La aparición de granjas marinas repartidas por toda la costa española, y también en el interior con especies de agua dulce, se ha convertido en los últimos años en una imagen habitual en las provincias litorales. Destaca Alicante, como principal productora, por ejemplo, de doradas, según revela un informe de la Asociación de Productores de Cultivos Marinos de España (Apromar). La acuicultura mueve al año en nuestro país 348.395 toneladas, con una facturación de 472 millones de euros en el 2018, último dato oficial. La principal producción en España es el mejillón, con 273.000 toneladas, seguido por la lubina (22.640 toneladas), la trucha arco iris (18.856) y la dorada (14.930).

Se trata de una actividad en teoría sostenible, porque evita esquilmar los caladeros, pero también tiene sus sombras, según recuerdan entidades como Ecologistas en Acción. Por ejemplo, para conseguir un kilo de salmón se necesitan tres kilos de pescado salvaje como alimento. Los conservacionistas también critican la gran cantidad de residuos que se generan y que acaban en el mar.

La Unión Europea define la acuicultura como el cultivo de organismos que viven en medios acuáticos, como peces, moluscos o algas. Es el sector productivo alimentario con el mayor crecimiento en todo el mundo (casi un 10% medio anual desde el 1984, frente al 3% de la carne de bovino). En la actualidad, proporciona más de la cuarta parte de la pesca total en España, según el Observatorio Español de Acuicultura.

La acuicultura es también el sector que más se ha diversificado. Se crían especies tanto de río como de mar en países de todo el planeta. Además de peces como el bacalao, el rodaballo, la dorada o la lubina, se crían otras variedades menos conocidas en España, como la tilapia, que se ha convertido en mayoritaria en países de aguas tropicales y subtropicales. A medida que la tecnología y los medios lo permiten, el número de especies cultivadas aumenta, como el pulpo o el besugo.

La Comunidad Valenciana es la que mayor producción concentra de peces de granja en toda España, seguida de Murcia, Canarias, Andalucía y Galicia. Este sector, en cambio, ha ido cayendo en picado en los últimos años en Cataluña y hoy su producción es testimonial: en torno a las 30 toneladas al año.

Expertos y productores consideran que la temperatura del agua del Mediterráneo es, en este sentido, idónea para la producción de doradas, al estar entre los 18º y los 24º C. La temperatura media en muchas zonas oscila entre mínimas de 11º y máximas de 28º C, con lo que el ciclo de producción, en relación a la temperatura del mar, permite trabajar siete meses al año en muchas provincias.

La patronal del sector constata que en el conjunto del Estado se ha producido un aumento de la demanda de doradas de un 10% en el último año, de ahí que se haya incrementado la producción. El consumo de esta variedad de pescado en los hogares está en alrededor de las 23.000 toneladas por año, lo que supone 600 gramos de dorada por persona y año. La producción nacional no cubre la demanda, puesto que mediante la pesca tradicional solo se obtienen 820 toneladas adicionales que se suman a las de piscifactorías.

El mercado debe recurrir, por lo tanto, a la importación de doradas para satisfacer la demanda. Los principales productores en el Mediterráneo son Turquía (67.612 toneladas) y Grecia (59.000 toneladas), a los que se compra la práctica totalidad para cubrir el consumo. Al mismo tiempo, el principal mercado de exportación para España es Italia, donde la demanda de dorada es significativamente superior, incluso, a la española.

La producción de pescado en las piscifactorías españolas alcanzó en el 2018 un total de 348.395 toneladas y eso supone una fuente de riqueza económica, porque la acuicultura emplea a 16.151 personas. La estimación de empleo indirecto asociado a estas 16.151 personas trabajando es de 40.378 puestos más.

Luces y sombras

Pero otros aspectos son más controvertidos. En el 2018 se utilizaron 140.050 toneladas de pienso de acuicultura. Esta cantidad es un 8,4 % superior a la del 2017. El 85,1% de la misma fue administrado a peces marinos y el 14,9% restante a especies de agua dulce.

Estos piensos se obtienen tras capturar cantidades de pequeños peces salvajes, lo que constituye precisamente uno de los principales impactos de esta ganadería del mar sobre el medio marino. El pescado suministrado por la acuicultura supone actualmente