Katrín, la pobre, solo quería beberse una cerveza. Bueno, lleva cuatro en la mano, para ella y para tres amigos más. O todas para ella, la verdad es que nadie le ha llegado a preguntar. El caso es que no es capaz ni de dar un sorbo porque una maraña de periodistas le rodea para que cuente sus vivencias sobre algo de lo más extraordinario, a tenor de la expectación: comprar una cerveza.

“¿Puedes darle un sorbo?”, pregunta este enviado especial a la aficionada ecuatoriana, pensando en el poder de una fotografía de una mujer bebiendo alcohol en Qatar. La foto es mala, sí, pero tiene fuerza. Ella tiene más, aunque quizá no sea consciente.

Un poco más allá hay un grupo de argentinos, varios hombres y una mujer celebran su conquista, a razón de 50 rials (unos 13 euros) el medio litro. “¡El momento más emocionante del día!”, dice con entusiasmo Flor Santucho, argentina de Córdoba, una chica joven, rodeada de hombres, vestida con un pantalón corto y una camiseta con tirantes que deja sus hombros al descubierto. Lo normal en Occidente, lo anormal aquí en Doha. Y, además, está bebiendo cerveza. La suave voz de la rutina se transforma en grito de libertad a miles de kilómetros de distancia.

Es la inauguración del FIFA Fan Festival, el último reducto que ha quedado en el Mundial para el consumo de alcohol, más allá de carísimos hoteles, tras la decisión del régimen qatarí de vetar su venta en los estadios y sus alrededores. El recinto se abrió a las 16.00 horas locales (dos menos en España) de este sábado, pero un cartel advertía de que el ‘stand’ de Budweiser solo la serviría con alcohol a partir de las 19.00 horas. No menciona la cerveza, solo “international beverages”, bebidas internacionales.

Una hora de cola

Nadie en su sano juicio hace una hora de cola por una cerveza, ¿verdad? Bien, pues aquí en Qatar la gente sí lo hace. Lo hacen aficionados llegados de muy lejos, como Flor y sus amigos, como Katrín, pero también ciudadanos locales, que aprovechan la pequeña ventana de libertad que les sirve la celebración del Mundial para degustar la cerveza.

Cientos de personas se agolpan durante una hora de reloj haciendo cola. Quizá sean miles. Cuando por fin llegan las 19.00, hay un estallido de júbilo, el primer gol que se celebra en este Mundial. El primero que sale con cervezas en la mano es un inglés. El segundo es un argentino. A nadie le sorprende, de hecho lo contrario habría sido una decepción. No aparecen españoles en los primeros puesto, pero es que resulta difícil encontrarlos en este país sin una acreditación de prensa al cuello.

Flor disfruta de unas cervezas con sus amigos en el FIFA Fan Festival de Doha, en Qatar. S. R. V.

Emociona eso más que la inauguración en sí del FIFA Fan Festival, que oficialmente es a la misma hora y queda algo opacada. Maluma (tras su polémica con una televisión israelí) y Myriam Fares, estrellas del evento, pasan a ser secundarios para muchos. No para todos, claro. Los locales, en particular, están entusiasmados tras bailar las horas anteriores éxitos que sonaban en España en 2015. O antes, como el Waka Waka de una Shakira que ha rechazado venir a Qatar.

Restaurantes del mundo

Es una zona de aficionados rara, en la que la gente se agolpa junto al escenario sin bebidas en la mano. Ya no es que no beban alcohol, es que no beben nada. Alrededor del escenario hay varios 'stands' de comida, uno por cada continente, con comida típica de cada uno de ellos. En todo hay una nevera llena de Coca Cola. En ninguno hay cerveza, que está convenientemente apartada.

Es un festival pero sin terminar de serlo, no al menos como se concibe en España y el resto de Europa. Pasa con muchas cosas aquí en Doha, que parecen ser algo sin terminar de serlo, como una antigua mansión preciosa por fuera y llena de escombros en su interior.

Pero al menos hay cerveza. Ahora habrá que comprobar si se mantiene hasta el final o alguien en Qatar decide que la situación se ha ido de las manos y corta por lo sano. Queda un mes de un Mundial que ni siquiera ha empezado aún. Habrá que ir viéndolo.