Antonio Banderas y Lluís Pasqual unen fuerzas para convertir Málaga en un punto de referencia dentro del panorama nacional a través del Teatro Soho, que se inaugurará el próximo otoño con el montaje A chorus line. El actor por fin podrá poner en marcha un proyecto largamente acariciado y que se ha visto salpicado por algunos contratiempos, el más doloroso, abandonar la renovación de los antiguos cines Astoria después de haber sido acusado por la oposición de tener un supuesto trato de favor tras ganar el concurso público al que se había presentado. Ahora ha optado por la gestión totalmente privada a través de CaixaBank como patrocinador oficial y no ha tenido la más mínima duda a la hora de fichar a Lluís Pasqual como director del teatro. Pasqual regresa a un puesto de poder y responsabilidad tras su salida del Teatre Lliure, y lo hace con la conciencia tranquila y con ganas de levantar los cimientos de esta nueva aventura.

-¿Cuáles son los principales puntos fuertes del proyecto?

-Antonio Banderas: Es una frase muy manida que llevo utilizando desde el principio, pero la cuestión sería que fuera un teatro para Málaga desde Málaga. Y al mismo tiempo, queremos ser un centro de creación escénica. No nos vamos a conformar con estrenar una obra y que muera ahí. Queremos que tenga un recorrido, que viaje y que se instale en otras ciudades. Es decir, queremos hacer producciones propias que adquieran un cierto peso a nivel nacional o incluso internacional. Tendremos dos espacios: uno de ellos, que ya existía, adscrito a la escuela para el desarrollo de los jóvenes artistas (Esaem), y después contaremos con una sala de casi 1.000 localidades.

-¿En qué momento piensa en Lluís Pasqual para ponerse al frente del teatro?

-A. B.: Desde el mismo momento en que queda libre por los motivos que todos conocemos. A mí me interesaba traerlo con nosotros por muchas razones, entre ellas, porque contribuye a darle una dimensión distinta a todo esto. Lluís es un referente del teatro español y europeo de las últimas décadas, pero además me une a él una gran amistad después de haber trabajado juntos en tres ocasiones cuando era director del Centro Dramático Nacional. La cuestión era cómo seducirlo.

-¿Y qué fue lo que más le sedujo a usted, señor Pasqual?

-Ll. P.: Es siempre emocionante asistir a un nacimiento y al desarrollo de un baby. Y acompañar a Antonio Banderas en su sueño me hacía especial ilusión. Pero lo más interesante en este caso es establecer un diálogo con la ciudad, investigar cuáles son las necesidades específicas que tiene, y a partir de ahí, empezar a construir.

-¿Tiene ya claras cuáles serán las líneas de programación?

-Ll. P.: Todo se encuentra en proceso de gestación, no me puedo aventurar a hablar de las líneas de la temporada. Por el momento, estamos concentrados con el desarrollo de la obra en sí. Todo el mundo que ha hecho reformas en su casa sabe que ha de estar atento para que salgan bien. No es que no tenga ideas, pero un teatro no tiene sentido si no es necesario para la gente de esa ciudad, ha de convertirse en un epicentro energético. Y eso es lo que voy a estudiar con detenimiento.

-¿Qué papel jugará la Escuela de Jóvenes Artistas?

Ll. P.: Será como la cantera del Barça. Un lugar donde formar y poner en práctica el aprendizaje.

-¿Se ponen a ustedes mismos algún tipo meta?

-Ll. P.: Cuando no existía Ikea o Zara, nadie los necesitaba y, sin embargo, ahora parece que no se pueda vivir sin ellos. En el teatro pasa lo mismo. No se puede llegar a ser imprescindibles en un solo año. Así que nos vamos a dar cinco.

-¿Y cuáles serían los principales retos a los que se enfrenta el modelo que plantean?

-Ll. P.: Que no exista una ley de mecenazgo. No hay manera de vehicular dinero para la cultura que no sea a través de instituciones públicas. Si este proyecto funcionara podría dar un empujón a esa ley, que me parece fundamental que exista.

-¿Pueden hablarnos del tema de la financiación y el presupuesto?

-A. B.: No está completado el presupuesto del teatro, pero sí hay una serie de perspectivas que estamos cumpliendo. CaixaBank ha entrado como principal inversor. La importancia de los patrocinadores en un teatro privado es fundamental, porque lo que van a hacer es sostener, darnos la posibilidad de experimentar al principio, de conocernos y reconocernos, de crecer poco a poco. Nos dan una garantía de sustento, unos fondos que nos van a permitir no empezar con la angustia de pensar qué va a pasar si el público no acude. Evidentemente, es algo que nos preocupa y estamos empezando a trabajar en estrategias para garantizar la solvencia, pero a nivel artístico nos sentimos libres y tranquilos.

Ll. P.: Eso no nos convierte en un teatro rico, sino en un teatro que tiene un apoyo, un colchón. Nunca llegaremos a los presupuestos que tienen los teatros públicos, aunque la gestión también será distinta: un equipo muy bueno, pero mucho más pequeño.

-¿Se ha recuperado, señor Pasqual, de las heridas tras su salida del Teatre Lliure y de las acusaciones de las que fue objeto?

-Ll. P.: Los seres humanos cambiamos todas las células cada siete años. Yo en siete meses algunas me ha dado tiempo a mudar. He pasado página. Por suerte, no soy nostálgico. La gente de teatro no nos podemos permitir ponernos melancólicos, no podemos repetir lo que hicimos el día anterior, tenemos que renovarnos constantemente.

-De hecho, no ha parado en los últimos meses.

Ll. P.: Me he ahorrado tiempo en psiquiatra gracias a que he seguido activo. Hay gente a la que le sienta bien el agua, y mi medio natural es una sala de ensayos. Eso no quiere decir que no me haya salido más de un herpes. Pero ya no están, ya estoy limpio.

-¿Tienen miedo a verse cuestionados a cada paso que den?

-A. B.: Cary Grant decía algo muy interesante. Cuando se lanza una calumnia, es igual que subirse un día de mucho viento a una terraza y romper una almohada de plumas y ver cómo el viento se las lleva. Cuando se rectifica la mentira y se quiere borrar lo que ha pasado, ya no se puede, porque resulta imposible meter todas las plumas otra vez en la almohada.

-¿Se siente identificado con esta metáfora, señor Pasqual?

-Ll. P.: Yo he tenido que vivir con eso de las fake news desde hace unos meses. Y es difícil. Porque solo interesa el momento en el que se rompe el cojín, no cuando se recogen las plumas. No he visto a la prensa ni a las redes sociales interesadas en el informe psicosocial que se le hizo al personal del Teatre Lliure para saber si yo era la representación diabólica de Hugo Chávez. ¿Y sabes por qué? Porque el resultado ha sido que la empresa goza de un 80% de felicidad laboral.