Se ha acabado la campaña electoral de las autonómicas andaluzas, pero no se preocupen ustedes, que esta misma noche empezará una nueva campaña, no declarada como tal, de cara a las municipales, europeas y generales. España entera está llena de políticos dando vueltas y lanzando mensajes y posiblemente se confirme que Andalucía ha sido el escenario de ese ensayo general que igual convierte el 26 de mayo del 2019 en el «superdomingo» electoral.

Creemos que a la gente lo que le gusta es votar y que los políticos acepten los resultados. Es decir, que no nos obliguen a ir de nuevo a las urnas hasta que salga lo que ellos quieran, faltaría más. Pero esta campaña, con sus primeras encuestas, llevó a la candidata socialista, Susana Díaz (a la que dan por ganadora, pero por debajo de los 47 escaños actuales), a insistir, desde el primer día hasta el último, en su temor al bloqueo, a que no la dejen formar gobierno. No contemplan los sondeos que los votos de Juanma Moreno (PP) y Juan Marín (Ciudadanos) les permitan alcanzar una suma de mayoría absoluta de 55 escaños, y sí prevén que Adelante Andalucía pueda sumar con el PSOE lo suficiente para gobernar, pero Teresa Rodríguez insiste en que no ayudará al PSOE. El empate técnico que hace una semana presentaban estas tres formaciones podría haberse deshecho durante los últimos días de campaña, o al menos lo han intentado, con un desenlace feroz de los últimos días, acentuando la agresividad de los mensajes. Incluso el PSOE, que llevaba un tono de mayor equilibrio, ha sacado las uñas tocando a rebato para sacar de sus casas a la izquierda abstencionista.

Porque todos lo dicen, el secreto está en los restos. La Ley D’Hondt, que luego nadie cambia cuando llega al poder, es muy puñetera, y a lo mejor el escaño que le quite Vox al PP o a Ciudadanos se lo lleva el PSOE, o Adelante Andalucía. El final de la campaña ha sido el momento de rebañar los restos, de sacar la miga para mojar el plato y que no quede salsa, pero hasta esta noche no sabremos si los mensajes han sido eficaces. El dato de los indecisos, que se cifraba en un 20%, el silencio de tanta gente a la que no le gusta decir a quién va a votar, y la abstención, especialmente de los jóvenes, son factores que pueden dar lugar a sorpresas cuando se abran las urnas.

Los provinciales han trabajado mucho, aunque los presidenciables se han movido tanto que han ocupado casi todo el espacio público. Y los líderes nacionales, especialmente Pablo Casado y Albert Rivera, no solo han ayudado a los suyos, sino que en ocasiones les han hecho sombra y restado proyección mediática. En Córdoba, Juan Pablo Durán tenía una cómoda posición de partida, pues los sondeos han dado que en la provincia el PSOE no perderá ninguno de sus actuales cinco escaños. José Antonio Nieto, con el PP, lo tiene más difícil, pues se habla de retroceso a favor de Ciudadanos. El apoyo de Casado en el cierre de campaña en el Colegio Mayor La Asunción habla del esfuerzo realizado para retener el voto. Para Ana Naranjo, de Adelante Andalucía, las perspectivas se enmarcan en la fuerza del proyecto de Rodríguez y Maíllo -que, si triunfa, podría mantenerse en próximas convocatorias electorales, dicen- y Fran Carrillo, de Ciudadanos, ha recibido el apoyo de Juan Marín y Albert Rivera como candidato menos conocido al que las encuestas prometen dos parlamentarios. De Vox se dice que su candidato local, Alejandro Hernández, no tendrá plaza por Córdoba.

Esa es la escena previa, pero ahora le toca a los electores decidir. Y esperar que el nuevo Parlamento de Andalucía sepa administrar el mandato de los ciudadanos.