Córdoba es una provincia en la que el peso de la agricultura y la ganadería es importante, en la que los principales sistemas de producción tienen amplia presencia entre las explotaciones cordobesas. Así, tanto la producción convencional -el modelo tradicional y más enfocado a la productividad-, como la producción ecológica -la alternativa con su visión puesta en el medio ambiente- y la producción integrada -opción que intenta ser una combinación de las dos anteriores- coexisten en la provincia cordobesa. En primer lugar, es importante conocer estos tres tipos de sistemas de producción, sus características y objetivos, ya que dicha información resulta útil para determinar cuál elegir en caso de dedicarnos a estas actividades económicas vinculadas al entorno rural.

Así pues, producción convencional se denomina al sistema productivo basado en el consumo de determinados insumos considerados externos (fósiles, herbicidas, pesticidas, abonos químicos sintéticos…) y que está orientado a obtener el máximo rendimiento en el menor tiempo posible, caracterizado por la mecanización agrícola y el uso de fitosanitarios químicos. Entre sus mejoras, a partir de la entrada en vigor del RD 1311/2012 sobre el uso sostenible de los productos fitosanitarios -como respuesta a la directiva 2009/128/CE para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas-, se adoptan los principios de la Gestión Integrada de Plagas (GIP) como método obligatorio de control de plagas en todos cultivos convencionales.

Por otro lado, la producción integrada es un sistema de producción agrícola o alimentario que aboga por una mayor utilización de los recursos y mecanismos de producción naturales y facilita el desarrollo a medio plazo de una agricultura más sostenible, introduciendo en ella métodos agronómicos, como labores culturales, fertilización, riego, lucha biológica o química, no de forma sistemática, sino en función de una evaluación técnica previa y un diagnóstico que determine la idoneidad o no de la técnica o tratamiento a aplicar, haciendo compatible la protección del medio ambiente, las exigencias de la sociedad y la productividad agrícola. Incluye las operaciones realizadas para la manipulación, envasado, transformación y etiquetado de productos vegetales acogidos al sistema.

Los operadores deben comunicar su actividad como producción integrada a las autoridades competentes donde radiquen las superficies de producción y sus instalaciones, para ser inscritos en el Registro de Producción Integrada. En concreto, la producción integrada está regulada por el Real Decreto 1201/2002, de 20 de noviembre, a nivel estatal y varios decretos y órdenes en Andalucía; sobre todo, por el Decreto 245/2003, de 2 de septiembre, modificado por el Decreto 7/2008 de 15 de enero.

La Junta pone a disposición de los usuarios un manual de procedimiento para la gestión del Registro de la Producción Integrada en Andalucía, además de una guía, documentos en los que se exponen todos los detalles, incluidos los requisitos que cumplir, tanto por operadores como por entidades de certificación.

Finalmente, por producción ecológica se califica al sistema de producción agrario que, mediante técnicas de conservación y mejora de la calidad de suelo, favorece el ecosistema, consigue obtener alimentos de máxima calidad nutritiva respetando el medio, sin la utilización de productos químicos de síntesis y consiguiendo así ecosistemas social y ecológicamente sostenibles. Por sectores, en la comunidad se dan prácticas de producción ecológica en la agricultura, la ganadería, la industria y la acuicultura, y Córdoba está presente en ellas.

El marco que la define es el de la Unión Europea (UE), pero existe regulación estatal al respecto y su control y certificación es competencia de las comunidades autónomas. La producción ecológica está regulada por el Reglamento 834/2007 y estaba previsto que, en 2021, entrara en vigor el nuevo Reglamento (UE) 2018/848, sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos, pero se ha pospuesto su aplicación un año por la incidencia del covid-19.

La nueva legislación entrará en vigor el 1 de enero de 2022 y va encaminada a garantizar una competencia leal para los agricultores, evitar el fraude y mantener la confianza de los consumidores.

Tanto si está pensando en dedicarse a la producción ecológica como si ya produce de esta manera, es bueno conocer las principales novedades, que pasan porque se simplificarán las normas de producción; se reforzará el sistema de control con medidas preventivas más estrictas y controles rigurosos y presenciales en toda la cadena de suministro; se impondrán los mismos requisitos a todos los productores (de la UE o de fuera); se extenderá la aplicación de las normas de producción ecológica a una lista más amplia de productos (sal, corcho, cera de abejas, hojas de vid, palmitos…) y habrá normas de producción suplementarias (para especies aquí presentes como abejas, ciervos, conejos y aves de corral); la certificación será más fácil para los pequeños agricultores por la certificación de grupo; se adoptará un enfoque más uniforme para reducir el riesgo de contaminación accidental por plaguicidas y se eliminarán exenciones aplicables a la producción en lechos demarcados en los invernaderos.

¿Cuál es la mejor opción? Pues según cada caso. Se recomienda planificar y definir bien nuestras prioridades como ‘personas del campo’, ya que, en función del fin último, la producción más adecuada será una u otra. Actualmente, en Córdoba, la superficie agraria total supera el millón de hectáreas (has) y la producción mayoritaria es la convencional. La producción ecológica sería la segunda -con cerca de 175.000 has- y la integrada sería la tercera -con más de 67.000 has-.

Ambas alternativas a la fórmula tradicional vienen creciendo desde hace lustros, si bien la integrada ha sufrido un pequeño retroceso en los dos últimos años. La ecológica sigue aumentando y cuenta con el compromiso de la UE de apoyar el sector para lograr dedicar al menos un 25% de las tierras agrícolas a la agricultura ecológica en 2030.

En definitiva, se trata de tres modelos productivos oficialmente reconocidos y la clave para su implementación y desarrollo debe ser garantizar el cumplimiento de los procedimientos productivos definidos para cada cultivo y seguir las normas y técnicas específicas para completar una actividad agraria adecuada y segura.