El e-tron fue el primer eléctrico de Audi, un SUV premium con la voluntad de convertirse en un referente en el creciente mercado de coches eléctricos. Siguiendo una estrategia que luego ha imitado en marcas Volkswagen o Skoda, el Grupo Volkswagen no tardó en sacar el e-tron Sportback, una versión CUV -SUV cupé- del e-tron que aportaría más profundidad a la oferta del todocamino eléctrico y que supondría una opción de corte más deportivo por su diseño.

Y es que, aunque en Audi se empeñaran en llamarlo su segundo eléctrico, el e-tron Sportback es una versión cupé del e-tron. Mantiene el mismo diseño frontal y los cambios se concentran, obviamente, en la zaga y el perfil, desde el que se puede apreciar la caída del techo hasta un pequeño alerón bajo la luneta trasera. Su diseño es muy reconocible, con la parrilla singleframe de Audi dominando el frontal y unos grupos ópticos delanteros cuyo diseño ya habíamos visto en, por ejemplo, el Q3. Como buen eléctrico, sin embargo, suaviza sus líneas para dar fluidez al diseño y ganar en aerodinámica, algo clave para optimizar su autonomía.

Lo cierto es que esta variante Sportback parece más deportiva a simple vista y, para nuestro gusto, más dinámica. También parece más larga, pero no lo es, con 4,90 metros en total, aunque sí es ligeramente más baja, con 1,91 metros, frente al 1,93 del e-tron.

El interior destaca por su imponente ecosistema digital, formado por un cuadro de instrumentos digital de 12,3 pulgadas y dos pantallas en la consola central, una superior para el sistema operativo y otra inferior para la climatización. Pero que no cunda el pánico, Audi utiliza un sistema táctil que obliga a presionar con más fuerza la pantalla hasta sentir una pulsación, algo que puede parecer una tontería, pero que mejora mucho la experiencia de uso de las pantallas. Sus controles son muy intuitivos y se tarda apenas 10 minutos en hacerte con el coche. Todo un acierto.

En cuanto a materiales, como siempre en Audi, las superficies blandas aportan calidad, pero se sigue confiando demasiado en el negro piano y su tendencia a ensuciarse. La sensación general, no obstante, es de estar ante lo que es, un coche premium. El acabado S line añade volante y asientos deportivos, que mejoran todavía más esa sensación. El punto negativo es el espacio para la cabeza en las plazas traseras, menor en el Sportback por la caída del techo y que tocarán las personas más altas. El maletero ofrece 600 litros, de sobras para cubrir las necesidades de la familia.

Suavidad y comodidad

Los coches eléctricos invitan a conducir con tranquilidad. Puede ser la ausencia de ruido o de motor, pero lo cierto es que no hemos aprovechado nunca los 408 CV que entregan sus dos motores eléctricos. El par instantáneo va muy bien para alcanzar velocidades de crucero relativamente rápido -0 a 100 en 5,7 segundos, pero luego el coche invita a ir sin prisas y a disfrutar del silencio y el confort que ofrece la propulsión eléctrica.

Y eso que el e-tron Sportback S-line 55 quattro está preparado para dar un extra de deportividad con un chasis ajustado para ello y elementos como la suspensión activa, que permite variar entre varias opciones de dureza para buscar comodidad o más dureza, aunque sigue siendo cómodo en la configuración más deportiva. Pero ni con todo eso sale buscar una conducción más agresiva. Quizá es por el miedo que da ver la autonomía bajar rápidamente al apretarle de más. En ese sentido, y yendo con tranquilidad, sobre el papel declara 404 kilómetros de autonomía. En la prueba hicimos 240 y nos quedaban 68 más, según el coche. 

En resumen, un coche ideal para viajar en familia o en pareja por la facilidad de uso y por su comodidad, así como su arsenal de sistemas de seguridad. Las pegas serán tener que buscar un enchufe cada, más o menos, 300 kilómetros y su precio, 95.460 euros la unidad probada.