La Semana Santa se acerca con una brisa fresca que barrunta agua pero que no dejará a nadie indiferente. De Domingo a Domingo el pueblo convierte las calles en una peregrinación eclesiástica. Las imágenes volverán a ser milagrosas y las cofradías lograrán el objetivo de sacar sus pasos. Los rezos desde distintas posiciones no se detienen desde Domingo a Domingo.

El clamor del costalero, la mirada al infinito, sobre todo al cielo, a su imagen querida, harán que esta Semana Santa que se aproxima sea un halo de aire fresco, un rejuvenecer del cristiano y de la persona que busca ser mejor desde el pensamiento y el rezo íntimo.

Además, la Semana Santa se convierte en un efecto de emociones, de sentimientos, de miradas cruzadas entre los que llegan y los que se quedan. Es, sin duda, un motivo para el reencuentro con esa imagen a la que se le tiene una especial devoción. Las tallas «son paseadas» por los costaleros y costaleras, llevadas con ritmo pausado y tranquilo para que el que está fuera pueda rezarle y mirarles a los ojos.

De hecho, la comarca del Alto Guadalquivir es una de las zonas que poco a poco han ido creciendo tanto en tallas como en devoción y recreación artística en la Semana Santa, siendo un gran polo de atracción para muchos turistas que llegan de fuera y que, de hecho, ya tienen prácticamente agotadas las plazas de hospedaje, tanto de hoteles como de alojamientos rurales. Así, en esta guisa, el penitente volverá a disfrutar con su particular sentido de la devoción estos días puros.