Mucho ha cambiado en los últimos 15 o 16 años el mundo de la micología en Córdoba: en el año 2003 se fundaba la Asociación Micológica Sierra de Córdoba por un grupo de amigos entusiastas del mundo de las setas. Poco antes se había creado el Plan Cussta por la Junta de Andalucía, Plan de Conservación y Uso Sostenible de Setas y Trufas de Andalucía, en cuyo inventario micológico de los parques naturales de Andalucía tuve el placer y el honor de participar. Hace unos años era normal ver por la Sierra de Córdoba, por Trassierra, por los montes de Villaviciosa, Belmez, Espiel, Posadas o Adamuz, entre San Rafael y Navidad, al aficionado cordobés que, cubo de plástico en mano a modo de improvisada cesta, recolectaba las especies que tradicionalmente se han venido consumiendo en nuestra zona: sobre todo los níscalos (Lactarius deliciosus y Lactarius vinosus), ya fuera para consumo propio o para sacar un dinerillo extra de su venta; y, en menor medida, la seta de álamo (Cyclocybe aegerita) o los faisanes de jara (Leccinellum corsicum). En la Subbética cordobesa, en cambio, la reina de las setas siempre fue seta de cardo (Pleurotus eryngii). Esta prudencia a la hora de recolectar sólo las especies que conocían bien los aficionados y les daban seguridad alimentaria, ha evitado muchas intoxicaciones por setas en Córdoba, al contrario que en otras zonas de nuestro país con más tradición micófaga. Ahora, la mayor parte de los cada vez más numerosos aficionados a la micología -desterrados el cubo y la bolsa de plástico de sus costumbres-, utilizan una cesta en la que las setas van más protegidas y se conservan mejor. En ellas, cuando me paro a charlar con ellos al coincidir en el monte, veo más especies que antes: boletus (Boletus aereus), chantarelas (Cantharellus pallens) o pie azul (Lepista nuda), por poner solo algunos ejemplos de consumo casi general, aunque también he tenido que dar algún toque de atención por llevar mezclada alguna especie tóxica o recolectar hongos de manera indiscriminada. Hoy día tienen una gran facilidad de acceso a la información micológica (de mejor o peor calidad) a través de internet, de las redes sociales e incluso de apps, aunque lo seguro sigue siendo acudir a una buena guía de identificación. También pueden asistir a las jornadas micológicas que se vienen realizando en los pueblos de la provincia, impulsadas por ayuntamientos y nuevas asociaciones micológicas.

Destaca en este aspecto la actividad educativa que viene desarrollando María Rosas en el Punto de Información Micológica de Trassierra, gestionado por el Ayuntamiento de Córdoba, mediante talleres y recorridos micológicos por el hermoso Monte San Cristóbal. También es muy recomendable realizar una visita educativa al Jardín Micológico La Trufa de Zagrilla, cerca de Priego de Córdoba.

Todos los aficionados deberían saber que se ha publicado recientemente por la Delegación Territorial de Medio Ambiente una normativa para la recolección de setas en la provincia de Córdoba, a tener en cuenta si quieren evitar una posible infracción. Normativas parecidas de recolección de setas rigen en otras provincias andaluzas, y tampoco deben olvidar que muchos montes públicos y privados están regulados como cotos micológicos.

Los hongos son un recurso económico de importancia nada desdeñable para la economía de la provincia, a pesar de ser cada vez más irregular en el tiempo debido al cambio climático. Este otoño, si la lluvia no lo remedia, puede ser el primero de muchos que los codiciados níscalos no aparezcan en Córdoba, o lo hagan sólo de manera testimonial.

Pero ver los hongos solo como un recurso económico sería hacerlo de una manera muy miope. Tenemos que aprender a verlos como un componente indispensable para la salud de nuestro monte mediterráneo (incluida su forma de aprovechamiento ganadero, la dehesa), y que por ello debemos proteger. Para ello no basta con que el aficionado a la micología interactúe con el medio ambiente siguiendo las normas recomendadas, sino que es imprescindible que las administraciones públicas y los propietarios privados, cada uno a su nivel, colaboren para la conservación de este reino, del cual -entre otros factores- depende la buena salud de nuestros bosques, gracias a las simbiosis que hongos, árboles y arbustos establecen en beneficio mutuo (micorrizas).

Los enemigos

Los grandes enemigos de los hongos no son los recolectores, sino el ladrillo y el tractor: la desaparición de sus hábitats naturales a causa de su urbanización, la conversión de zonas boscosas en agrícolas o su alteración profunda por prácticas forestales que deberían de estar prohibidas, como el arado de los montes y la eliminación masiva del sotobosque, que tanto daño hacen a la biodiversidad en general -no solo a la fúngica-, y que muchas veces realizan incluso administraciones públicas.

Nuestra Sierra, a pesar de las urbanizaciones, de los incendios y de las numerosas agresiones que aún sigue sufriendo, conserva un grado de riqueza en biodiversidad que hace posible que, incluso hoy día, se estén encontrando especies nuevas que forman parte de sus ecosistemas. Desde aquí recordamos que la iniciativa ciudadana está promoviendo su declaración como parque natural. También sería deseable la ampliación del Parque Periurbano Los Villares, mediante acuerdos de custodia del territorio con propietarios de fincas cercanas de gran valor ecológico y muy utilizadas por la ciudadanía para esparcimiento y usos deportivos, además de la ordenación y protección de la finca municipal El Patriarca.

Especies como Clavaria flavostellifera han sido descubiertas para la ciencia, entre otras localizaciones, en zonas tan cercanas como el arroyo Pedroches, siendo su coautor Pablo Pérez Daniëls, gran amigo y conocedor de la micobiota cordobesa; también es de destacar la labor de investigación que Baldomero Moreno-Arroyo y su equipo han desarrollado en el campo de los hongos hipogeos («trufas»), describiendo en la Sierra Subbética cordobesa varias especies nuevas como Calongea prieguensis, llamada así en honor de Francisco de Diego Calonge, coautor de la misma y pionero de la micología en España, recientemente fallecido. Otro ejemplo de los muy raros hongos que podemos encontrar en Córdoba son Lactarius purpureobadius, citado por primera vez en España a partir de muestras de la Sierra de Córdoba y del parque natural de los Alcornocales, y que no se había vuelto a encontrar desde su descubrimiento en Marruecos por el francés Malençon en el año 1959, salvo en Cerdeña.

Terminamos este artículo con algunos enlaces de interés para aprender a amar cada vez más este apasionante mundo, y ayuden a proteger nuestros montes, denunciando cualquier agresión al bosque o a sus caminos públicos que puedan ver durante sus paseos. Que nuestros nietos y sus hijos sigan sintiendo la magia de descubrir, por primera vez, el colorido de un hongo bajo la capa de hojas del otoño.

* Presidente de la Asociación Micológica Sierra de Córdoba

ENLACES DE INTERÉS:

-Facebook de la Asociación Micológica Sierra de Córdoba

-Edición digital del libro “Flora micológica de Andalucía” (2018)

-Guía Micológica del Municipio de Córdoba (2014)

-Página sobre normativa micológica de la Federación de Asociaciones Micológicas de Andalucía

-Página sobre “Setas de Andalucía” en la web de la Universidad de Córdoba