Los adamuceños volvieron a hacer gala de su sobrenombre, los culiquemaos, un apodo acuñado desde tiempo inmemorial porque los vecinos, cada 1 de febrero, suelen saltar por encima de las candelas de romero que inundan las calles y barrios de esta localidad serrana del Alto Guadalquivir. Cuando el visitante va llegando al pueblo observa un halo de humo blanco sobre el casco urbano que irrumpe con el resplandor que expanden las farolas de las calles. Esta festividad, que año tras año va a más, forma parte del carácter de los adamuceños. R. CASTRO