María de los Ángeles Madueño Ruiz ha sido analista durante 44 años en la Fundación del Patrimonio Comunal Olivarero de Montoro. Tras el cierre, por parte de los patronos, de una serie de almacenes, la almazara, una planta envasadora en Mora y el laboratorio, María de los Ángeles echó manos de su arrojo, adquirió la maquinaria a la Fundación y creó Laboliva cuando apenas le quedaban 16 meses para jubilarse.

En este laboratorio ofrece el análisis de la aceituna y sus subproductos, tanto a nivel de rendimiento como de humedad, riqueza grasa, materia seca sobre seco, riqueza grasa sobre seco; así como en los orujos y el alpechín. A los aceites les realizan la acidez, los peróxidos,..., «y si desean cata, también lo hacemos».

Comenta Madueño que «este laboratorio es muy importante para los olivareros, ya que así pueden comparar el rendimiento con el que le diga el fabricante». Con ello, Laboliva le entrega un certificado al olivarero en un plazo máximo de dos días.

Para ello, María de los Ángeles se ha rodeado de un gran equipo de profesionales, como Mercedes López Pastor, doctora en Química; así como a Nicolás Cachinero; entre otras personas que, en dos turnos, cubren la demanda de los olivareros, abriendo a las 8 de la mañana y cerrando a las 8 de la tarde. Además está ubicada en un lugar estratégico, como punto de salida y entrada de olivareros, que reciben una atención personalizada. Modélicas instalaciones, perfectamente diseñadas, que recuerdan a una auténtica clínica del aceite. Hasta Laboliva (Laboratorio Olivarero) acuden olivareros de diferentes puntos de las provincias de Córdoba y Jaén, como de Montoro, Villa del Río, Pedro Abad, Adamuz, Marmolejo, Lopera, Arjonilla, etcétera.

Comenta María de los Ángeles Madueño que «en el análisis recogemos todos los datos, todo perfectamente registrado y bajo la norma ISO, que la implantamos el pasado verano, tanto la 9001 (Gestión) como la 14001 (Medio Ambiente)».

Desde su apertura, cada vez son más los olivareros que se ponen en manos de este centro especializado en la certificación, garantizando su valor real. Son numerosos los olivareros que se ponen, cada campaña, en manos de estos profesionales.