Hay años que pasan a la historia por las malas noticias y otros que se graban en la materia gris de quienes los viven por la alegría desenfrenada de algún acontecimiento inesperado. El 22 de diciembre de 1992 pasó a la historia de Córdoba por la lluvia de dinero que impregnó la ciudad de la mano de los supermercados Deza, que con sus papeletas de la Lotería de Navidad repartió 15.120 millones de pesetas al resultar agraciado con el segundo premio el número 42.890. Antonio Deza hijo aún tiene fresca en su memoria la alegría que desbordó a los clientes de su padre (él aún no trabajaba en la empresa) ese día en el que Diario CÓRDOBA hizo un despliegue informativo para dar cuenta de aquel hecho insólito, que hizo feliz a familias de dos barrios obreros como La Viñuela y el Sector Sur.

Ese segundo premio, pese a estar más repartido que muchos otros, se quedó íntegramente en Córdoba, ya que el grupo Deza vendió las 105 series del número en participaciones de 500 pesetas sin recargo, que se tradujeron en 2.400.000 pesetas por papeleta.

Antonio Deza recuerda que, superada la euforia, la familia se dio cuenta de «el problema» que se les venía encima. «Era una barbaridad de dinero, más de 15.000 millones de la época, recuerdo que tuvieron que hacer 16 transferencias porque en el ordenador de la época no se podía poner una cifra tan grande», explica. Cuando llegó la hora de hacer el pago, se planteó la posibilidad de que las papeletas, hechas en papel normal, pudieran falsificarse. «El riesgo era brutal, por cada papeleta falsa se irían 2,4 millones». Finalmente, se ideó un sistema de cobro antifraude. «Se pagó por grupos, según el número de las más de 6.000 papeletas, que se comprobaron una a una». Así ,consiguieron que todo el mundo cobrara en 10 o 12 días «sin que apareciera ni una papeleta falsa». El beneficio de aquella lluvia de dinero se dejaría notar a lo largo de 1993 en todo el comercio local. «Fue un premio que ganaron las amas de casa, que eran quienes venían más a los supermercados, y no hay mejor administradora que una mujer», bromea.