Con la trayectoria familiar de Juan Manuel Moreno Bonilla (Barcelona, 1970) podrían identificarse muchos andaluces. Sus padres, vecinos de Alhaurín de la Torre (Málaga), emigraron a Barcelona buscando un mejor futuro, y allí nació el que hoy es candidato del Partido Popular (PP) a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Sus progenitores volvieron luego a establecerse a su tierra, como tantos y tantos paisanos. Así que, con apenas unos meses, Juanma Moreno ya estaba de regreso en la provincia de Málaga, primero en las cercanías de Cártama, luego en el barrio Puente de las Américas de la capital, donde su padre, que en Barcelona trabajó como delineante industrial en una gran empresa, abrió una droguería. Nieto de jornaleros, hijo de emigrantes, pudo acceder a estudios superiores al tiempo que, desde muy joven, se interesaba por la política, y con 19 años ya se había afiliado al Partido Popular.

Como el actual presidente del PP, Pablo Casado, su trayectoria ascendente se puso en marcha desde las Nuevas Generaciones del PP, que presidió en 1993. Estudio en la Universidad de Málaga, pero finalmente en su ficha del PP consta como licenciado y titulado superior en Protocolo y Organización de Eventos, especialidad en la que también tiene un máster, por la Universidad Camilo José Cela de Madrid, y máster en Dirección y Administración de Empresas.

Con 25 años Moreno Bonilla ya era concejal de Juventud del PP en el Ayuntamiento de Málaga. Después, diputado en el Parlamento de Andalucía (1997-2000) y parlamentario en el Congreso de los Diputados (2000-2011), con el dato curioso de que en su primera etapa fue «paracaidista» por Cantabria y en la segunda ya por la circunscripción de Málaga. En 2006 se casó con la politóloga granadina Manuela Villena, con la que tiene tres hijos. En el 2011 el Gobierno de Mariano Rajoy lo nombró secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, hasta que en el 2014 se produjo el relevo en el PP-A, con la retirada de Juan Ignacio Zoido, y, en la pugna de influencias de Soraya Sáenz de Santamaría y Mª Dolores de Cospedal, ganó la primera, convirténdose Moreno en presidente del PP-A y candidato a la presidencia de la Junta. En las elecciones autonómicas del 2015 consiguió 33 diputados, un enorme retroceso (el partido obtuvo 50 diputados en el 2012) que se enmarca también en el descontento por la política de recortes del Gobierno central del PP y la llegada de los nuevos partidos políticos.

Ahora, aunque apoyó a la exvicepresidenta del Gobierno en las primarias del PP del pasado mes de julio, su campaña está contando con una enorme presencia de Pablo Casado, y se dice que sus relaciones no son malas pese a que militaron en distintos bandos internos en la sucesión de Rajoy. Moreno se juega mucho en estos comicios en los que las encuestas le dan al PP una pérdida importante de escaños en el Parlamento de Andalucía, pues de ellos puede depender su futuro y hasta su relevo al frente del partido en Andalucía. No es tan fácil, pues la presencia continua de Casado lo hace copartícipe de los posibles éxitos o fracasos.

Su mensaje es el del cambio. Traslada a los posibles electores su certeza de que la única manera de que Andalucía cambie su trayectoria es votar al PP, que garantizaría que no gobernara el PSOE e iniciar así un ciclo de «progreso». Quizá su gran sorpresa en esta campaña es descubrir que está obligado a mantener un combate político en varias direcciones, con un Ciudadanos dispuesto a arañarle todos los votos posibles en su mismo caladero y un Vox por la derecha que, consiga o no escaños, puede quitarle votos decisivos con los famosos «restos» de la ley electoral.