La Ayuda a Domicilio ha supuesto un cambio sociológico en toda regla. Cuando más pequeño es el núcleo poblacional, se producen más cambios. Y esto supone una adaptación, no solo para el usuario sino también para la persona que lo atiende. En un principio, la asistencia la realizaban mujeres sin apenas formación y, con el paso de los años, se ha ido profesionalizando. Cuanto más pequeño es el núcleo donde se da este servicio mucho más difícil es cambiar las formas, sobre todo porque en él están más pendientes de los demás.

En este contexto conversamos con Daniela Macías, delegada social de CLECE para la zona sur de España; Antonio González, jefe de servicio de Clece en Montoro; Manoli Salas es la delegada de personal y responsable de riesgos laborales de Clece; y Ainoa Moreno, delegada de riesgos laborales y auxiliar de Ayuda a Domicilio de Clece, quienes analizan algunos aspectos clave del sector sociosanitario, sobre todo de Ayuda a Domicilio, que abundan en la importancia de su profesionalización. En la provincia de Córdoba, esta compañía gestiona la Ayuda a Domicilio en Montoro, Villafranca, Córdoba, Pozoblanco, Rute, Doña Mencía, La Rambla y Torrecampo.

Aseguran que «nuestra misión es darle una asistencia a la persona, por lo que se requiere una preparación y unas condiciones de trabajo». Consideran que no es lo mismo trabajar en una residencia o en un centro de día, «sino de una vivienda particular donde asumimos una serie de riesgos, por lo que es importante dignificar más a este sector».

En este sentido, el jefe de servicio, informa que «en Montoro estamos 67 profesionales”. Asegura que su responsabilidad es llevar a cabo cambios en aquellos casos donde la prevención de riesgos laborales sea necesaria, llevándola a la práctica». Matiza que «con CLECE trabajamos con más seguridad, pero nos estamos encontrando con muchos problemas, como es trabajar en un domicilio particular, entramos en una casa ajena y no tiene nada que ver con un centro de trabajo como una residencia de mayores o centro de día». En este sentido, si la empresa que ofrece sus servicios en una casa particular no está implicada en la prevención de riesgos laborales, lo tiene todo hecho, pero en cambio, Clece, desde el minuto uno, intenta que quede muy claro cuáles son sus obligaciones y cuáles no.

Por tanto, esta firma ha ofrecido a la plantilla una charla de Riesgos Laborales. El jefe de servicios está al tanto de todo lo que se va haciendo.

CLECE es una compañía que tiene unos 78.000 trabajadores a nivel nacional, por lo que, al tratarse de un servicio personalizado, cada auxiliar debe adaptarse a las necesidades, pero dentro de unos parámetros de seguridad.

CLECE lleva dando servicio en Montoro desde el pasado 1 de enero. Justo desde ese instante se convocó a la plantilla, se le dio una charla de prevención, se tomaron las medidas de las EPIs, vestuario, guantes, se sigue trabajando con los usuarios en aquellas tareas que reviertan cierto riesgo, «para tratar de evitarlo, por lo que tenemos que romper un historial que viene desde el año 2007, donde los auxiliares han tenido que hacer servicios que no les correspondían en materia de limpieza, cuando nuestra preocupación directa es la atención al usuario». Con ello se asumen dos problemas, uno que está malgastando el tiempo y otro que está asumiendo un riesgo que no le corresponde.

LA prioridad // Añade Daniela Macías que «la clave está en buscar un punto de encuentro en el que la persona usuaria se encuentre atendida, que sus necesidades en el marco de la Ley de Dependencia estén cubiertas, pero que nuestras trabajadoras no sufran ningún tipo de riesgo».

Manoli Salas apunta, por su parte, que «cada usuario tiene una necesidad y nuestra prioridad es él o ella, pero anteriormente no nos especificaban cuáles eran nuestras competencias y ahora lo tenemos más claro, y ya, tanto los usuarios como sus familiares se han ido adaptando, ya que antes hacíamos cosas que no debíamos». De este modo, aclara Antonio González que «este es el chip que nosotros queremos cambiar».

Para ello se ha creado un comité de Seguridad y Salud. Dicho comité está formado por 2 trabajadoras del servicio a las que les han formado con un curso de 50 horas, nivel básico de PRL (Prevención de Riesgos Laborales). Han tenido, de momento, dos reuniones con las delegadas de prevención del servicio desde que este se inició. Por tanto, ya se cuenta con un nuevo técnico de Prevención de Riesgos Laborales para la zona para darle efectividad.

Por su parte, Ainoa Moreno apunta que «las antiguas eran como una chacha y ahora queremos profesionalizarnos más y dejar de limpiar solo, pero es muy difícil comparar a las antiguas con las nuevas». Añade que «ahora mismo están dando muchos grados 1, que son dos horas a la semana para aseo, y cuando llegas allí dicen que se lavan solas, y nos preguntamos: ¿entonces para qué has solicitado la ayuda?”. Son situaciones paradógicas con las que se tienen que enfrentar hoy muchas auxiliares. Aunque ya se ha dado un gran paso, que es el reconocimiento de la situación de dependencia desde el año 2007, «pero en el caso de Ayuda a Domicilio ya tenemos ganado que se reconozca la situación y ahora queda que se dignifique la situación”, comenta Antonio González, quien recalca que “cada vez nos estamos encontrando con usuarios cuyos familiares le dicen que no quieren que le hagan limpieza (tareas domésticas) y lo que quiere es que a su padre o a su madre le pasen un test de memoria todas las semanas, o le lean un cuento todas las semanas o le ayuden a cambiar los esquejes del jardín y necesitan desarrollarse en esa parte, por lo que eso dignifica la profesión y evita riesgos durante su desempeño».

Por ello, Daniela Macías asevera que «procuramos preservar las capacidades mantenidas». En el caso de Montoro se atiende desde a niños como a dependientes de cualquier edad, aunque la edad media está entre los 70 y los 80 años. También dan servicio a personas con enfermedades mentales.

Comenta Manoli Salas que la prueba del azúcar la pueden hacer, «pero en cambio sus competencias no incluyen la colocación de la insulina o heparina, así como la prohibición de afeitar con cuchilla o tocar una uña de pie; cosas que habitualmente se hace y no pasa nada, pero no podemos ni debemos, y nos basamos en la normativa y el sentido común, ya que eso no es competencia nuestra sino que debe realizarlo un profesional específico para ello».

Por otra parte, añade Daniela Macías que «cuando acude a una vivienda un auxiliar de CLECE va una profesional debidamente formada».

Concretamente, en su ejercicio de responsabilidad, «CLECE no va a prestar un servicio a cualquier precio», comenta Macías, «por lo que no hay nada más importante para nosotros en este momento que la seguridad y la Prevención de Riesgos Laborales, porque no podemos exponer a ningún trabajador en ningún momento».