Muy pocas instituciones de la España contemporánea pueden presumir de cumplir 175 años. «Villafranca, pueblo castizo y sincero, pueblo alegre y andaluz», tal y como lo cantaba el Coro de Campanilleros de Santa Marina, ha sabido captar este cambio que se ha producido en al sociedad española y en la Guardia Civil, y el 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, el pueblo se engalanó para honrar a la patrona de la Benemérita. Los balcones se vistieron con banderas españolas y de la Virgen del Pilar. Se respiraba un ambiente festivo por doquier. El reloj de la villa entonaba el himno del cuerpo, que fue oído en toda la población. La celebración de la eucaristía contó con la presencia de miembros no solo del Instituto Armado sino del Ejército, Marina, Aire, Policía Nacional y Local, miembros de la Judicatura, representantes de hermandades, cofradías y un largo etcétera.

Especial mención mereció el Coro de Mayores de la vecina localidad de El Carpio, quienes cantaron la misa dándole momentos de auténtica emoción al interpretar La Muerte no es el Final, con una homilía por parte del reverendo párroco, Eugenio Bujalance, digna del mayor elogio, y finalizando la misa con un discurso institucional por parte del alcalde presidente del Ayuntamiento, Francisco Palomares, tras lo cual se interpretó el himno de la Guardia Civil.

Este año, con motivo del 175 aniversario de la creación del cuerpo, los niños de VillafranCa también quisieron aportar su granito de arena y felicitar a los guardias civiles, para lo cual, la niña Martina Palomares León, de nueve años, antes del comienzo de la eucaristía, subió al altar mayor y leyó una monición de entrada en la que narró una fábula relativa a un servicio prestado por una pareja de guardias civiles en la búsqueda de un niño perdido en el campo, que recibió el aplauso de los asistentes.

Al final de la misa, fue reconocido, tanto por el Ayuntamiento como por la Cofradía del Resucitado José Amador Rosa, por su contribución y apoyo a este acto y a la hermandad. Acto seguiro, José Amador Rosa manifestó que “podéis seguir contando conmigo, no solo en la Semana Santa sino en cualquier otra actividad, porque me considero un vecino más de este pueblo”.

Por último, la Virgen del Pilar fue sacada a hombros de mujeres del pueblo y en la puerta de la parroquia le fueron rendidos honores de Ordenanza, tras lo cual, en procesión y, acompañada de la Banda de Música de Pedro Abad, se dirigieron a la Casa Cuartel, donde los invitados fueron obsequiados con una copa de vino español.

HISTORIA. Han cambiado mucho las cosas en los 175 años de historia de la Guardia Civil. La sociedad española ya no es la misma, ni lo son su forma de gobierno ni su ordenamiento jurídico. La Guardia Civil se ha ido adaptando a los tiempos y ya no es la que describiera Azaña.

La Constitución de 1978 estableció claramente las funciones de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado bajo la dependencia del Gobierno. Proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizas la seguridad ciudadana. Son conceptos bien distintos a los tradicionales de un Estado Liberal, propios de un Estado que tiene como valores superiores la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo.

La Guardia Civil ha sido siempre un cuerpo eficaz, disciplinado y leal con la legalidad. Su capacidad para adaptarse a los cambios de la sociedad a la que sirve ha quedado manifiesta a medida que surgían ciertas necesidades. Junto a las funciones clásicas de Policía Rural, han ido surgiendo nuevas actividades, unas, heredadas de los antiguos, como ocurrió con las relativas a la Hacienda, otras como consecuencia de los cambios de la sociedad.

Hay lugares, momentos y circunstancias en las que este cambio se aprecia con más nitidez que en otros, siendo uno de estos lugares la localidad de Villafranca de Córdoba.

Este pueblecito pequeño, pero lleno de historia, donde antaño no se conocía a la Guardia Civil por los fenómenos sociopolíticos del momento, incluso me atrevo a decir que hasta la opinión del ciudadano hacia el cuerpo era más negativa que positiva, hoy los que ya peinamos canas nos damos cuenta del cambio tan tremendo que se ha experimentado en nuestra sociedad local.

Aquella Guardia Civil tan desconocida para el ciudadano de a pie se ha convertido en todo lo contrario. Ya no nos cruzamos con temor o recelo ante un guardia civil. Hoy nos cruzamos con los miembros de la Benemérita con todo el cariño de un vecino más y el respeto hacia la Institución que representa.

Este cambio no solo se produce por la comprensión y mejor educación de nuestra sociedad, sino por la preparación de nuestros actuales guardias, en cuyas casas-cuarteles podemos ver esos monolitos donde se lee «Honor, Lealtad y Sacrificio», tres virtudes que han hecho que los guardias civiles a lo largo de su historia hayan sabido desempeñar y, hoy más que nunca por su preparación cultural, sus funciones con dignidad, prudencia y firmeza, tal y como dice el articulado de su Régimen Interno.

El sargento de la Guardia Civil de Villafranca, David Fernández, manifestó a este periódico que «llegué a Villafranca hace 3 años y aquí me sorprendo cada año con el entusiasmo con el que afrontan los villafranqueños los días previos. Ese afán de superación que nos caracteriza hace que cada año nos esforcemos más por mejorar la celebración del año anterior y eso el pueblo lo sabe, de ahí que frecuentemente nos pregunten con qué le vamos a sorprender este año».

También manifiesta que «no todo el mérito es nuestro, ni mucho menos, ya que desde el Ayuntamiento se vuelcan con nosotros para enaltecer este día».