El buitre negro es el ave de mayor envergadura de España. Es una especie longeva que en cautividad llega casi a los cuarenta años de edad y algo más de la mitad en libertad, alcanzan la madurez sexual entre los 4-6 años y como máximo crían un pollo al año. Por tanto, la estrategia para mantener sus poblaciones es la conservación de la población adulta, dado que en caso de hacerse escasa se necesitan muchos años para recuperarla.

Hace algo más de quince años se organizó en Córdoba el primer simposio internacional sobre el buitre negro. Más de doscientos especialistas analizaron su situación y dieron la voz de alarma sobre los efectos que estaba teniendo el uso ilegal de cebos envenenados para sus poblaciones. El veneno dirigido hacía zorros y otros pequeños y medianos mamíferos depredadores tenía un efecto colateral en esta especie que era capaz de localizar los cebos y envenenarse con ellos.

Dos años después, Diario CÓRDOBA se hacía eco de un informe en el que se señalaba que la población de buitre negro había caído de manera alarmante a sus valores mínimos en la Sierra de Hornachuelos. Solo se detectaron 26 frente a las 43 parejas que hubo el año anterior. El veneno estaba detrás de este retroceso. El núcleo de Hornachuelos era el único que había descendido en Andalucía, que había pasado de las 229 parejas a las 234.

Durante esos años la proporción de parejas reproductoras con uno o dos individuos inmaduros era alta, más del 40%; se descubrió que la localización de un cadáver podía suponer en realidad solo el 6,75% de la mortalidad real, y que el veneno sólo afectaba a los ejemplares adultos que son capaces de localizar los cebos envenenados.

Como se desprende, una situación nada halagüeña para el futuro de la especie. Muchos fueron los esfuerzos que se realizaron para revertir esta situación. Donde se localizaban cebos envenenados o ejemplares muertos se iniciaba una investigación minuciosa por parte de los agentes de la autoridad y técnicos competentes para demostrar que el veneno se había puesto en ese lugar y que conllevaba aparejada la suspensión del aprovechamiento cinegético, dado que en los lugares donde se actuó el móvil era ese. No pudo darse con los autores porque en ese caso hubiéramos estado hablando de delitos penales y hubiera intervenido la justicia. En este aspecto se han formado a todos los agentes de la autoridad de la provincia para luchar contra esta lacra.

Una línea de actuación fue incrementar la sensibilidad de la sociedad y en especial de los grupos sociales directamente relacionados con su hábitat, los habitantes de los núcleos rurales de su área de distribución.

Para ello se diseñó una campaña educativa y la edición una unidad educativa específica con una guía del profesor y un cuaderno del alumno. Más de 15.000 escolares de 24 centros educativos pertenecientes a 13 municipios de la provincia participaron hasta el curso pasado.

El eje de la conservación del buitre negro, entre otras acciones, ha sido el exhaustivo seguimiento de sus núcleos reproductores. No puede haber actuaciones eficaces si no están avaladas por datos precisos y objetivamente analizados. Además, implica un gran control de las actividades que se desarrollan en el medio y garantiza el anticiparse a las amenazas o a una intervención rápida en las situaciones de riesgo. En Andalucía, en el año 2019, la población reproductora ha alcanzado un tamaño récord, en concreto, 384 parejas habrían efectuado la puesta, de un total de 429. Supone más del doble de parejas que las del año 2002.

En el caso de Hornachuelos, se ha registrado un fuerte aumento desde el mínimo de 2006, se han alcanzado las 70 parejas reproductoras, de un total de 82, a las que habría que sumar una pareja aislada en Adamuz. En 2010 se cumplieron los criterios de la UICN para considerar a la especie como «vulnerable» en lugar de «en peligro de extinción». Para impedir que retorne a la categoría «en peligro», se ha recomendado insistir en los principios que han guiado su conservación desde el año 2001: conocimiento, control del veneno, preservación del hábitat, tranquilidad durante la reproducción y disponibilidad de comida, y educación para la conservación. Para ello es básico mantener los recursos humanos de alta cualificación, que vienen trabajando en este proyecto desde su inicio.

* Biólogo