Entre los productos que pueden sustituir al aceite de palma en la industria agroalimentaria se encuentra, según los expertos, el aceite de girasol. Precisamente, el girasol es el tercer cultivo que ocupa más extensión en la provincia de Córdoba, tan solo superado por el olivar y el trigo. En concreto, y a pesar de que la superficie se ha reducido en los últimos años, los últimos datos oficiales del 2018 hablan de 29.429 hectáreas de girasol en la provincia cordobesa, lejos, lógicamente, de las casi 370.000 hectáreas de olivar pero por encima de las 11.278 que se destinan a cítricos, y las 5.548 de viñedo, por citar dos cultivos también importantes en la provincia, junto al olivar y el aceite de oliva. Diversos expertos han apuntado que el aceite de oliva y de girasol tienen mercados compatibles y complementarios: el primero en el ámbito del consumo en crudo, y el segundo más en el campo de la industria alimentaria, en donde se está constituyendo como un sustituto del aceite de palma.

Así se puso de manifiesto en el primer Congreso Técnico Nacional del Girasol que se celebró en la sede de la Diputación Provincial de Córdoba en junio del pasado año, organizado por la Asociacion Española del Girasol (AEG, con sede en Córdoba) donde se resaltó el incremento del consumo de girasol registrado en los últimos años, que contrasta con la reducción de las hectáreas cultivadas, algo más de 700.000 en toda España, de las que unas 200.000 se localizan en Andalucía, siendo Sevilla y Córdoba las principales provincias productoras.

Uno de los factores del incremento del consumo del aceite de girasol es, según los expertos, su mayor demanda por parte del sector agroalimentario, donde es líder en ventas para la industria conservera de pescado.

Igualmente, a los aceites de girasol especiales, como el alto oleico, se les han abierto nuevas posibilidades en otras actividades de la industria alimentaria, sobre todo en el sector de las galletas y bollería, así como en la producción de aperitivos y precocinados en sustitución del aceite de palma.

Ya el pasado año el presidente de AEG, Juan Fernández, remarcaba en el citado congreso que lo que hace falta es «informar al cliente, al consumidor, de las diferencias organolépticas de cada uno de los aceites para su mejor utilización. Los aceites de oliva y girasol no son enemigos». Como si parece ser el aceite de palma.

Además, el girasol, debido a su capacidad para crecer en diferentes condiciones agroecológicas y su tolerancia moderada a la sequía, «puede convertirse en el cultivo oleaginoso preferido en el futuro, especialmente a la luz de los cambios ambientales globales», apuntan desde AEG.