Fernando Alonso debe tener algo de cordobés. Mientras se aguantaba el tostón del Córdoba contra el Elche, la mente se iba al piloto asturiano y su coche. Años de promesas rotas casi a las primeras de cambio, expectativas destrozadas antes incluso de la primera prueba de fuego, pretemporada en la que el asunto ya huele a chamusquina y confirmación, una vez iniciada la competición, de que no se le puede pedir mucho. Al Córdoba le pasa como al piloto asturiano. Es una locura pedirle que juegue al fútbol. Peor, te convierte en cómplice de una mentira exigirle algo más que la salvación. A Alonso, ahora se le pide que, al menos, termine las carreras y al Córdoba que logre la salvación y siga una temporada más en Segunda. Que lo haga como sea, porque todos sabemos que no será nada fácil. Esperar de esta plantilla un buen partido, algo de consistencia, regularidad en la puntuación y algo de empaque es como confiar en que el asturiano se marque carrerones y que le endiñe una colleja a Lewis cada vez que le adelante.

Por lo tanto, este Córdoba se tiene que enganchar a absolutamente todo. A cualquier detalle que pueda servirle. Sea un jugador que lleve más de seis meses sin competir, algún golpe de calor que afecte al que juzga, un gol de chilena de un central o un palo sobre la propia portería que va ahí, a la madera, y no un centímetro más a la derecha. Sí, la primavera anticipada de hace unas semanas permanece en El Arcángel. ¿Y qué? ¿Acaso no valen los puntos igual? Pues eso es lo que hay y es a lo que tiene que agarrarse este Córdoba cortito de argumentos y aún más de plantilla tras la lesión de Piovaccari que, como la de Cisma hace una semana, pinta mal.

La nefasta combinación de «plantilla corta» con una preparación física discutible y un constante gotear de bajas ha dejado lo que ha dejado. Es el capítulo de mala suerte de este Córdoba, que en el de la buena tampoco puede tener mucha queja. Y no solo, obviamente, por lo visto ayer.

Un partido que comenzó asemejándose mucho a un encuentro de verano, con unos minutitos de mejor disposición local, pero al que paulatinamente fue cogiéndole el aire el visitante. Tras una ocasión de Rodri, al inicio, el Elche fue a más, claramente a más. La presión de los franjiverdes surtía efecto y el Córdoba se entregó, prácticamente todo el encuentro, a aventuras individuales: Ríos, Javi Galán, Aguza... Pero el juego y el partido era de los de Toril. Borja Valle avisó al cuarto de hora y Hervías dejó poco después un centro raso que no encontró remate cuando el balón se paseaba por el área pequeña. Caro salvaba poco después una internada que olía a gol y Pedro volvía a sembrar inquietud en el borde del área blanquiverde.

El último cuarto hora de ese primer acto fue del Córdoba, que sacó algo de corazón en esas acciones individuales para transmitir la sensación de que estaba allí. Un cabezazo blandito de Rodri, un error de Nino que a punto estuvo de costarle un disgusto a su equipo y una falta de Javi Lara que peinó Rodri, pero que no tuvo ningún efecto. Otro aspecto que preocupa en el conjunto blanquiverde es que ya no tiene ni aquella mínima capacidad de dar un arreón en el inicio de encuentro y otro al salir de vestuarios. También aquello parece dormir el sueño de los justos.

Porque nada más salir de las duchas, el Elche volvió a hacerse con el balón, el juego y el control del encuentro. Un disparo duro de Nino fue atrapado por Kieszek en dos tiempos. Fabián Ruiz reclamó penalti al intentar rematar un balón puesto por Borja Valle. Kieszek se despistó y provocó alguna arritmia en la grada al no percatarse de la presencia a su espalda de Borja Valle y, poco después, el berciano remataba de cabeza una falta y el balón se estrellaba en el poste derecho de la meta del polaco.

A pesar de que muchos pensaban ya que estaba bien el puntito visto lo visto, Carrión no pareció apreciarlo, ya que tan sólo hizo relevos de hombre por hombre. Introdujo a Guille Donoso por Pedro Ríos, a Markovic por Edu Ramos y a Piovaccari por Rodri.

Siguió el acoso ilicitano, y de nuevo Borja Valle remató de cabeza un servicio de Hervías, mientras que 10 minutos después, era el exblanquiverde Pedro el que tuvo una opción magnífica para adelantar a su equipo en el marcador, pero se topó con Kieszek, que se hizo con el esférico en dos tiempos.

Y, las cosas del fútbol. Un error da lugar a una jugada a balón parado y ésta, al gol. Luis Pérez recibía un balón aparentemente fácil, para ceder con la cabeza a Juan Carlos. No se percató de la presencia de Javi Galán, que centró para que un defensa desviara el peligro por el fondo. Saque de esquina a cargo de Javi Lara, «aclarado» de Piovaccari y balón que llega a Héctor Rodas que, de chilena, anotaba el que sería el tanto del triunfo. A Toril le entraron las prisas. Metió a Guillermo y a Malonga y pudo llevarse un punto, si Nino, hasta en dos ocasiones, hubiera tenido el objetivo más enfocado o si Borja Valle, ya con el tiempo cumplido, acierta entre los tres palos tras una jugada individual en la que se quedó demasiado escorado. El Córdoba, por aquellos entonces, jugaba con uno menos por lesión de Piovaccari, una baja que deja la plantilla blanquiverde con tan sólo un delantero con diez jornadas por delante y a un solo punto del descenso a Segunda B.

Pero igual este Córdoba lo hace posible, visto lo visto, porque hace ya muchas semanas que se ha abonado a ganar «como sea». Ojalá lo prolonge 10 semanas más. Desde luego, es un poco más probable que la colleja alonsista a Hamilton.