Como recién ascendidos, nuestra aspiración es seguir en la categoría una temporada más». O «soñamos con mantener la ilusión de la gente y pelear por el ascenso». También está la de «después de la mala temporada que pasamos hemos renovado el optimismo y no tenemos otro camino, por la historia de esta entidad y por la ciudad, que volver a Primera». Las frases emitidas desde los clubs se repiten cada verano como una forma de captar adeptos (abonados) o, simplemente, como un deseo, a veces no correspondido por la realidad. Alcanzar los objetivos no es nada fácil, porque intervienen multitud de factores, incluido el de la suerte. Pero, indudablemente, hay dos elementos diferenciales a la hora de estar, como mínimo, cerca del éxito: uno, es el de la inversión económica; el otro, la política deportiva. Tener un presupuesto que no sea de los últimos y también que la política deportiva no sea fruto de unas semanas veraniegas, sino de un plan construido en temporadas anteriores. Es decir, un concepto global, incluyendo la dirección deportiva, con un sistema de juego implantado al que se vayan incorporando jugadores que cumplan el perfil para ese estilo de juego elegido para edificar un equipo que logre ese ansiado éxito deportivo.

¿El ascenso es exclusivamente una cuestión de dinero? No, pero desde luego sí que se necesita de una inversión notable si se quiere llegar a Primera. Sin esa inversión, la llegada a Primera es una quimera. Se podría pensar que con el mayor límite salarial o mayor presupuesto deportivo de la categoría el ascenso es un hecho. Tampoco. Esa inversión requiere, además, de una política deportiva acertada o, al menos, que ésta sea mínimamente profesional para minimizar errores.

Hace cinco años ya se empezó a hablar del límite salarial que pretendía imponer la LFP y desde hace tres temporadas se tienen datos reales de los topes impuestos por la patronal del fútbol. Tomando como referencia dichos datos, los números dejan claro que para ascender a Primera debes estar, como mínimo, entre los 10 mejores límites salariales. Explicado a la inversa: si un club está entre los 10 que menos invierten tiene un 50% de seguir en la categoría (en la mayoría de los casos, luchando por el descenso), sufre un 30% de riesgo de perder la categoría y sólo un 20%, en las tres últimas temporadas, jugaron el play-off. Ninguno de ellos ascendió. En números directos, de los 30 últimos presupuestos de Segunda en las tres últimas temporadas, 15 mantuvieron la categoría, nueve equipos cayeron a Segunda B y sólo seis de esos 30 jugaron play-off sin llegar a ascender.

Por el contrario, los clubs que se sitúan entre los 10 primeros con más inversión deportiva tienen un 66,6% de posibilidades de jugar el play-off. De los 18 clubs que finalizaron entre los seis primeros en las tres últimas temporadas, 12 estaban entre los diez con mayor tope salarial.

¿Y el ascenso? Pues el ascenso parece estar reservado para los elegidos, es decir, para los que tienen los límites salariales deportivos más altos. La temporada 2015/16 fue una excepción, ya que ascendieron el séptimo, el octavo y el décimo presupuesto más alto de la categoría (Alavés, Leganés y Osasuna, respectivamente). A pesar de ello, la estadística también dice que en el 66,6% de los casos llegan a Primera aquellos clubs que se sitúan entre los seis presupuestos deportivos más altos. De los nueve equipos que llegaron a Primera en las tres últimas temporadas, uno lo hizo con el límite salarial más alto (Betis), otro con el segundo más alto (Getafe), otro con el tercero (Levante), dos con los quintos presupuestos más altos (Sporting y Girona), otro con el sexto límite salarial (Las Palmas), más los tres referidos con el séptimo, octavo y décimo, en una temporada que fue, ciertamente, atípica.

UN CASO ATÍPICO

Los tres límites más altos en la 2014/15 en Segunda fueron los descendidos Betis, Osasuna y Valladolid. Los verdiblancos, además, con más de 13 millones de euros. Los tres clubs que más invirtieron en la 2016/17 fueron, también, los tres que llegaban de Primera: Rayo, Getafe y Levante. El primero, con 13,3 millones; el segundo, con 12,9, y el tercero, con casi 11 millones de límite salarial. Dos de ellos terminaron recuperando la categoría. Sin embargo, la temporada que hubo entre ambas, la 2015/16 fue muy diferente. Almería y Córdoba descendieron deportivamente, mientras que el Elche lo hizo administrativamente, por lo que además de descender, se quedó con el penúltimo límite salarial de Segunda.

De los dos que descendieron deportivamente, el Almería sí que tuvo el límite salarial más alto de la categoría, con casi 10 millones de euros, mientras que el Córdoba, a diferencia de los nombrados anteriormente, cayó hasta el noveno puesto, con menos de 4,5 millones, con lo que presupuestos más bajos, como el Alavés o el Leganés, ganaron opciones de ascenso. Además, en esa temporada y siguientes, la entidad blanquiverde siempre ha estado por debajo de la media en inversión deportiva. En la 2015/16, esa media se situaba en 4,64 millones de euros, mientras que el límite salarial deportivo del Córdoba fue de 4,42, a pesar de ser un recién descendido de Primera. En la siguiente -la pasada-, la media estaba en 5,83 millones, mientras que el límite salarial del Córdoba rondaba los cinco millones. Finalmente, en la actual temporada, la media de los límites de Segunda se sitúa en 6,48 millones de euros, mientras que el blanquiverde no llega a los seis millones.

Por lo tanto, los precedentes con los números y el dinero dicen que el Córdoba, con el decimotercer límite salarial de Segunda, no sólo no subirá esta temporada, sino que sólo tiene un 20% de posibilidades de jugar el play-off y más opciones de descender (un 30%), mientras que el resto de posibilidades corresponden a una permanencia que, al menos durante algunas fases, podría no ser tranquila, a imagen y semejanza de la pasada campaña. Lo demás, y como se comentaba al inicio sobre los deseos de los clubs en verano, no pasan de ser conceptos que se acercan más al marketing veraniego que a los fundamentos económico-deportivos.