Con mucha dificultad y empeño, ha echado a andar el otoño cultural en Córdoba, que trae como uno de sus principales atractivos el que desde hoy puede disfrutarse en el C3A. Se trata de una exposición con la que el Centro de Creación Contemporánea rinde homenaje a sus 91 años a esa figura singular -aunque se haya pasado la vida apostando por el arte colectivo- que es el cordobés Juan Serrano, arquitecto, creador plástico y cofundador del mítico Equipo 57. Por culpa del coronavirus y sus impedimentos, que obligaron en verano a aplazar la cita, no ha habido acto inaugural ni presencia del artista en el arranque de una muestra que podrá visitarse durante un año; aunque, dolido de cuerpo pero con la mente lúcida y racional de siempre, sí que asistió un par de días antes a la supervisión de los preparativos, y le gustó el resultado.

Juan Serrano, un soñador osado en las formas pero a gusto solo en sus interiores, nunca tuvo prisa por exponer su propia obra. De hecho, no lo hizo en solitario hasta el año 2010 y escogió para ello Sevilla, si bien un año después las salas Vimcorsa y Orive se abrieron para exhibir un universo conceptual de curvas cóncavas y convexas donde la ideología se mueve a sus anchas entre mundos ondulados y líneas rectas. En una entrevista publicada en este periódico hace una década -tampoco prodiga sus apariciones en prensa-, me decía que no se identifica con el artista individual ni con la pomposidad de la que suele rodearse la creación, sino con un arte compartido en un juego de libertades. El Equipo 57 se había disuelto en 1961, pero aquel prodigio de vanguardia entre las vanguardias con acento cordobés, aunque nacido en París en 1957 -de ahí el nombre del grupo integrado también por Pepe Duarte, Juan Cuenca, Agustín Ibarrola y Ángel Duarte-, le había dejado tan honda huella que medio siglo después se defendía de sus largos silencios argumentando que «soy la quinta parte de una marca reconocida pero no me gusta que la gente esté pendiente de mí, lo que me alimenta es el proceso creativo».

Y en evolución sigue este nonagenario defensor de acercar la obra plástica a la gente de a pie, incluso a la que no la entienda. Fiel a este planteamiento, ha donado dos esculturas de gran tamaño a la Ciudad de la Justicia, como antes había hecho para el Museo de Bellas Artes, el Rectorado de la UCO y la Facultad de Filosofía y Letras. Un arte sin barreras, como invitación a que el espectador se mueva cerca o incluso penetre literalmente en sus entresijos, traducido en piezas geométricas de gran formato en las que se adivina su faceta de arquitecto -lo fue en el ámbito municipal desde la Oficina del Casco Antiguo-. La misma filosofía impregna la muestra del C3A, titulada ‘Alhambra’, una «instalación inmersiva» la llaman, obra de reciente creación en la que Juan Serrano investiga en un juego de espejos y colores la posibilidad de convertir un lugar cerrado en espacio infinito. Partiendo de su reciente serie de maquetas ‘Laberintos’, esta peculiar Alhambra, inspirada en los arabescos andalusíes del palacio granadino, está acompañada de una selección de 60 maquetas que han marcado el desarrollo de su proceso creativo en los últimos 30 años, pues estos objetos tridimensionales son el método de inspiración y de trabajo de Juan Serrano a pequeña escala, antes de que algunos, como ahora, alcancen tamaño real. Como los sueños, que a veces se cumplen.