El paisaje de la comarca vitivinícola de Montilla-Moriles centrará el proyecto Secbivit, un estudio europeo sobre la biodiversidad en los paisajes vitivinícolas del antiguo continente en el que participa el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de la Estación Experimental del Zaidín, en Granada.

La investigación, que se desarrolla de forma conjunta en Austria, Francia, Alemania, Rumanía y España, estudia los efectos de gestión del suelo en las calles o filas de cepas, así como la intensidad del control de plagas en viñedos, la conservación de la biodiversidad o la provisión de servicios ecosistémicos en regiones vitivinícolas de estos cinco países europeos.

El proyecto, que cuenta con un presupuesto total de 1,5 millones de euros, pretende fortalecer la investigación sobre diferentes escenarios climáticos para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.

De esta forma, Secbivit pretende desarrollar diferentes «marcos- modelo» que permitan explorar y predecir «formas alternativas» para el cultivo de la uva y, de este modo, equilibrar la producción del fruto, la conservación de la biodiversidad y el suministro de servicios ecosistémicos.

«La viticultura es una de las formas de agricultura más antiguas y rentables pero, también, es una de las formas más intensivas de agricultura, lo que afecta negativamente la biodiversidad y los beneficios para las personas que generan los ecosistemas», señalan desde el equipo de investigación de Secbivit. Por todo ello, el CSIC, en colaboración con el Aula de Viticultura del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, ha lanzado una encuesta entre los viticultores del marco cordobés, a través de la cual se pretende «modelar» cómo se produce la toma de decisiones ante el manejo de plagas que afectan al viñedo, así como las prácticas de conservación del suelo que se llevan a cabo, «todo ello con el objetivo de analizar su impacto en la biodiversidad y en los servicios de los ecosistemas».

«La viticultura se encuentra entre los tipos de uso de la tierra que más dependen de los pesticidas en Europa», recalcan los promotores del estudio, que calculan que aproximadamente el 20 por ciento de los plaguicidas aplicados se utilizan en viñedos, a pesar de que ocupan menos del 3 por ciento de la superficie agrícola total. «Los agroecosistemas vitivinícolas pueden beneficiar la conservación de la biodiversidad al proporcionar hábitats entre las hileras de viñedos y al conservar elementos del paisaje», concluyeron.