin embargo, aquel partido, junto con algún otro, fue la excepción. Errático, perdido en el campo y desconectado, Blati ya es historia.