El Domingo de Ramos, un sol espléndido brilló sobre cada uno de los municipios del Alto Guadalquivir. Todas las cofradías de “La Borriquita” pudieron salir de sus templos y las procesiones de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén tuvieron un gran esplendor. En Adamuz, desde su salida de la iglesia de San Andrés, bajo un cielo azul, los vecinos pudieron disfrutar de la procesión, igual que en Cañete, Bujalance, El Carpio, Pedro Abad, Villa del Río y Villafranca. Pero en Montoro fue mucho más especial, ya que este año la talla completa fue restaurada debido al deterioro que sufría. Los vecinos pudieron contemplar en las calles típicas de esta localidad, desde el barrio del Retamas, un bello paso, seguido por la Virgen del Amor, que engrandece aún más este día con el que se inicia el transitar por la Semana Santa de la comarca.

En Bujalance destaca en cada uno de los desfiles: el paso por el Arco del Ayuntamiento de la “Borriquita”, que las mujeres costaleras lo hacen de rodillas. Debido a la lluvia, tras el paso por el palco de autoridades.

En el Martes Santo, el Gran Poder de Bujalance destacó con el paso por las calles estrechas Castro y Carmelitas, el “Doble Giro” de las calles Santa Ana y Benito Rojas y su estación de penitencia en la Catedral de la Campiña. Este día salió en Montoro el Cristo de la Humildad y Nuestra Señora de Consolación y Esperanza.

El Miércoles Santo en Bujalance fue protagonizado por la Cofradía del Vía Crucis, con el desfilar silencioso del Cristo del Amor y la Misericordia, numerosos penitentes con sus cruces al hombro a ritmo de tambores roncos y el rezo del Vía Crucis, que al acortar el recorrido se hizo por la Plaza de Santa Ana. En Montoro sale el Santísimo Cristo de las Penas, que hizo todo el recorrido por el Conjunto Histórico de Montoro. Sin duda, se dibujaron bellas estampas, como las que se vivieron ese mismo día en Villafranca de Córdoba, con el Rescatado y María Santísima de la Amargura. En Pedro Abad tuvo lugar la procesión del Silencio, que llegó hasta la plaza de Andalucía para, posteriormente volverse hasta la ermita del Santísimo Cristo. Fueron tres días cargados de emoción en todos los pueblos de la comarca, en los que no faltaron la buenas compañías y la fe entre los penitentes.