En ciudades como Córdoba, debido a las altas temperaturas, es habitual que muchas viviendas cuenten con sus propios aparatos de aire acondicionado para enfriar los hogares; mientras que en otras ciudades situadas más al norte del mundo es la calefacción la que se hace prácticamente imprescindible en muchos barrios a consecuencia de las bajas temperaturas. La mayoría de los sistemas de climatización funcionan de forma individualizada, en los que cada domicilio cuenta con su propio aparato para calentar o enfriar.

Sin embargo, desde hace unas décadas comenzaron a implantarse en los países nórdicos las primeras redes de climatización común, donde el frío o el calor se produce en una central y se distribuye a las viviendas por una red urbana mediante tuberías subterráneas, de la misma forma que se realiza con el gas o el agua.

No obstante, la mayor parte de la energía que utilizan estas redes se genera a través de combustibles fósiles, con las consiguientes emisiones de CO2 y perjuicios para el medioambiente, por lo que el reto para que estas redes se extiendan y sean sostenibles pasa por garantizar su eficacia utilizando solamente energías renovables.

Un reto que se hace necesario superar si se tiene en cuenta que, según datos de la Comisión Europa, la climatización de los edificios representa la mitad del consumo energético de la UE, y el 70% de éste se genera a partir de combustibles fósiles. Superar este reto es precisamente el objetivo de Wedistrict, un proyecto internacional en el que participa la Universidad de Córdoba (UCO) junto a otras 22 entidades asociadas de 9 países, que cuenta con un presupuesto de casi 20 millones de euros, financiado por el programa europeo Horizonte 2020 de investigación e innovación.

Así lo explica el responsable del grupo de investigación Research Applied Thermal Engineering de la UCO que participa en este proyecto, el profesor Manuel Ruiz de Adana, que indica que el mismo «pretende demostrar con cuatro instalaciones construidas en diversos países de Europa que es posible técnica y económicamente construir redes de este tipo que utilicen energías renovables» y sean eficientes.

«Todo un reto tecnológico», afirma el profesor Manuel Ruiz de Adana, que implica, entre otras cuestiones, la hibridación -o mezcla- de diversas fuentes de energía renovables, así como la puesta en marcha de cuatro instalaciones piloto en Rumanía, Polonia, Suecia y Alcalá de Henares (Madrid).

En concreto, la participación de la UCO en este proyecto se materializa en el diseño, fabricación y suministro de un prototipo denominado RACU, Renewable Air Cooling Unit, que transforma el calor en frío. Un prototipo que acaba de ser montado en la empresa cordobesa Keyter Technologies y está a punto de ser trasladado al campus de Rabanales, donde permanecerá un año en pruebas antes de ser enviado a Alcalá de Henares.

Para el desarrollo de este prototipo la UCO cuenta con un presupuesto de 458.000 euros de los casi 20 millones de euros de financiación europea con la que cuenta el proyecto, cuyo plazo de ejecución comenzó en octubre del 2019 y se extenderá hasta marzo del 2023, fecha en la que el RACU habrá sido ya probado en la planta madrileña, donde se ensayarán conjuntamente otras novedosas tecnologías renovables.

En el caso del prototipo desarrollado en Córdoba, éste funciona como una especie de transformador que transforma la energía térmica generada por la red de agua caliente y la convierte en aire frío, mediante un procedimiento basado en evaporación de agua de forma indirecta combinado con tecnología que se denomina de rueda desecante.

Con ello, «se prescinde de sustancias refrigerantes contaminantes y se garantiza una elevada calidad de aire, ya que la totalidad procede del exterior, con un reducido consumo energético». De prosperar el aparato, se colocaría en los edificios que formaran parte de la red.

De momento, al ser solo un prototipo éste tendría una capacidad para prestar servicio a un par de viviendas, pero el profesor Manuel Ruiz de Adana explica que, como todas las otras tecnologías del proyecto, éstas son escalables, es decir «que se pueden aplicar a una pequeña urbanización con pocas viviendas o a un barrio todo lo grande que se requiera».

En definitiva, un proyecto enmarcado en la búsqueda de ciudades más sostenibles y eficientes energéticamente.