El pasado 27 de febrero falleció, a los 56 años de edad, el empresario Francisco Javier Torrero Mejías, quien fuera socio y administrador de la empresa Torrero-Torinco, además de miembro de la junta directiva de CECO (Confederación de Empresarios de Córdoba).

Este perabeño, amante de su pueblo y de profunda creencia cristiana, ha sido durante cuatro años presidente de Unemac (Unión de Empresarios de la Madera de Córdoba). Su don para relacionarse con los demás, siempre mirando hacia el horizonte, hizo que su empresa alcanzara un gran ritmo de crecimiento. Además ha participado en las principales ferias del sector de la construcción, lo que hizo que la industria, en la que participan el resto de sus hermanos (Antonio, Pedro y José Luis), se fuera expandiendo hasta el punto de que llegó a trabajar en México, realizando las obras de carpintería del Palacio Presidencial, donde esta empresa fue reconocida. Todos formaban un gran equipo y, la industria, la primera de la localidad, que llegó a superar los cien trabajadores, ha desarrollado su actividad en torno a la carpintería de la madera, el hierro y el aluminio con importantes innovaciones a lo largo de las últimas décadas, como la ventana Tipo Europeo. Francisco Javier Torrero forma parte de la tercera generación de una empresa que comenzó su abuelo Antonio Torrero, luego la continuaron su padre, Francisco, y su tío, José, en la calle Redonda de la Estación, desde donde luego se trasladaron al polígono industrial, donde multiplicaron los metros para instalar la última tecnología del sector e impulsarla a nivel nacional. Hábil y dinámico empresario, Francisco Javier ha tratado siempre de unir a todos los sectores que poco a poco se han ido instalando en el polígono de Pedro Abad, ayudándoles y poniendo su empresa a su servicio. Desde pequeño fue una persona muy comprometida con su pueblo. Estudió en Los Salesianos y en el colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Ya participaba en las diferentes actividades de la iglesia, así como en muchas de las costumbres más arraigadas de Pedro Abad, como la romería de Santiago el Menor, patrón de la localidad, donde disfrutaba como nadie. También era miembro de la Peña Tiopepe, que tanto animaba con su caseta la feria de su pueblo. Francisco Javier también fue miembro del apostolado en la Semana Santa, hermano de Nuestro Padre Jesús Nazareno y costalero del Santo Sepulcro, entre otras participaciones. Estaba casado con Ana María Venzalá, con la que tenía dos hijos, Ana y Antonio. Hace apenas unos meses fue el padrino de la boda de su hija. Sus grandes amores era su familia, teniendo una especial atención en su nonagenaria madre, Josefina, a la que visitaba en todo momento, hasta que la salud se lo permitió, porque él no quería hacerla sufrir.

Tanto en el tanatorio como durante el entierro fueron cientos las visitas que se recibieron, dando muestras los asistentes de su amor, respeto y cariño hacia este perabeño. Cuántas anécdotas, recuerdos, logros y vicisitudes ha vivido en compañía de sus amigos, compañeros y familiares. Su misa será hoy viernes, día 10 de marzo, a las 19 horas en la ermita del Santísimo Cristo de los Desamparados de Pedro Abad.